20/2/08

Fragmentos: POLÍTICA Y CULTURA POPULAR: la Argentina peronista 1946-1955

Por Alberto Ciria


Capítulo 5 de una obra fundamental para comprender al peronismo como fenómeno cultural y político. El autor analiza críticamente el justicialismo en la teoría y la práctica de su tiempo; en particular, evauaciones sobre el estilo y lenguaje de Juan Domingo Perón y la iconografía, símbolos y canciones del movimiento que inspiró.


DE COMUNICACIÓN, SÍMBOLOS Y MITOS

Octubre, Plaza de Mayo, discursos Hay dos elementos fundamentales, entrelazados en sus orígenes, que contribuyeron a consolidar el acontecimiento-mito más perdurable de la historia del peronismo, el 17 de octubre de 1945. Por encima de discusiones sobre el contenido de los hechos en sí y de las percepciones colectivas a que ellos dieron lugar, ese día mostró la profundidad de los cambios que estaban ocurriendo en la ciudad de Buenos Aires y el resto del país. Espontáneas y densas columnas del cinturón industrial invadieron la plaza de Mayo reclamando la libertad del coronel Perón y encarnando en su persona las conquistas laborales y sociales alcanzadas. Tensas negociaciones de civiles y militares lograron que los temores de enfrentamiento entre pueblo y fuerzas de represión cedieran paso al ambiente de demorado regocijo y hondas expectativas que subrayaron las palabras pronunciadas por Perón desde los balcones de la Casa Rosada, caída la noche de ese día clave (1). El primer elemento está dado por la movilización, en buena parte espontánea, de masas populares: los descamisados originales de la ciudad y suburbios industriales, y hasta de la capital de la provincia de Buenos Aires y zonas de influencia. El segundo es la convergencia de las multitudes sobre la plaza de Mayo, sede del Ejecutivo y en sentido genérico del gobierno-poder militar (sobre el modelo de la llegada en el peronismo, véase Sigal y Verón, 1982: 151-205; Ipola, 1982: 146). A partir de estos dos aspectos los sucesos del día serán sometidos a constantes reinterpretaciones en enorme cantidad de fuentes, incluso antes de que el Congreso nacional, por ley 12.868 de 1946, declare feriado al 17 de octubre. Acá sólo me interesa comenzar un rastreo en las actas de las sesiones del Congreso, principalmente, para precisar algunas características del conocido fenómeno de revisión de la historia contemporánea que por supuesto excede los marcos del peronismo y de la Argentina. El "pueblo" es desde los comienzos el protagonista esencial, aunque algunos testimonios de primera hora indiquen la complejidad de la situación. Por ejemplo, después de 1946 serán rarísimas declaraciones como las del senador peronista Alberto Durand: "La acción del pueblo fue decisiva, pero lo fue porque contaba con el absoluto apoyo del ejército y de la Policía Federal.(...) Es por eso que para mí el día glorioso de la revolución fue realmente el 17 de octubre, en que hubo esa hermandad y conjunción de fuerzas, por haberse sumado el pueblo, el glorioso Ejército Argentino y la Policía Federal" (Sens.,II,2-X-46: 772) (2). Tanto en el proyecto presentado a título personal por el diputado Eduardo Colom, el 3 de julio de 1946, como en el análogo firmado por José M. Argaña y otros que termina convertido en ley, las referencias genéricas son al pueblo echado a la calle que se adueña de la "revolución de los descamisados" para rescatar a su símbolo, Perón, protector de "los que tenían hambre y sed de justicia" (Colom); y a la "masa trabajadora" que adhirió -como dice Argaña- "al líder de un movimiento revolucionario que en pleno proceso evolutivo adquiere formas y características que merecen su franco y decidido apoyo" (Dips., I,3-VII-46: 356; V, 29-IX-46: 893). Un lacónico proyecto firmado por los "laboristas de la primera hora" Cipriano Reyes y Carlos G. Gericke también incluía la declaración de feriado para "Día del Pueblo" (Dips., V, 29-IX-46: 893). Tanto Reyes como Colom, director de La Época, tuvieron destacada participación personal en los días que precedieron al 17 de octubre de 1945, y en la propia jornada (las respectivas versiones en Colom, 1946; y Reyes, 1973). Sus nombres, empero, dejaron de figurar con el correr del tiempo cuando se hacía mención al canon oficialista: por distintos motivos con diversas consecuencias, ambos diputados cayeron en desgracia con el Líder y su esposa. No serían los únicos. Hacia 1949 todavía podía el exconservador Visca responder así a su retórica pregunta sobre quiénes hicieron el 17 de octubre: "Los descamisados, la lealtad de Domingo Mercante (aplausos), un diario valiente en la calle, La Época (aplausos), y un corazón de mujer con virilidad al infinito, considerada como expresión de fuerza y coraje: María Eva Duarte de Perón (aplausos)". Las expresiones de esa época se repetirán hasta el cansancio: "Ni la amenaza de caer presa, ni la calumnia, ni la insidia detuvieron su fe y su empeño de correr por todos los caminos, llevando, con su palabra y su decisión de recuperar al líder, el convencimiento a la masa trabajadora argentina de que había llegado la hora de la liberación nacional definitiva y del triunfo de todas las aspiraciones por las que se había luchado tantos años" (Dips., VI, 30-IX-49: 5212-5213). Un documentado trabajo de Navarro (1980: 127-138), que prosigue la investigación de Luna (1969), cuestiona fácticamente el supuesto protagonismo de Evita en las jornadas de octubre. Además, elabora razones muy convincentes para explicar cómo surgió una mitología peronista que exageró dramáticamente el papel de la compañera del coronel Perón en tales acontecimiento. El tema continúa abierto. Aún en 1950, tanto el jefe del bloque peronista Miel Asquía como otras fuentes contemporáneas (CGT, 17-X-50: 4) podían rendir encendidos elogios a Perón, su esposa y Mercante con motivo del quinto aniversario del 17 de octubre (Dips., IV, 30-IX-50: 3766-3778). Para 1951 las cosas habían vuelto a cambiar: como síntoma de la declinación política del gobernador de la provincia de Buenos Aires -reemplazado por Carlos V. Aloé (1969) en los comicios siguientes, y luego apartado de la conducción partidaria-, el citado Miel Asquía omite referirse a Mercante para enfatizar sólo el genio de Perón y la presencia de Eva Perón, a quienes la Cámara trasmite su reconocimiento en oportunidad de festejarse otro aniversario de la fecha (Dips., III, 30-IX-51: 2332-2336; en el mismo sentido, cfr. Mundo Peronista, 15-X-51: 24-29). De ahí en más la mitología devora a los hechos, apoyada por la maquinaria informativa y propagandística del régimen. El "Día del Pueblo" pasa a llamarse "Día de la Lealtad". Perón, y también Evita, son los primeros actores exclusivos, desplazando a figurantes y corifeos. El "Monumento al Descamisado" se convertirá en el mausoleo a Evita, presidido en los planos que no llegaron a ser realidad por la gigantesca estatua de un descamisado sospechosamente parecido al Perón idealizado. El proceso se consolidad definitivamente desde 1952: el homenaje ritual del Senado se concentra en el presidente y la memoria de Evita, y en 1953 pasa lo mismo en Diputados. La historia acaba transformándose en hagiografía: Perón es "heredero directo del general José de San Martín", y Eva Perón, "un ángel que blandía su espada de fuego, terrible y sublime, incitando a la lucha por la defensa de su líder, que era su propia defensa" (Celfa Argumedo, Dips., III, 30-IX-53: 2256). La plaza de Mayo, como apunté arriba, ce convierte en el centro simbólico del movimiento peronista abarcando una pluralidad de significados. Es la representación gráfica de la ciudad invadida por las multitudes adictas; migrantes internos, cabecitas, grasas, descamisados. Es la repetición de la revancha del Interior sobre la Capital: la imagen escolar de los caudillos provincianos atando sus caballos a la vieja pirámide. Pero, para gran parte de las clases medias y altas urbanas, resulta la póstuma encarnación de la barbarie sarmientina lavándose "las patas en las fuentes" (cfr. Lamborghini, 1965) de la civilización porteña. Asimismo, la plaza de Mayo remite a cierta continuidad esencial con la historia patria: "El día 17 de Octubre, el Pueblo Argentino volvió por primera vez a la Plaza de Mayo, después del 25 de Mayo de 1810, y como en 1810, ya llevaba su decisión soberana para hacerla respetar" (Eva Perón, 1952: 243). Y la plaza se vuelve escenario de las dos efemérides anuales fijas del peronismo, con tumultuarias y orquestadas movilizaciones llenas de fervor popular y clima festivo: los 1º de mayo y los 17 de octubre. En la primera fecha las concentraciones de masas tendieron a domesticar el contenido de protesta proletaria de tradicionales actos socialistas, anarquistas y comunistas. Luego de los discursos del secretario general de la CGT, Evita -desde 1948- y Perón, con contenidos adaptados a las exigencias tácticas de cada coyuntura anual, se sucedían espectáculos artísticos-bailables y la coronación de una "Reina Nacional del Trabajo", que con su corte de princesas proveía una extraña involución en la imaginería oficial del peronismo, no siempre recordada. En la mayoría de los casos, las consignas familiares eran del tipo "De casa al trabajo y del trabajo a casa", que como acertadamente lo indica Sigal y Verón (¡982: 158) sugerían una cuota de pasividad entre los fieles. Para los 17 de octubre, Perón y Eva Perón hasta 1951 -en 1952 se escuchó la grabación de una alocución reciente de Evita a modo de mensaje póstumo (Navarro, 1981: 310)- eran oradores de fondo, precedidos por el representante de la CGT y por excepción, en 1953, Anastasio Somoza. La vertiente descamisada y jacobina del peronismo encontraba pleno deshogo ese día, y el feriado siguiente ("Mañana es San Perón, /que trabaje el patrón") adquirió carácter de rito anunciado en cada ocasión por Perón desde la Casa Rosada, en medio de cánticos acompañados por la rítmica percusión de los bombos. Con el tiempo, estos instrumentos ocuparían un lugar preferente en el folklore peronista. La plaza de Mayo, entonces, representó la presencia de las masas populares argentinas en la Capital Federal: la tragedia del bombardeo de la aviación naval el 16 de junio de 1955, con cientos de muertos y heridos (Lozano, 1965: 18-28), destacó el reverso doloroso de tantas jornadas alegres y bullangueras. Fuera de algunos acontecimientos de signo contrario como el discurso del general Lonardi a las eufóricas clases medias de la ciudad el 23 de septiembre del mismo año, cuando la "Revolución Libertadora" consigue su objetivo, la vieja plaza continuó siendo el símbolo del exiliado Juan Perón y la directa comunicación con sus partidarios (3). Durante el período 1946-55, y también con posterioridad al mismo (4), Perón cumplió la función de mantener unidos a los componentes de su coalición o movimiento, a veces enfrentados entre sí. En esos años el movimiento abarcaba formalmente a la clase obrera organizada en torno a la CGT, a la burocracia del PP y a su rama femenina fundada por Eva Perón. Fuera de dichas tres ramas "históricas" existen para la época otros sectores de la coalición peronista a los que su Conductor se dirigía periódicamente de modo especial: productores agrarios, intelectuales, profesionales, integrantes de las fuerzas armadas, etc. A modo de ejemplo de una tarea que debería cumplirse de modo sistemático, me referiré a continuación a tres tipos de discursos de Perón, que pronunciaba en diversas ocasiones anuales desde variadas investiduras. Los dos primeros se conocían el mismo día 1º de mayo, y el tercero a principios de julio. Por la mañana del 1º de mayo, el presidente Perón leía un extenso mensaje de apertura del período parlamentario en el Congreso, de acuerdo a normas constitucionales. La UCR pronto dejó de concurrir a estas asambleas por considerarlas sectarias y carentes de interés general. El documento se dirigía a todos los ciudadanos, su tono solía ser elevado y su contenido subrayaba la obra de gobierno en el marco de los profundos y pacíficos cambios revolucionarios ocurridos en el país. Por la tarde, el Primer Trabajador Perón arengaba brevemente a su base más sólida, la clase obrera, en plaza de Mayo: era una de las dos grandes ocasiones rituales del peronismo, junto a parecidas ceremonias los 17 de octubre. En fecha cercana a la fiesta patria del 9 de julio, el comandante en jefe de las fuerzas armadas Perón pronunciaba un mensaje a los militares en ocasión de la comida anual de camaradería. Veamos. Es el 1º de mayo de 1950. Luego de invocar la memoria de José de San Martín en el centenario de su muerte, Perón pasa revista a las realizaciones de su presidencia ante los legisladores adictos, su auditorio inmediato. Comienza destacando la unidad nacional, "o sea la coincidencia fundamental de todos en orden a los principios esenciales que deben orientar la marcha de la Nación" (el texto del mensaje en Dips., I, 1-V-50: 7-31; un breve análisis de este mismo texto, paralelo y complementario al mío, en Sigal y Verón, 1982: 182-184). Dichos principios son la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Luego de ritualizados ataques a la oligarquía, Perón comenta elogiosamente las reformas introducidas a la Constitución en 1949, el voto femenino, el principio efectivizado de elecciones directas, la instauración de un nuevo federalismo, con base económica, y los planes de obras públicas que han cambiado de dirección: ahora el 80% de las mismas se realiza en el interior. El presidente se felicita de lo positivo de las soluciones alcanzadas: nuestro pueblo "se siente feliz porque puede trabajar con dignidad; porque el capital ha sido humanizado; porque la propiedad, el capital y las riquezas son ahora bienes individuales en función social; porque ha desaprecido la explitación capitalista del hombre y toda clase de explotación humana; y que es verdadera solución nos lo demuestra fehacientemente el hecho de que progresivamente, con la realización de nuestros planes, ha ido desapreciendo la reacción comunista, que ha dejado de tener entre nosotros los argumentos valederos que posee, en los países capitalistas, para ganar adeptos". En el campo de la que llama economía social, Perón remarca el aprovechamiento de oportunidades brindadas por la posguerra: industrialización, nacionalizaciones que no excluyen a los capitales extranjeros que se sometan a la legislación vigente, y su balance es optimista: "...la República Argentina no tiene ningún problema económico de gravedad". La justicia social, originada en el siempre reivindicado programa de reformas de la Secretaría de Trabajo desde 1943, complementa a la conciencia social despertada en las masas trabajadoras y por la cual la "cooperación ha reemplazado a la lucha", gracias a la plena ocupación, el derecho a una retribución justa, la capacitación, la preservación de la salud y la seguridad social. Complementariamente, la Fundación de Ayuda Social creada por Eva Perón sirve al pueblo y se inspira en principios cristianos. En la parte final de la alocución, Perón reitera el papel especial que cumplen las fuerzas armadas en relación a la unidad nacional. Aparte de sus tareas específicas, deben preparar "soldados para la paz": por su parte, las "fuerzas organizadas del trabajo" constituyen un "ejército pacífico". Las metáforas marciales culminan en el simbolismo apuntado por Perón: él mismo procede la institución militar y es, a la vez, el conductor seguido por las masas trabajadoras (sobre una temprana formulación por Perón de esta temática, cfr. Ipola, 1982: 175-185). A la tarde del mismo 1º de mayo de 1950, Juan Perón se dirige a la multitud que llena la plaza de Mayo como líder de los trabajadores, y a través de la radio a similares concentraciones en capitales en capitales de provincia. El sentido profundo del acto es la "Fiesta del Trabajo". No tanto la crítica al sistema capitalista a propósito de una evocación combativa de los mártires de Chicago, sino la nacionalización de la jornada en el escenario del gran tiunfo inicial del movimiento. (5) Perón elogia a la CGT, sostiene que el justicialismo celebra como propio el día de los trabajadores, y que "el movimiento sindical argentino y el pueblo argentino" deben atesorar el legado peronista: la Constitución de 1949, la doctrina justicialista, las reformas políticas, económicas y sociales. La formación de un "frente obrero popular unido y numeroso" será la mejor defensa contra la eventual reacción oligárquica que el orador parece percibir en el horizonte. El consejo final es claro: "unidos, venceremos", ya que "la defensa de los trabajadores se hace sólo por los trabajadores mismos" (las citas de Sens., I, 3-V-50: 118). El 5 de julio de 1950 Perón pronunció un discurso en la cena de camaradería para las fuerzas armadas, realizada en el Salón Les Ambassadeurs (el texto, en Perón 1973b: 149-155). El comandante en jefe se dirige a sus subordinados y les recuerda una doble responsabilidad, "como soldados y como argentinos". La "obsesión de gobernante" del primer mandatario ha sido siempre la verdadera soberanía nacional, desde la originaria declaración de independencia política en 1816. Luego de fustigar a vendepatrias y entregistas, aclara: "Felizmente ni el pueblo ni el Ejército se enredaron jamás en las confabulaciones de la antipatria". El presente de la Argentina comienza en 1943, que es una reacción contra cien años de gbiernos inspirados por propósitos sectarios. La declaración de independencia económica, en 1947, debe completarse en una lucha diaria que es más difícil ahora que en el siglo pasado y casi la mitad del presente, ya que se produjo una verdadera infiltración de monopolios extranjeros en nuestra economía. El recordado optimismo total reaparece en el Perón militar: "Felizmente hemos ganado ya las grandes batallas": "...lo que queda por hacer ya es cuestión de tiempo y de forma". La alocución termina con referencias al Año Sanmartiniano, la solidaridad con los pueblos de América, y otra de las ideas favoritas de Perón: "Las fuerzas armadas han de ser siempre en la vida nacional lo que son ahora: parte del pueblo, trabajando para el pueblo y compartiendo con el pueblo sus afanes y sus inquietudes". Paralelos, iconografía, canciones De lo expuesto hasta aquí parece rescatarse una constante reiterada en la década 1946-55 que tiende a identificar, de modo general y en ocasiones particular, al régimen peronista con la historia argentina que podría considerarse tradicional o liberal antes que revisionista (véase el capítulo 4). Ello implica paralelos con figuras heroicas y hasta la adaptación de símbolos patrios para representar adhesiones partidarias, Ejemplifico de manera muy selectiva. El 9 de julio de 1947, con gran despliegue oficial, se promulga el "Acta de la Independencia Económica" en la Casa de Tucumán, sede en que se había firmado la declaración de independencia política en idéntica fecha de 1816. En 1948 se nacionalizan los ferrocarriles de propiedad británica, y a cada línea se adjudica el nombre de un general/prócer: San Martín, Manuel Belgrano, Justo José de Urquiza, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre y Julio A. Roca. Es interesante señalar la posición oficial del peronismo, y del propio Perón, sobre el revisionismo histórico y Juan Manuel de Rosas -tan reivindicado por muchos intelectuales peronistas-, entre otros temas. Por un lado, la propia Carta Orgánica en 1954 establecía que se deberían adoptar medidas para evitar que el PP "...intervenga o aparezca interviniendo a través de sus dirigentes o afiliados en los problemas de revisionismo o antirrevisionismo histórico y en los de carácter internacional" (Manual del Peronista, 1954: 386). En algunas entrevistas del exilio, por otro lado, Perón podía disertar sobre la historia argentina desde un punto de vista genéricamente revisionista, pero al considerar el tema Rosas durante la primera presidencia sus afirmaciones se reducen a privilegiar la "dignificación social del pueblo". Por ello, no se pudo "abrir un segundo frente en lo cultural y crear un foco de polémicas", ya que ello "hubiese sido muy inoportuno y tal vez, contraproducente" (Rom, 1980: 25). Un análisis del peronismo oficial en su literatura propagandística y en textos de Perón durante 1946-55, llega a la conclusión de que se practicó un "cuidadoso equilibrio entre Rosas y Sarmiento" y en cambio tuvo lugar "la exaltación de San Martín" (Winston, 1983: 329), conclusión coincidente con mis ideas. El régimen no coartó la formulación de exigencias como la repatriación de los restos de Rosas, y el Instituto Juan Manuel de Rosas congregó a la plana mayor de historiadores rosista-peronistas. Pero Perón prefirió repatriar los restos de los padres del Libertador José de San Martín en 1950, en aras de la unidad nacional. ¿Otra muestra de su pragmatismo? El 22 de agosto de 1951 tiene lugar el llamado "Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810", hito en el proceso de la independencia política del país. Pero el caso de quien usualmente es considerado nuestro héroe máximo resulta el más evidente. Por ley 13.661 el Congreso impone la obligatoriedad de uso de la leyenda "Año del Libertador General José de San Martín" para el centenario de 1950; el cuerpo también otorga el 7 de mayo de 1952, el título de "Libertador de la República" a Perón y el de "Jefa Espiritual de la Nación" a su esposa. La identificación personal Perón-San Martín, tan fustigada por la oposición, se divulgó en libros para escolares y en páginas de publicaciones de propaganda y difusión como Mundo Peronista (para el primer aspecto, cfr. el capítulo 4). Otro ejemplo en el mismo sentido: de acuerdo a la ley que creó la Orden del Libertador San Martín, en 1948, el presidente Perón era su Gran Maestre. Pocos días antes del fallecimiento de Eva Perón el 26 de julio de 1952, el Congreso votó la concesión a ésta del "collar en grado extraordinario" de la Orden (La Opinión, 22-VI-75: 17). El distintivo más difundido de la primera época peronista fue el conocido popularmente como escudito, que identificaba a los leales. Su inspiración directa era el diseño del escudo nacional. Si bien preservaba las referencias a la pica, el gorro frigio, los laureles, el sol y hasta el celeste y blanco de la bandera patria, con mínimas alteraciones sobre el original, la mayor discrepancia estaba dada por las manos estrechadas en sentido diagonal antes que el horizontal del modelo: ello podría sugerir la relación de subordinación entre el pueblo unido y organizado y su máximo Conductor. Por su parte, una versión infantil para alumnos de escuela primaria (Picollo, 1953: 12) explicaba asé este "escudo de valientes". Dialogan un niño y un adolescente. "-Sobre los colores patrios, dos manos se estrechan y sostienen el gorro de la libertad. "-¿Por qué no están las dos a la misma altura? "- Porque una trata de elevar a la otra. Es como si tú cayeras y yo te ofreciera mi mano para levantarte. En este escudo su significado es parecido. La mano del fuerte se ofrece a la del desvalido. Además, esas dos manos unidas simbolizan la hermandad. "-El laurel significa la gloria, ¿verdad? "-Claro; y el sol naciente el comienzo de una Patria Nueva". Entre otras manifestaciones de la confusión entre movimiento y nación, el escudo peronista se convirtió en símbolo oficial de la nueva provincia Presidente Perón (Libro Negro, 1958: 47-48). Dentro del folklore de la subcultura política peronista, la marcha "Los muchachos peronistas" ocupó y ocupa un claro lugar de preferencia desde aproximadamente 1948, si bien sus orígenes en cuanto a música y letra todavía carecen de pacífica verificación (un sabroso intento de pesquisa es Toni, 1973: 10-13). La canción reforzó el hondo contenido emocional y simbólico de la relación líder-partidarios antes y después de 1955. Durante años se la prohibió, exhumó, reactivó o sirvió para despertar afinidades políticas ante su tarareo. A ese impacto no fue ajena la grabación definitiva de sus estrofas por Hugo del Carril, hacia 1949, que expresó la voz del peronismo en la canción popular (6). El esquema de "Los muchachos peronistas" es simple: a) glorifica al Líder con el trato familiar de los argentinos; el estribillo dice: "¡Perón, Perón,qué grande sos!/ ¡Mi general cuánto valés!/ ¡Perón, Perón, gran conductor, /sos el primer trabajador!" b) la unidad del pueblo con su amor e igualdad, se basa en los principios sociales de Perón, "que se supo conquistar/ a la gran masa del pueblo/ combatiendo el capital"; y c) se debe imitar el ejemplo del jefe, ya que el país con que soñó San Martín -otra muestra del paralelo aludido arriba- "es la realidad efectiva/ que debemos a Perón" (7) La importancia atribuida a los símbolos, y a veces los mitos, del peronismo no puede circunscribirse al análisis crítico o la referencia comparativa. Durante un período posterior a 1955 -la tendencia suele reaparecer periódicamente durante gobiernos represivos- los símbolos mayores del movimiento fueron objeto de prohibiciones específicas. El ejemplo clásico es el decreto-ley Nº 4161, del 5 de marzo de 1956, titulado "Prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista" (su texto en Anales, XVI-A, 1956: 241-242). Por el mismo se vedaban "las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas (...) pertenecientes o empleados por los individuos representativos de organismos del peronismo". Especialmente caían bajo el peso de esta disposición las fotos, retratos y esculturas de los funcionarios peronistas, el escudo y la bandera peronista, "el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones 'peronismo', 'peronista', 'justicialismo', 'justicialista', 'tercera posición', la abreviatura 'P.P' [Partido Peronista], las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales denominadas "Marcha de los muchachos peronistas" y "Evita capitana" o fragmentos de las mismas, la obra "La razón de mi vida" o fragmentos de la misma, y los discursos del presidente depuestos y de su esposa, o fragmentos de los mismos". Por disposiciones de orden público, las violaciones al decreto podían castigarse, aparte de inhabilitaciones y clausuras, con penas de prisión de 30 días y 6 años, y multas entre 500 y 1.000.000 de pesos de la época, sin recurso a condena condicional o excarcelación. La idea subyacente, para los sectores triunfantes en el régimen militar que derrocó a Perón, de que el peronismo no habría sido otra cosa que una pasajera aberración seductora de las masas trabajadoras, brilla en este decreto al prohibir peligrosas menciones de seres y cosas como si de esta forma se eliminaran los influjos que presumiblemente ejercían. El mundo deMundo Peronista El 15 de julio de 1951 apareció el primer ejemplar de la revista de periodicidad quincenal Mundo Peronista, órgano de difusión de la Escuela Superior Peronista (San Martín 665, 2º piso). A partir de su segundo número, las portadas llevaron el siguiente lema, una de las "veinte verdades del justicialismo": "Para un peronista no pueda haber nada mejor que otro peronista". Mundo Peronista es sumamente útil para evaluar uno de los primeros intentos oficiales de consolidar la ideología peronista/ justicialista a través de Juan Perón y Eva Perón, cuyas actividades son profusamente registradas en las páginas de la revista, con gran cantidad de ilustraciones. Después de la muerte de Eva Perón, y sobre todo para 1954 y 1955, el contenido doctrinario cede lugar a la canonización del Líder vivo y la Jefa Espiritual muerta, y Mundo Peronista, como la propaganda oficial en general, se convierte en apología del triunfalismo del régimen: "La evolución del énfasis en la ideología de integración al énfasis en el culto exagerado de Perón y Evita puede rastrearse en las páginas de Mundo Peronista entre 1951 y 1955" (Tamarin, 1982: 45). Las ideas manifiestas de Perón son expuestas desde el primer editorial bajo su firma, costumbre que se prolongará en la revista. La Escuela Superior Peronista tiene por misión esencial la preparación y capacitación de dirigentes peronistas en el gobierno y el partido. Con ello se persigue "desterrar el caciquismo y el caudillismo" para reemplazarlos por "ciudadanos humildes, pero sabios y virtuosos". La idea general es sustituir los antiguos comités de la política criolla por Escuelas Peronistas, Ateneos Culturales, Cursos de Elevación Cultural, Cursos de Capacitación y Escuelas Sindicales, para "...transformar una masa inorgánica en un pueblo organizado, con alto nivel de cultura cívica y una amplia conciencia social" (Perón, Mundo Peronista, 15-VII-51: 3). Los textos que se irán sacralizando son contemporáneos a la aparición de la revista. Mundo Peronista publica en números sucesivos las clases dictadas por Perón y Eva Perón en la Escuela Superior Peronista: cuando se recopilan en volumen, los textos se llaman respectivamente Conducción política (1951a) e Historia del peronismo (1952). Breves pensamientos del Líder pasan a convertirse en sección permanente de la publicación. En ella tienen cabida, además, los polémicos artículos del transparente alter ego del Presidente, o sea Descartes (1951). Desde el número inicial (15-VII-51: 12) se anuncia orgullosamente que Perón y Eva Perón son los dos primeros suscriptores de la revista. Sin ánimo de encarar un análisis de contenido que escapa a mi propósito introductorio, los materiales de Mundo Peronista pueden dividirse en dos grandes grupos. En primer lugar, las secciones humorísticas, de apostillas, de circunstancias, de poemas laudatorios -incluidos versos remitidos por los lectores- y afines. Junto al aspecto más informativo de la revista, como son los comentarios alusivos a sucesos importantes de la época, las secciones de referencia hacen de Mundo Peronista una fuente útil para estudiar la autoimagen oficial del régimen cuando ejercía el poder. En segundo lugar se hallan textos doctrinarios especialmente dedicados a destacar la originalidad y superioridad del justicialismo frente al capitalismo individualista y al comunismo colectivista. A partir del número 4 (1-IX-51: 18), un apartado especial se convierte en otra sección permanente: "Tú pagina de pibe peronista". El humor proviene de la presentación y desarrollo de varios personajes tipo historieta, a los que acompañan versos apicarados muy de moda en revistas como Rico Tipo, o en las tiras cómicas de Lino Palacio (Flax). Bobalicón, por ejemplo, dibujado por Duval, tipifica a las personas faltas de ideas propias y fáciles de influir por sectores opositores, aquellas que todavía se rehusan a ver y comprender las evidentes mejoras sociales y económicas del peronismo. El contrera absoluto, es la contraimagen peronista de los antiperonistas más cerrados, aparece primero como Don ¿...? y luego con el nombre de Don Cangrejo ilustrado por Pum -y la popular referencia a que dicho crustáceo siempre marcha hacia atrás-, vestido de oscuro y camisa blanca, sombrero, zapatos negros e impertinentes pasados de moda. La reacción tipificante de este personaje frente a una manifestación peronista de apoyo a la reelección del Presidente, recuerda por asociación a los excesos verbales de un Ernesto Sanmartino antes de su desafuero parlamentario: "¡Seis años de ultraje,/ de CGT y Fundación...!/ ¡Hasta cuaándo este baldón/ de ver al país mandado/ por estos 'descamisados'/ sin lustre ni educación...!" (Mundo Peronista, 15-XI-: 35). Mister Whiskey and Soda es el conocido yoni de la cultura popular: el periodista venal y borracho que sirve de correa de transmisión para sobornos foráneos a los contreras, que se comunica por teléfono con sus amos en el Departamento de Estado (el recuerdo de Spruille Braden se sigue empleando con eficacia) o en Prensa Unida, es decir United Press, que hace un programa de la desinformación de lo que ocurre en el país para sus diarios en los Estados Unidos. Una sección titulada "Además" se dedica a la persistente crítica, parodia y ridiculización de los partidos opositores y sus principales dirigentes, tanto en prosa como en fáciles versos al estilo del siguiente acróstico (15-VIII-51: 37): Como es fiera la palabra Observen que aquí yo omito Nombrar por su nombre a quien Trabaja en cierto grupito Resuelto a negar el bien A la inicial los remito! En los primeros meses de publicación aparte de páginas ilustradas con realizaciones del gobierno y de la Fundación Eva Perón, Mundo Peronista dedicó mucho espacio al Cabildo Abierto del Justicialismo en agosto de 1951, al posterior renunciamiento de Eva Perón a la candidatura vicepresidencial, al frustrado golpe militar encabezado por el general Benjamín Menéndez, y a la victoria peronista en los comicios de noviembre. Un "Calendario del justicialismo" reproducía en cada número las obras llevadas a cabo, día a día, por el gobierno encarnado en Perón y la Fundación de su esposa. Cabe destacar la escasa mención que Mundo Peronista dedicó a otras figuras del movimiento y del partido, en sus primeros años. Una excepción interesante de destacar fue la del Cabo Mayor Miguel Ángel Farina, ascendido póstumamente a Sargento, caído en los enfrentamientos militares del 28 de setiembre de 1951. La revista le dedica una página titulada "¡No se entreguen muchachos!" (15-X-51: 5). La nota destaca el comportamiento heroico de este "soldado dela Patria, y un hombre de Perón, por lo tanto": cuando elementos traidores se amotinan y amenazan a los soldados leales, Farina los enfrenta solo, mientras repite la frase criolla "¡No se entreguen, muchachos!" Al caer perforado por las balas, pronuncia estas palabras "¡Viva Perón!" El texto concluye: "¡Y así muere un hombre!" Otro ejemplo de identificación entre la Patria en general y Perón. En el número siguiente, con el seudónimo de Zoilo Laguna, Mundo Peronista publica unas estrofas gauchescas tituladas "Sargento Miguel Farina", donde se refuerza el contenido de la comparación de modo definitivo: (1-XI-51: 7) "¡Muchacho morir gritando/ Con tu garganta de pueblo/ 'Viva Perón' ...que es gritar/ ¡Viva la Patria!... ¡lo mesmo!... Porque Perón es la Patria,/ Por la que vos diste l'cuero/ ¡Muchacho...! ¡Cachorro 'e tigre...!/ Dormí tranquilotu sueño,/ Que Perón y que la Patria/ Vivirán siempre ¡canejo!/ Mientras quede un solo gaucho/ Como vos... ¡muchacho 'e fierro!" Claudio Martínez Paiva, entre otros, y Fernando Ochoa como el recitador más conocido, habían incursionado desde años atrás en el género gauchesco que reaparece en este tipo de poemas con obvios destinatarios populares. En el terreno más propiamente doctrinario, o de difusión/ divulgación del justicialismo ("Doctrina para todos"), se pueden advertir dos vertientes. La primera trata de deslindar diferencias entre el justicialismo y el capitalismo y entre el justicialismo y el comunismo, de acuerdo a distintos temas o conceptos básicos: la libertad, la economía, el pueblo, etc. Un sintético artículo titulado "Justicialismo, capitalismo y comunismo: diferencias esenciales" (Mundo Peronistal, 1-II-52: 4) coloca la cuestión en los términos exageradamente optimistas del régimen. Comienza afirmando que el justicialismo "...ha modificado las estructuras fundamentales de nuestro capitalismo oligarca de 1943", tanto en la doctrina como en la realidad. Por lo tanto, no es una etapa intermedia entre el sistema capitalista y el comunista. Para la revista, el comunismo ha de destruir sin duda al capitalismo, y lo que importa es ofrecer a la humanidad, y no sólo a la Argentina, una solución distinta a ambos sistemas, para la "Segunda mitad del siglo XX y siglos subsiguientes". El Justicialismo, en cambio, se presenta como "una filosofía integral de la vida", de la que se derivan una doctrina y una teoría en lo económico, en lo político y en lo social. El capitalismo tan sólo ofrece una doctrina, una teoría y una realización mientras el comunismo posee una filosofía exclusivamente materialista. Pero antes que en terrenos más bien abstractos , la superioridad del justicialismo se destaca en lo económico. En el capitalismo, el dinero y los bienes que con él se adquieren, tales como la "propiedad de los instrumentos de trabajo", se divide en unos cuantos explotadores -los dueños del dinero, la tierra y las fábricas- y muchos explotados, o sea "la masa trabajadora". En el comunismo, el dinero y los bienes son propiedad del Estado. Pero en la realidad de los países comunistas, el Estado es el gran explotador de la inmensa masa trabajadora. Esta no posee ni puede poseer el dinero, los bienes que con él se adquieren "y mucho menos los instrumentos de trabajo: tierras, fábricas, etc." El justicialismo supera esos problemas disponiendo que el dinero tiene una función social. Así se pueden suprimir los abusos individualistas del capitalismo y no se cae en los abusos individualistas del capitalismo y no se cae en los abusos estatales del comunismo, "peores" que los de aquel. La función social del dinero hace que, por ejemplo, los instrumentos de trabajo "...sean propiedad del pueblo". De ahí la necesidad de que el pueblo se organice, siendo la cooperativa la organización típicamente justicialista. Como el sindicato en el orden social, la cooperativa sería en el económico un "tipo de institución natural". La utopía justicialista culmina con un mundo de cooperativas agrarias, de consumo, de producción industrial, de distribución, etc. La segunda vertiente, en los aspectos doctrinarios expuestos en Mundo Peronista, toma la forma de apólogos o comparaciones gráficas entre sistemas económico-políticos, que incluyen otras variantes que la capitalista y la comunista. El texto siguiente es el más representativo en el primer año de la publicación (1-VIII-51: 33). Bajo el título "¡No será original... pero es cierto! (adaptación)" se ofrecen estas definiciones: "Fascismo: Usted tiene dos vacas; el Gobierno se las deja; usted las ordeña y él le saca la leche. "Nazismo: Usted tiene dos vacas; el Gobierno lo mata a usted y le saca las dos vacas. "New Deal: Usted tiene dos vacas; el Gobierno mata una, ordeña la otra y tira la leche a la cloaca. "Democracia capitalista: Usted tiene dos vacas; usted hace lo que bien o mal quiera con sus vacas y los demás, que revienten... "Socialismo: Usted tiene dos vacas; le entrega una al vecino. "Comunismo: Usted tiene dos vacas. El gobierno se las quita, las ordeña y le da a usted un poco de leche. "Justicialismo: Usted tiene tres vacas. Usted mata una vaca y le vende la mitad a sus paisanos; el Gobierno le defiende el negocio de una cuarta parte, que usted vende en el exterior, y usted le entrega al Gobierno el otro 1/4; para ser distribuido entre los que no tenían ni una gallina. De paso, se salva de que estos necesitados hagan una 'carnicería' cuereando a usted y a sus tres vacas. Las otras vacas las guarda para que le sigan dando leche y terneros. ¡Ah!... Y si usted se aviva trabajando, ¡industrializa los restos de la vaca muerta y la leche de las vivas!..." El justicialismo explicado para niños se convirtió en otra sección de Mundo Peronista, dividida en notas más o menos fijas. Una de tales notas es la "conversación" sencilla con los pibes, fuera de los temas que se consideran poco apropiados para ellos: "No queremos llenarte la cabeza de pistoleros, detectives y piratas" (1-IX-51: 18). En cambio, la revista insiste en que todos, grandes y chicos pueden leer sus artículos, ya que nada está "prohibido para menores". Los chicos son objeto especial de atención del peronismo "...porque vos, y todos los pibes, son los únicos privilegiados en la Nueva Argentina. ¡Los únicos privilegiados de Evita y de Perón!" Las notas contienen, por ejemplo, recomendaciones y consejos para que los niños hagan lo posible por convertir a sus compañeros contreritas o indiferentes a las verdades evidentes del justicialismo encarnado en Perón y Evita: "¿No comprendés que no se puede ser buen argentino sin ser buen peronista?" (1-X-51: 50). Se valora el ejemplo positivo del renunciamiento de Eva Perón y se lo privilegia como actitud a seguir. La valentía y la lealtad son cualidades fundamentales de los pibes peronistas: la vida y obra de Perón deben ser motivo de reflexión para conducirse en todas las ocasiones. Ya que el Presidente posee la cualidad de sentir "un profundo amor por la Patria y sus compatriotas" (1-XI-51: 50). Los comentarios breves sobre Perón y Evita se refieren a ciertas características de la vida diaria, que igualmente se consideran paradigmáticas para el mundo infantil. Buen ejemplo es este apólogo titulado "A vos te gusta..." (15-XI-51: 50): "A vos te gusta también tu presidente, porque es un presidente que sonríe, ¿no es cierto? Cuando pensás en todas esas caras serias de reyes y gobernantes que tienen tus libros de historia, te parecen mentira que hoy sea posible ver asomado a los balcones de la Casa Rosada, un presidente que sonríe, que se quita el saco, lo mismo que tu papá cuando está cansado o llega del trabajo. Ese señor y esa señora tan buenos son como los padrinos de todo el país, y en especial los tuyos, ¿sabés? Sonríen porque están contentos, con la alegría que proporcionan a los demás; sonríen aunque estén a veces fatigados por su trabajo constante, por su salud quebrantada por ese trabajo, o por las preocupaciones que tiene el oficio de gobernante. Vos tenés que hacer todo lo posible para que esa sonrisa se mantenga siempre. Y es una tarea fácil: trabajá en lo que te corresponde; defendé tu 'cuadro' de chico peronista." La exagerada idealización de tal cultismo produce este tipo de ejemplos. Para Navidad y Reyes, después del puntual reparto de pan dulce, sidra y juguetes que realizaba la Fundación, se sugiere a los pibes peronistas que recen, de rodillas, la siguiente plegaria (¡5-XII-51: 50): "¡Señor! Tú eres el único que ve las intenciones. A ti no se te puede engañar con discursos. Tú sabes que el General Perón es bueno y que Evita es buena. Si no lo fueran, en vez de pensar en nosotros, los pobres, hubieran pensado en los ricos para apoyarse en ellos. Porque los ricos son los dueños de los bancos y del oro del mundo y se han vuelto malos y hacen las guerras para no perder ese oro que acumularon. El General Perón, siguiendo el ejemplo de Jesús, buscó a sus amigos entre los pobres. Defiende al General Perón de sus enemigos. Protege su salud y su tranquilidad. Ilumina siempre su corazón que tanto nos quiere. Protege su sonrisa que nos dio alegría y confianza. Alarga su gobierno. Concede la salud a Evita que lo ha acompañado siempre y nos ama a los niños. Nosotros no conocemos la historia de otro gobernante que se ocupara como el General Perón de cumplir lo que Tú, Señor, dijiste: 'Dejad que los Niños se acerquen a mí'. Y él lo ha hecho siempre. No sabemos bien lo que quiere decir la palabra inocencia. Pero hemos oído que la inocencia está cerca de Dios y que Dios no la desoye y que los niños somos inocentes. Escucha nuestro ruego en tu Noche de Navidad, Dios nuestro." Dichos mensajes se acompañan, usualmente, con explicaciones de conceptos justicialistas como oligarquía, soberanía política, y hasta las "veinte verdades" simplificadas para mentes infantiles, como síntesis de la doctrina. Otra sección especial, que empieza llamándose "Azulandia" (Mundo Peronista. 15-XI-51: 50), adopta el género "cuentos de hadas" para contar sucesos en "...un país de maravilla, donde únicamente existen el bien, el amor y las ternuras". Para la fácil captación de los más chicos, se habla de ese país imaginado que tanto se parece "...a nuestra patria, por el bien, la paz y la dicha imperantes en él". Evita es comparada con un hada buena, y así se la llama (el Hada Evita) en varios relatos. Perón, por su parte, se transforma en padrino de todos los pibes (1-XII-51: 51). La Ciudad Infantil levantada por la Fundación es más útil y cumple mejores funciones sociales que "el palacio de un Rey" (15-XII-51: 51). Los Reyes Magos tienen ahora una "Reina Maga" (1-I-52: 51) que los ayuda y "provee de chiches a todos los niños": su nombre es Evita. Sobre el liderazgo de Perón Apenas por comodidad expositiva he aislado el asunto en este capítulo, pues el liderazgo personal de Perón, y a la vez el papel personal de Eva Perón, no pueden ni deben separarse del enfoque global del peronismo en el cuarenta y el cincuenta. Por empezar, Perón no fue un mero "hombre fuerte" al viejo estilo latinoamericano, ni su mujer la ambiciosa pareja de un gobernante autoritario. La exageración de dichos rasgos ha deteriorado la comprensión auténtica del peronismo, antes y después de 1955. Aparte de los concretos y racionales motivos por los cuales grandes sectores populares creyeron en el hombre y la mujer que hicieron cosas por ellos, el nuevo estilo de conducción perfeccionado por Perón tiene mucho que ver con esa perduración de la fidelidad de las masas y, en su momento, de la memoria colectiva, En el capítulo I se consideró en cierto detalle lo esencial del tema conducción política visto y expresado por el propio Perón. Los hechos biográficos de Perón hasta 1945 son bastante conocidos (8). Nació el 8 de octubre de 1895 en Lobos, pueblo de la provincia de Buenos Aires. En 1911 ingresó al Colegio Militar, de donde egresó como subteniente de infantería a fines de 1913, teniente para 1915, el joven Perón es asignado a varios destinos profesionales. No sólo sobresalió en deportes como esgrima, boxeo y esquí, sino que su capacidad intelectual era inusual para la época, como lo recuerdan algunos camaradas de armas (9). Los ascensos de Perón indicaron el peso de la antigüedad y el esfuerzo continuado. Capitán en 1925, al año siguiente cursó la Escuela Superior de Guerra, con Diploma de Estado Mayor (1929). Este mismo año se casó con Aurelia Tizón. En 1930 comenzó a dictar cátedra en la citada Escuela Superior, y luego de una participación secundaria en el golpe del treinta se desempeñó como secretario privado del entonces ministro de Guerra, general Francisco Medina. En 1932, ya mayor, fue ayudante de campo del ministro Manuel Rodríguez. En 1936 fue nombrado agregado militar a la embajada argentina en Chile y, a fines de año, ascendió a teniente coronel. Luego de confusos episodios diplomáticos en ese destino, pasó a revistar en el Estado Mayor del Ejército, hacia 1938, y recorrió más de 5.000 kms de fronteras patagónicas. Fue también el año de la muerte de su esposa. En 1939 fue enviado en misión de estudio al extranjero, con residencia en Italia. Algunos entrevistados (Jorge Antonio) sostienen que Perón llevaba la misión secreta de estudiar sobre el terreno el impacto del conflicto bélico europeo y sus posibles consecuencias para la Argentina en la eventual posguerra. De cualquier modo, Perón fue agregado a varios regimientos de montaña, siguió cursos de política y economía en las universidades de Polonia y Turín, y completó su experiencia italiana, en 1940, con visitas al Vaticano, España, Alemania, Hungría, Francia, Yugoslavia y Albania, según varias fuentes consultadas. A principio de 1941 regresó a la Argentina, y en junio se incorporó a las tropas de montaña en la provincia de Mendoza. Al producirse el golpe del 4 de junio de 1943, era jefe del Estado Mayor de la primera división del Ejército. Su vocación docente lo llevó a escribir numerosos trabajos de índole profesional, que iban desde las guerras de la independencia a la de 1914, y desde el conflicto franco-prusiano de 1870 hasta el ruso-japonés de principios de este siglo. La importancia política de sus Apuntes de historia militar fue comentada en el capítulo I. A partir de 1943 su figura tomó relieve nacional. El 8 de junio fue nombrado jefe de la Secretaria del ministerio de Guerra, y el 27 de octubre presidente del Departamento Nacional del Trabajo. Gracias a sus gestiones, el gobierno militar reemplazó el 27 de noviembre de 1943 a la citada dependencia por la Secretaría de Trabajo y Previsión, de la cual Perón fue titular. En mayo de 1944 se lo confirmó como ministro de Guerra. El 7 de junio ocupó la vicepresidencia de la Nación, y el 25 de agosto la presidencia del Consejo Nacional de Postguera. Cuando la crisis de octubre de 1945, renunció a todos sus cargos en el régimen militar (día 19). Pasada la jornada triunfal del 17 de octubre, se volcó de lleno a organizar los dispersos grupos políticos que lo consagrarían primer magistrado el 24 de febrero de 1946. Desde 1944 Perón había compartido su vida y sus proyectos con María Eva Duarte, con quien contrajo matrimonio a fines de 1945. En un trabajo anterior (Ciria, 1971a: 104-109) había esbozado la conveniencia de revitalizar, para el caso de Perón, la teoría de liderazgo carismático tal como fuera difundida por Max Weber (en Guerth y Mills, 1958: 245-264) y refinada en posteriores ensayos sociológicos. Recientemente la biógrafa de Eva Perón ha desarrollado el punto de vista de que Evita fue también una líder carismática, y que en la relación con Perón ella conservó -e incluso aumentó- el tipo de vínculo no-institucional con los descamisados, mientras Perón concentraba en su persona el cargo de Presidente, etc. (Navarro, 1982: 47-66). Si bien no conviene exagerar al máximo esta "división de tareas", la noción de liderazgo carismático puede ser útil para aproximarse a Perón y Eva Perón, sin que se le atribuya el carácter de explicación unicausal (10). Recuérdese, en este mismo capítulo, lo manifestado sobre la conciencia en Perón de mantener comunicaciones periódicas con distintos componentes de su coalición, lo cual puede considerarse una constante de su estilo de liderazgo, inclusive despúes de 1955. (11) Del análisis de Weber importa rescatar aquí dos rasgos fundamentales. Primero, "el líder carismático obtiene y conserva autoridad sólo mediante la demostración de su fuerza en la vida (...) Sin embargo, su misión divina debe "probarse" ante todo en el sentido de que quienes se entregan fielmente a él, mejora su situación. Si no la mejoran, evidentemente no es el amo enviado por los "dioses". Despojando al carisma weberiano de su origen religioso, resulta interesante apreciar cómo Perón también veía en forma parecida la suerte del conductor: "Las empresas se juzgan por los éxitos, por los resultados" (1951a: 16). Y, segundo, para el sociólogo alemán "la forma específicamente carismática de resolver disputas consiste en la revelación del profeta, el oráculo o el 'arbitraje' salomónico de un sabio con cualidades carismáticas". Cotéjese lo anterior con el modo en que Perón se considera un "Padre Eterno" para el justicialismo. Esta aproximación debe permitir-extender al análisis del líder carismático a las masas que lo aceptan como tal, y que le brindan renovada lealtad. Autorizados comentaristas de Weber, como Hans Gerth and C. Wright Mills, subrayan: "Una situación auténticamente carismática es directa e inter-personal" (1958: 52). A su vez el liderazgo carismático debe mirarse desde la óptica de los seguidores, que son quienes comprueban los efectos de las políticas puestas en ejecución desde el poder. Así lo recalca el escritor marxista-peronista Rodolfo Puiggrós: "El liderato nunca se reduce al acto de voluntad del líder, ni solamente a cualidades inherentes a su particular idiosincrasia. La ambición de poder o de gloria nada vale mientras no tenga el reconocimiento de aquellos sobre quienes se proyecta; las aptitudes personales que implica el liderato permanecen en estado de latencia en tanto la sociedad o parte de ella no las descubra y las haga suyas. Esa ambición y esas aptitudes se realizan gracias a los otros. El liderato no es unilateral ni arbitrario, pues lo genera la unidad y la mutua dependencia del líder con la masa popular que se reconoce en él y lo condiciona. Igual que al artista, al filósofo y al científico, la sociedad le otorga relieve y trascendencia. Es creado y creador" (1969: 26-27). Cuando el carisma se rutiniza, el movimiento dinámico tiende a convertirse en "tradicionalismo o burocratización", como dice Weber. Y ello afecta al elenco que rodea al jefe,ni bien la "organización de la autoridad se vuelve permanente": "Los discípulos, apóstoles y partidarios del gobernante se convierten en sacerdotes, en vasallos feudales y, sobre todo, en funcionarios". Esto parece definir, avant la lettre, los últimos años del primer peronismo, sobre todo en cuanto al PP (véase capítulo 3). Robert C. Tucker (1968: 731-756) ha reformulado y ampliado el pensamiento weberiano. Sostiene que el líder carismático es quien "se ofrece de modo persuasivo a un grupo de gente afligida como particularmente calificado para sacarla de esa situación. Es en esencia un salvador, o alguien así percibido por sus partidarios". Tucker desarrolla la "transformación" del carisma en otras formas de autoridad, y cita el "culto al líder desaparecido", no examinado en detalle por Weber. La necropolítica en torno a Eva Perón después de 1952 y a Perón después de 1974 es un tema apasionante de estudio en la política y sociología argentina contemporáneas (en términos generales, cfr. Brodie, 1973). Dankwart A. Rustow, por su parte (1968: 793-828), considera crucial el estudio de la relación líder-masas, y sus palabras pueden recogerse como prólogo a cualquier interpretación del peronismo: "El carisma es, ante todo, una relación, un vínculo de expectativa que conecta al líder con sus partidarios (...). Por lo tanto, la personalidad del líder, sino con el vacío que éste llena (...). En consecuencia, las situaciones carismáticas típicas son las del colapso súbito de la autoridad establecida, o una amenaza profunda pero vaga al bienestar de un grupo humano. El liderazgo carismático es una forma del liderazgo en tiempo de crisis". Todavía no se cuenta con obras documentadas sobre la vida de Perón, su personalidad privada y el reflejo de ésta en la vida pública -algo así como una psicohistoria del líder-, o la relación individuo-historia. Los aportes existentes son muy parciales, tanto en sentido laudatorio como hipercrítico. Algunos colaboradores (Bustos Fierro, 1969: 245-281), sin embargo, han acotado al "hombre de carne y hueso" Perón como un duelo entre el "hombre-superior" y el "hombre-vanidad" que terminaba por inclinarse a este último "...porque estimulaba la tendencia irrefrenable al providencialismo y al consecuente quietismo de las grandes masas populares dirigidas, que es la contrapartida de toda concepción providencialista". Tanto Bustos Fierro como Sampay (entrevista) coincidieron en destacar un cierto "escepticismo metafísico" en Perón, junto al "atavismo profesional" y un carácter cíclico y voluble. En el estilo de liderazgo y el exhibicionismo del presidente argentino pueden hallarse ciertos rasgos más propios de Benito Mussolini que de Adolfo Hitler, para considerar modelos europeos. En América Latina no se han intentado las comparaciones serias entre los estilos de liderazgo de un Haya y de un Perón, por ejemplo. Los italianos conocían la vocación deportiva de su jefe -gimnasia, equitación, tenis, esquí- que se puede comparar con el caso del "Primer Deportista" argentino, que tiraba esgrima en el Luna Park o encabezaba un desfile de motonetas por el centro de la Capital Federal. Las concentraciones de masas porteñas no alcanzaron el wagnerianismo organizativo de las reuniones anuales de Nüremberg, y se aproximaban más a los mitines romanos frente al Palazzo Venezia. Tanto en los volúmenes publicados por Renzo De Felice sobre el Duce, con amplísimo uso de documentos oficiales de la época, como en obras más sintéticas (Mack Smith, 1981) pueden hallarse puntos de contacto para explicar el papel de Mussolini y el de Perón en sus respectivos contextos (12). Para el caso de Perón, apenas quiero subrayar dos aspectos que no siempre son colocados en la correcta perspectiva. Uno de los rasgos más salientes de Perón como orador, charlista o entrevistado fue siempre la capacidad de absorción de información y la devolución de dicha información procesada al auditorio o interlocutor de turno. Una anécdota significativa bastará para tomar conciencia de este talento. Sampay (entrevista), que conoció de cerca las tareas en la Secretaría de Trabajo, recalcó especialmente la capacidad respectiva de Perón, y fue el origen del relato. Mientras Perón y Sampay conversan, un ayudante anuncia que ha llegado a la Secretaría la delegación de mecánicos dentistas. Estos auxiliares de la odontología, en número superior a cincuenta, están interesados en mejorar profesionalmente, organizarse como sindicato y sobre todo encontrar comprensión a su prédica en esferas oficiales, cuando corren tiempos de profundas transformaciones laborales. Los mecánicos dentistas esperan al secretario de Trabajo en un salón contiguo. El ayudante alcanza a Perón una breve página con antecedentes, el coronel la hojea y pasa de inmediato a la reunión. Durante veinte minutos el militar arenga a los mecánicos dentistas, apoya las justas reivindicaciones del grupo y se muestra profundo conocedor de sus problemas. Los oyentes terminan aclamando y coreando el nombre de Perón: es uno de los suyos. En dicha entrevista Sampay recordó este concepto del Padre Juan Sepich, en la década del cuarenta: "A este hombre [Perón] se le dan dos ladrillos sueltos y devuelve siempre un palacio ya edificado". Otra característica de Perón tiene que ver con el histrionismo que compartió con grandes políticos y líderes de masas. Este rasgo tipificante le fue atribuido por varios de mis entrevistados, y se prolongó en formas complementarias después de 1955 (13). Por lo menos dos ex integrantes del Consejo Superior Peronista coincidieron en lo sustancial de episodios como el siguiente: Perón acaba de pronunciar un discurso público ante los cuadros medios del PP, donde recalca machaconamente conceptos como organización, conducción, papel de los conductores auxiliares, etc., etc. Después de los aplausos entusiastas de la concurrencia, el Presidente Perón se reúne a tomar un café con los más elevados burócratas del partido. Allí los tranquiliza: "Muchachos, no se vayan a tomar todo en serio todo esto de la organización. Hay que seguir quilombificando todo para que las cosas salgan bien". La práctica política del primer peronismo parece convalidar la verdad de lo expuesto. Un análisis excesivamente crítico de la tendencia puede verse en Martínez Estrada (1956: 248-249). Esta distinción entre lo manifiesto y lo latente en el discurso de Perón no ha recibido suficiente atención en los estudios sobre el tema, y tendrá que esperar -acaso- a una definitiva biografía política de tan poderosa personalidad. Al menos, creo que en esa tarea deberán considerarse dos elementos. El primero consiste en la particular estima que Perón mostró siempre por una faceta de Napoleón. Sus palabras de 1947 son insustituibles: "Se dice que los austriacos no se podían explicar cómo Napoleón podía manejar a esa cantidad de gente que se les venía encima, ganándoles las batallas. Ellos estaban acostumbrados a marchar bien formados, a maniobrar en forma ordenada, y sin embargo Napoleón, con su gente dispersa, les ganaba las batallas. Es que había conseguido manejar el desorden. "En nuestro país también es necesario acostumbrarse a manejar el desorden y, por tanto, nosotros debemos estar decididos a gobernar y a manejar por ahora el desorden; después, quizá podremos llegar a tener la satisfacción demanejar lo organizado" (De Perón, 1952: 75-76). El segundo elemento es la tendencia, común a otros líderes mundiales, que Perón exhibió sobre lo que doy en llamar la reescritura de la historia, de acuerdo a las circunstancias, coyunturas o necesidades tácticas. Durante mucho tiempo, sus opositores consideraron que tales variaciones expresivas eran prueba irrecusable de la duplicidad, la mentira y la falta de sinceridad de todo un régimen (un ejemplo clásico es Confalonieri, 1956; cfr. además Peña, 1972). El proceso no terminó en 1955, por supuesto (14). A la luz de autores como George Orwell (1981: 7) parecería más realista intentar comprender -lo cual no implica siempre justificar- los motivos subyacentes a esas piruetas de circunstancias, antes de pronunciar juicios definitivos. El creador de Mil novecientos ochenta y cuatro ya había escrito en 1949, refiriéndose a los cuatro Ministerios de su utopía política: "El Ministerio de la Verdad [se] dedicaba a las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz [se] dedicaba a la guerra. El Ministerio del Amor (...) mantenía la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia [era] responsable de los asuntos económicos". Eva Perón y sus funciones en el régimen: un resumen Nacida en Los Toldos, otro pueblo de la provincia de Buenos Aires, en 1919, María Eva Duarte fue uno de los cinco vástagos de la unión de hecho entre Juan Duarte y Juana Ibarguren. Hacia 1930 la madre y sus hijos se trasladan a Junín: para 1935 la adolescente María Eva hace el viaje a la ciudad de Buenos Aires, en simbólico paralelo con los migrantes internos de la década. La principiante comienza su carrera con papelitos en compañías teatrales, y pasa a la radio y al cine nacionales a principios de la década siguiente. Su mejor biógrafa (Navarro, 1981) ha esclarecido definitivamente el hecho de que, para la época de su relación con Perón, Eva Duarte había alcanzado una posición importante en el género radioteatral; su carrera fue más compleja en el cine (15). A partir del golpe militar del 43, la suerte de la actriz está echada: sobrevive la crisis de octubre, se casa con el coronel Perón y se transforma en la mujer más trascendental de la moderna historia argentina: a la vez la "compañera Evita" y "la Señora" Eva Perón. Desde hace años he sostenido (Ciria, 1971a; 109-121) que debe profundizarse, a la manera de la citada Marysa Navarro, sobre tres aspectos fundamentales en la obra de Eva Perón para evaluar su impacto en el proceso político-social hasta 1952. Otras cuestiones, como el grado de participación de Evita en los sucesos de octubre de 1945, o sus actividades en etapas previas a la sanción de la ley del voto femenino, están siendo suficientemente aclarados en cuanto a los hechos. Pero siempre hay lugar para la interpretación de los mismos y hasta la creación de mitologías o ilusiones históricas. Estos tres aspectos ser resumen en: a) la insistencia en aliviar a desposeídos y marginados mediante la ayuda social; b) la tarea política a través de la creación y conducción de la Rama Femenina del PP; c) la función de líder dependiente de Perón, pero con proyección y estilos propios, en el aspecto gremial y de masas del movimiento y con tendencia a la burocratización y el incondicionalismo. La Fundación de Ayuda Social, o Fundación Eva Perón, fue juzgada negativamente por el antiperonismo debido a su heterodoxa mecánica contable-administrativa y a la relación estrecha que la ligaba al Estado. Sin embargo, continúa siendo el instrumento operativo que más aviva el recuerdo de Eva Perón. El impacto de la FEP en amplios sectores populares fue reconocido hasta por críticos extranjeros como Blanksten (1953: 105): "En sentido muy concreto, la aparición de la Fundación significó una revolución en el enfoque argentino de la asistencia social". Otra razón adicional para incluir a las masas en cualquier estudio sobre el peronismo, tanto o más que a sus líderes. Después de todo, esta versión argentina de la justicia distributiva se refleja en la "verdad" nnúmero 10: "Los dos brazos del peronismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor" (El pueblo a través, 1955: 268). El peronismo trató de reemplazar la "caridad" por la ayuda social. Veía en la primera la generosidad discrecional de los afortunados, y en la segunda un remedio práctico a las desigualdades sociales. Atenuando los aspectos más agraviantes de esas diferencias, procuraba conciliar las clases en lugar de eliminarlas. Y, en el proceso, la ayuda social subrayaba el vínculo personalísimo de Eva Perón con los necesitados, como mediadora eficiente desde su despacho en el propio ministerio de Trabajo y Previsión. Si bien la Fundación no sobrevivió al derrocamiento de Perón en 1955, su temática de problemas resueltos y por resolver quedó desde entonces incorporada a los sucesivos gobiernos argentinos. (16)
La Rama Femenina del PP fue el aparato elegido por Eva Perón para cumplir sus objetivos políticos, limitados al voto de las mujeres, al apoyo incondicional a Perón y a cierta concientización social que no excluia valores tradicionales sobre el hogar y los hijos.
Navarro (1981: 187-206) ha considerado específicamente la "actividad gremial" de Eva Perón, desarrollada sin haber ocupado cargos oficiales. Si bien su accionar pudo haber sido informal, y fuera de los conductos habituales, lo cierto es que el producto final de su gestión contribuyó a la burocratización y al verticalismo en el campo laboral: así "peronizó" Evita los sindicatos. Ella lo consolidó como líder "intermediaria" entre los sectores populares que la amaban y el jefe del Gobierno (La Nación, 27-VII-52).
La actitud pública de Evita frente al Líder fue de religiosa adoración, sin preocupaciones doctrinarias o institucionales. Tuvo decisiva importancia en fomentar el culto a Perón, y también fue depositaria de un culto póstumo con algunas fascinantes evoluciones posteriores, y no sólo en la Argentina y América Latina. (17)
El lenguaje de Perón: una apostilla
En sus mejores momentos, Perón practicó un estiloi de comunicación verbal sumamente apropiado para establecer lazos directos entre su función o cargo -presidente de la Nación, "Primer Trabajador", comandante en jefe de las fuerzas armadas, etc.- y las masas no del todo homogéneas de partidarios, a partir de la década del cuarenta.
Esa habilidad expresiva ya era destacada hace tres décadas, en uno de los millares de folletos propagandísticos publicados durante su primera administración (De Perón, 1952: 3-4): "...las ideas del general Perón resutan tan bien definidas como plenas de sentido. Bien definidas porque, además de constituir objetivos concretos, ante cada auditorio las expresa poniéndolas al alcance de la respectiva mentalidad ambiente. Al descamisado da el trato de compañero; al mentor le hable como colega; al militar, en el lenguaje de los camaradas; al sacerdote, como guía; al burócrata, en calidad de funcionario; al hombre de campo, en gaucho; al diplomático, con la mayor claridad; a los jóvenes, dándoles ejemplo y, en una palabra, va revelándose a cada paso como el político que es: de ahí que, al ser juzgado o comentado, coincidían en sus juicios para apreciarlo -por ejemplo- un peón o un académico. Cuando habla de sus opositores, los designa, simplemente, llamándolos 'ellos'".
Precisamente uno de "ellos", el escritor Ezequiel Martínez Estrada (1956: 236), aludió desde la vereda de enfrente de la valoración a esa fundamental característica de los mensajes personalizados de Perón: "Su oratoria era pedestre, pobre, opaca, pero con un don que no encuentro cómo calificar mejor que de fascinante. Persuadía y, sobre todo, se colocaba tan en el mismo plano de su auditorio, que parecía que estaba conversando con cada uno de sus oyentes" (el subrayado es mío, A.C:).
Un agudo analista del discurso peronista (Ipola, 1982: 122-127, 153-154) se ha referido al "nuevo estilo de lenguaje político" en Perón, que incluye "formas de hablar populares", metáforas deportivas, refranes y dichos corrientes, anécdotas, citas del Martín Fierro, historias de humor y consignas o consejos "casi paternales".
Entre los aspectos claves de su discurso, debe apuntarse en Perón la relativa innovación de vocabulario que introdujo al léxico político argentino. Por un lado, figuran los conceptos históricos que pierden vigencia con el correr del tiempo, pero importantes en su época original: "Así, el peronismo de 1946-55 engendró o fue motivo para la cración de algunos términos que ahora se oyen menos: contrera, apellido que vino a significar el opositor porque estaba en la 'contra' u oposición al régimen; grasa y grasita sustantivo masculino algo ambiguo que vino a denotar al peronista, al individuo humilde y también, despectivamente, al poco avispado; cabecita negra, sinónimo de poblador rural que emigró a los centros industriales urbanos -en especial Buenos Aires- y, por extensión, peronista y también persona humilde; flor de ceibo, tomado de una marca nacional, vino a significar cualquier producto de mala calidad, y se extendió aun a las personas (un profesor flor de ceibo, etc.). El sentido desdeñoso o favorable que adquirían los ejemplos antes citados dependía de la posición política del hablante: grasa, despectivo para los opositores, llegó a ser blasón de orgullo para los peronistas, e incluso usaron el término los mismos jefes de dicho movimiento" (Teruggi, 1978: 225-226).
La lista de términos popularizados, rescatados del panteón lexicográficos, castellanizados, más algunos neologismos, podría incluir a justicia social -con larga trayectoria previa en América Latina, justicialismo, cegeté, conductor, líder, Tercera Posición, y muchos más.
El término descamisado/descamisados es un buen ejemplo de la dinámica peronista en cuestiones de vocabulario. Adoptado como orgullosa definición luego de haber sido empleado por un periódico opositor para denostar a las masas que vivaba a Perón (Luna, 1969: 513-514), el calificativo contenía una pluralidad de significaciones. Suponía un nuevo estilo de vida, reflejado en el hecho de que "el 17 de octubre de 1945 Buenos Aires fue invadida por multitudes de hombres sin saco y de mujeres" (I. Viñas, 1956: 15). Uno de los primeros libros escritos sobre las transformaciones sociales que vivía el país las califica de revolución de los descamisados (Colom, 1946).
Perón empleó muchas veces la expresión para marcar la continuidad histórica de los descamisados en la Argentina. Así, por ejemplo, al dar posesión en sus cargos a los miembros de la Comisión pro Monumento al Descamisado, dijo el Presidente el 24 de julio de 1947: hay que "grabar la historia del descamisado desde la Colonia, dese el indio encomendero que fuel el primer descamisado, hasta la etapa del 17 de octubre... Debe tomarse la época de la colonización, donde tomemos al desamisado trabajando la tierra. Luego tomarlo en la Independencia, con su caballo, luchando por ella. Ahí tenemos al 'deshilachado' de Güemes. Después viene la época de la Organización Nacional. Lo tenemos después en la época constructiva, trabajando en el campo y en la industria, llegando así a nuestros días el actual descamisado" (De Perón, 1952: 70). Metáforas sobre los sansculottes en la Revolución Francesa también eran corrientes para hallar términos de comparación con los descamisados locales. Estas y otras derivaciones pueden consultarse en el capítulo 2.
En otro contexto, la voz descamisado llego a "...teatralizarse y transformarse de síntoma en símbolo" (I. Viñas, 1956: 15). Ello fue expresado muy claramente por el propio Perón. En 1948 hablando ante legisladores nacionales, Perón comentó: "Yo me doy algunas satisfacciones enormes. Recibía en el año 1943 a los muchachos de la carne y me venían a ver con zapatillas. Ahora, cuando los recibo, vienen a verme con cuello duro y camisa de seda" (De Perón, 1952: 86). En un mensaje a la Asamblea Legislativa, el presidente fue bien preciso: "...los que eran 'descamisados' en 1945 ya no son 'descamisados' (aplausos), aunque les guste y nos guste llamarlos así como un homenaje al 'descamisado' que todos los peronistas llevamos en el corazón" (Dips., I, 1-V-50: 22-23).
Ciertos comentaristas como Carlos Abregú Virreira en un lejano ensayo (1953: 18) han sugerido que el mimetismo expresivo de Perón hizo que los distintos auditorios escucharan, en verdad, el eco de sus propias voces expresando aspiraciones muy sentidas. De esta coparticipación en un lenguaje común pudieron haber surgido fuertes razones emotivas de solidaridad. "La revolución peronista en la cultura está en el vocabulario de Perón". Martínez Estrada, en un absolutismo simétrico pero igualmente exagerado, afirmó que el vocabulario puesto en marcha por Perón sólo reflejaba los "residuos sociales" del Lumpenproletariat, "pueblo andrajoso y bajo pueblo, sin ningún ánimo despectivo como se comprenderá" (1956: 232). (18)
Final sobre el estilo peronista
El vocabulario peronista formaba parte de un estilo político más general, al que se ha referido de modo esclarecedor Félix Luna, glosando expresiones y dichos del período formativo, hacia 1945. Esta es su síntesis: "El estilo peronista era duro y al mismo tiempo alegre, prepotente y chabacano pero sentimental, o mejor aún, sensiblero, sobrador, exclusivista, y con algo de esa saludable barbarie que acompaña inevitablemente a todo movimiento popular vigoroso. No fue cruel, en cambio. Fue ingenuo, crédulo e ingenioso" (1969: 550-551; compárese lo anterior con la visión europeísta de Américo Ghioldi al vincular, por ejemplo, los folklores fascista y peronista, 1956: 79-90).
En algunos aspectos, los dichos, consignas o slogans del peronismo fueron muy importantes para la síntesis de valores o posiciones coyunturales. Así, a modo ilustrativo, puedo recordar dos variaciones enunciadas en el mismo contexto rítmico. La primera era respuesta a las acusaciones de la Unión Democrática: "Ni nazis ni fascistas/ peronistas". Más tarde, en el apogeo de la Tercera Posición, los manifestantes coreaban: "Ni yanquis ni marxistas/ peronistas". El propio Perón fue conciente de este proceso: "Ese 'slogan', Braden o Perón , era una síntesis excelente: se podrían escribir libros enteros desarrollando la idea que expresaban esas tres palabras. Yo creo que es conveniente sintetizar en fórmulas cortas, fácilmente recordables, las posiciones políticas" (el subrayado es mío, A.C., de Luna, 1969: 564). Piénsese tan solo en fórmulas como justicia social, independencia económica y soberanía política, y en la flexibilidad que demostraron poseer con el correr del tiempo. (19)
El énfasis en algunas constantes del estilo peronista, que incluía pero no se agotaba con las personas de Perón y Eva Perón, llevó a muchos adversarios del régimen a exagerar o absolutizar tal aspecto sin reparar en la sustancia de los cambios introducidos y la perduración de muchas tendencias inauguradas en la época 1946-55. Un caso paradigmático de esta posición fue el de Jorge Luis Borges. En colaboración con Adolfo Bioy Casares, escribió hacia 1947 un texto que circuló en copias a máquina entre opositores de la Argentina, y llegó hasta el Uruguay. Se trata de "La fiesta del monstruo", publicado por primera vez en el semanario Marcha (30-IX-55), ya derrocado el dictador. Borges describía uno de los mitines de masas de la dictadura con la típica visión aristocrática sobre la chusma: sudor, gritos, malas costumbres, falta de modales, instintos criminales...
En el número especial de la revista Sur dedicado a "la Reconstrucción Nacional" (1955: 9-10), Borges continúa considerando el régimen depuesto en los mismos términos del relato anterior. Amparándose como de costumbre en una referencia prestigiosa, el Corneille de L'illusion comique, Borges practica el balance de diez "años de oprobio y de bobería" como habiendo contenidos dos historias: "una, de índole criminal, hecha de cárceles, torturas, prostituciones, robos, muertes e incendios"; y "otra, de carácter escénico, hecha de necesidades y fábulas para consumo de patanes". (20)
La escritora Estela Canto, cercana a Borges y su grupo en un tiempo, acaso haya dado una de las explicaciones más reveladoras de quienes prefirieron no quedarse en los términos negativos del autor de Ficciones y de tantos otros intelectuales: "He sido antiperonista espontáneamente, como fui antinazi. Debieron pasar muchos años para que yo comprendiera que el peronismo, que tanto me desagradó -y no precisamente por su chabacanería o mal gusto- era nada más que la forma en la que el pueblo argentino, con una izquierda más que sofocada y una derecha petulante y falsamente culta, había empezado a manifestarse" (Lyra, 1963).
Ese estilo popular a que me referí brevemente no encontró similar contrapartida en las esferas oficiales. Por el contrario, la burocratización de la Secretaría de Informaciones y Prensa bajo el comando de Raúl A. Apold fue un rasgo asociado con los últimos años del primer peronismo. El triunfalismo, el culto a la personalidad de Perón, la glorificación de Evita, eran rasgos distintivos de una catarata de publicaciones que "inundaban luego las dependencias burocráticas de todo el país y se distribuían a raudales en las unidades básicas peronistas" (Primera Plana, 8-VIII-67: 36): entre 1953 y 1955 se produjeron más de cinco millones de folletos y nueve millones de afiches.
Fuera de los discursos del Líder y su esposa, la mayoría de la propaganda oficial hacía referencia a la tradición liberal, y cuando la cuestionaba sus valores eran regresivos, postulando muchas veces la vuelta "al pasado medieval con los blasones e insignias curialescas de un nacionalismo trasnochado" (Galasso, 1967: 158). En consecuencia, el estilo peronista también se anquilosó relativamente ylo que predominaba, en las últimas manifestaciones de masas, era la repetición del nombre familiar: "¡La vida por Perón!", por ejemplo. O, en fórmula atribuida al relator deportivo Luis Elías Sojit que también tipifica el período(Goldar, 1980, 171) describir a las hermosas jornadas de sol como "un día peronista", expresión que ni siquiera era original. (21)
NOTAS:
(1) He anticipado buena parte de este capítulo en Ciria (1982a: 401-423). Luna (1969) es un comienzo de historia detallada de los sucesos del 17 de octubre de 1945. Posteriormente, algunos documentos importantes han visto la luz pública: por ejemplo, las actas de la reunión del Comité Central Confederal de la CGT, del día 16 (Pasado y Presente, 7-XII-73: 403-423). Ipola (1982: 175-185) analiza con técnicas modernas el breve discurso de Perón desde los balcones de la Casa Rosada. (2) Los discursos de Perón contienen frecuentes referencias a la unidad del pueblo, las fuerzas armadas y también las policiales. El novelista Luis H. Velázquez, al hacer un inventario de los "diez años felices de los descamisados", o sea 1945-55, apunta (Lyra, 1963): "El pueblo llegó a fraternizar con el ejército y a mirar con evidente simpatía al clero". El coronel Mercante (entrevista) confirmó lo básico de la versión del senador Durand. Sin embargo, mostró reserva sobre los detalles de las múltiples negociaciones que ocurrieron el 17 de octubre para no herir susceptibilidades de los obreros, que se creyeron "únicos protagonistas" de la jornada. (3) La petit histoire de los bombos peronistas incluye referencias anecdóticas a un pedido de silencio que hizo Perón ante el entusiasmo sonoro de los fieles ("Que se calle el del bombo"), en una concentración de masas durante la primera presidencia. También subraya la conexión política-deporte cuando se recuerda que, hacia principios del setenta, el bombo mayor del movimiento era un personaje apodado El Tula, jefe de la hinchada futbolística de Rosario Central. A partir del regreso del peronismo al poder, la histórica plaza de Mayo contempló otra serie de concentraciones multitudinarias que valdría la pena analizar en el contexto sugerido en mi texto: la euforia juvenil con Cámpora presidente, el mensaje conciliador de Perón al asumir el cargo, la rebelión montonera del 1º de mayo de 1974, etc. En el ochenta la significación política de la plaza continúa vigente. (4) Las funciones de "Padre Eterno" que Perón cubrió en su largo exilio siempre son recordadas. La Juventud Peronista fungió como cuarta rama del movimiento peronista entre 1971 y 1974, dentro de una coyuntura muy especial. (5) La racionalización de Eva Perón en su autobiografía (1951: 141-144) es representativa de lo apuntado en el texto, y sobre todo este fragmento: "En vez de gritos con los puños crispados frente a las puertas cerradas de la Casa de Gobierno, el pueblo trabajador argentino celebra ahora cada 1º de mayo en una fiesta magnífica que preside desde los balcones de la Casa de Gobierno su conductor en su calidad de 'primer trabajador argentino', título sin duda el más preciado por Perón". (6) Hugo del Carril, con setenta años a cuestas, cantó "los tangos de siempre" en una parrilla muy concurrida de Villa Lugano cuando se lo invitó a subir al tablado. Los aplausos envolvieron al cantor luego del silencio respetuoso de los comensales adictos durante cada interpretación. Y luego: "Alguien del público gritó: 'La marcha, Hugo'. Y Hugo le contestó: '¿La marcha? ¿Qué marcha? ¿La de San Lorenzo...? No..., no me acuerdo la letra... A ver: Febo asoma, ya... no..., no me acuerdo bien la letra. Pero si ustedes cantan conmigo a lo mejor me vuelve la memoria. Entonces uno de los bandoneonistas comenzó a frasear despacito Los muchachos peronistas y la gente se puso a cantar a grito pelado. Hugo del Carril, con una sonrisa tranquila, pulida por los años, coreó, con su mejor voz, 'la marcha'. Cuando terminó, ante el entusiasmo de los comensales, pidió disculpas a los parroquianos que no fuesen peronistas por esa expresión de partidismo. Después cantó otro tango y se fue, perdiéndose en la noche encharcada y negra de Villa Lugano" (Clarín, ed. Internacional, 11-17-X-82:10). (7) "Evita capitana" fue otra marcha partidaria de contenido análogo a "Los muchachos" sus estrofas son repetidas variaciones sobre el tema "Por Perón y por Evita/ la vida queremos dar/ por Evita capitana/ y por Perón general". El escritor David Viñas, en 1956 y 1982, observa que "...hasta el idioma que hablábamos y que todavía se negaba y se escamoteaba, alcanzó validez: ¡Perón, Perón, qué grande sos! era el primer himno argentino que asumía el voseo" (1959: 14; y también 1982: 6). Las oscilaciones del peronismo oficial entre lo viejo y lo nuevo pueden comprobarse mediante una lectura paralela de los libros para alumnos primarios y la sección infantil de Mundo Peronista, en este mismo capítulo: los primeros emplean el "tú" castizo; el órgano propagandístico se inclina más por el "vos" coloquial. (8) Entre 1973 y 1974 se publicó en Buenos Aires una colección de 45 fascículos con el título: "Perón el hombre del destino", tarea que estuvo a cargo de un equipo dirigido por el peronólogo Enrique Pavón Pereyra. Serán material de consulta para la urgente biografía política de Perón y su tiempo que debe escribirse. (9) Otra referencia anecdótica de Mercante (entrevista). Amigo de Perón desde que ambos eran tenientes y profesores de gimnasia en las Escuelas de Artillería y de Suboficiales, respectivamente, en determinado momento se les pidió a ambos que preparasen un nuevo reglamento de la especialidad para cada uno de sus destinos. Perón consultó reglamentos gimnásticos de varios ejércitos europeos, y preparó un documento pulido; Mercante se lo pidió prestado por una noche, y prácticamente plagió el texto de su colega. De ahí que el ex-gobernador de la provincia de Buenos Aires caracterizase a Perón de "cerebro" y a sí mismo de "ejecutor" durante los importantes años 1943 al 46. (10) El concepto de carisma de Weber apunta a describir uno de los tres tipos ideales de autoridad, junto a la tradicional -el monarca hereditario- y a la racional-legal -el presidente constitucional de una república-; el sociólogo alemán lo tomó a Rudolf Sohm, y el término significó originariamente: "don de la gracia". (11) A título ilustrativo, pueden cotejarse los discursos e improvisaciones con destinatarios especiales que Perón pronunciaba regularmente entre 1972 y 1974 (en Perón, I y II, 1974). (12) A modo de ilustración, véase el siguiente comentario sobre la persona pública de Mussolini: "En sus relaciones con otra gente siempre podía decirse que estaba en escena, desempeñando un papel, o mejor desempeñando una continua y frustrante serie de papeles, que no todas las veces resultan fáciles de desenredar y conciliar" (Mack Smith, 1981: XIV). Sobre la "industria" dedicada a elaborar biografías y nuevos ensayos interpretativos sobre Hitler desde el sesenta (a partir de Bullock, 1962), puede consultarse la excelente guía de Bracher (1976: 211-225). (13) Los "distintos Perón" que reflejaban lo que el entrevistador o el periodista buscaba en la persona del Conductor exiliado, se perfilan a la vez en la copiosa correspondencia mantenida con propios y ajenos. Cotéjase, a modo de ejemplo, el epistolario entre Perón y John W. Cooke y entre Perón y Rogelio Frigerio (los textos en Perón-Cooke, I y II, 1972; y Perón-Frigerio, 1975). (14) Dicha reescritura de la historia cuenta con numerosísimos ejemplos. Me limitaré a dos en la década del setenta. Perón manifestó, en conferencia de prensa con corresponsales extranjeros el 25 de noviembre de 1972, que la situación del país al tomarse el poder en 1946 era completamente distinta a la cuantificada en las estadísticas oficiales de su administración (Ver la concreta denuncia de esta contradicción, junto a los datos básicos, en Análisis, 7-XII-72: 14-16). El segundo ejemplo remite al cotejo entre un "relato autobiográfico" compilado en base a declaraciones de Perón grabadas en España (1976) y el demoledor recuento crítico de una publicación argentina sobre la "infinidad" de contradicciones, fallos de memoria, equívocos y datos falsos" que se encuentran en tales memorias (suplemento de Redacción, IV-78: 1-8). (15) Detalles sobre la carrera artística de Eva Perón pueden encontrarse en Marysa Navarro (1981), incluso sus impresiones sobre el filme malito La pródiga, único protagonizado por aquella. Esta autora esboza, pero no prosigue sistemáticamente, sugestivos paralelos entre el estilo radioteatral de Evita aplicado a su carrera política. En este contexto, yo agregaría la posibilidad de un cotejo entre Eva Perón y Victoria Ocampo como figuras arquetípicas de la Argentina del siglo veinte, similar al propuesto por David Viñas entre Borges y Perón. Las relaciones entre la fundadora de Sur y el peronismo se resumen en Meyer (1979: 140-165). (16) Pienso en versiones más institucionalizadas que la Secretaría de Trabajo original y la propia Fundación: en distintas encarnaciones se han llamado ministerios o secretarías de Bienestar Social, Asistencia Social, Acción Social. (17) Para el culto póstumo de Eva Perón desde una perspectiva antropológica, véase Taylor (1979); para la bastardización europea y norteamericana sobre Evita superestrella a partir de la década del setenta, véase Ciria (1983). El talento organizativo de Evita para la movilización política, subordinada al interés de Perón, tiene escasos paralelos a escala mundial. Dejando de lado las profundas diferencias, menciono aquí a Janet Jagan, nervio activista del Progressive People's Party que presidía su esposo Cheddi Jagan, antes de la independencia de la Guayana inglesa en 1966; y en Imelda Marcos, que a principios del ochenta era alcaldesa de Manila y ministra de Asentamientos Humanos en el gabinete de su cónyuge Ferdinando, en Filipinas. (18) El mismo Martínez Estrada, oscura y críticamente, llegó a intuir el poder de la palabra oral en Perón (1956: 236): "La fuerza de catequesis más poderosa del peronismo, repito, fue la oratoria de Perón. Más que su presencia arrogante, su voz misteriosa, surgida del diabólico altoparlante de la radio en todos los lugares del país (el subrayado es mío, A. C.). Sobre aspectos de comunicación de masas en el peronismo, véase Ciria (1971a: 90-92) en lo referente a radiofonía y televisión. (19) Los diarios argentinos recogieron las consignas, canciones y dichos -viejos y renovados- que los peronistas antiguos y recientes repitieron en ocasión del retorno de Perón a la Argentina en noviembre-diciembre de 1972. Ejemplos muy ilustrativos en Clarín (20-XI-72: 18-19) y La Opinión (21-XI-72: 8). Otra muestra de la perduración del movimiento tras prolongadas proscripciones. (20) El paralelo entre Borges y Perón, como figuras asimétricas y representativas de la Argentina del siglo veinte, sería una importante avenida de investigación en vista de lo que viene sosteniendo David Viñas, bajo su firma y con seudónimo (1982: 7; Cairo, 1981: 333-335): por encima de obvias diferencias hay grandes parecidos entre ambas figuras, que encarnan respectivamente las líneas elitista-liberal y nacional-populista; los modelos de sus mensajes son la plegaria y la orden, "...entendidas ambas como dos circuitos verticales con sus destinatarios: dioses allá arriba, masas ahí abajo..."; Borges y Perón encarnan un "doble mito inmovilizador" que aún no se ha trascendido, etc. Para los datos elementales de la vida y obra de Borges durante el primer peronismo, véase la biografía literaria escrita por Emir Rodríguez Monegal (1978) y la antología preparada en colaboración con Alastair Reid (1981). (21) La cineasta alemana Leni Riefenstahl, mientras filmaba su documental de propaganda El triunfo de la voluntad en Nüremberg durante 1934, exclamó "¡Tiempo de Hitler!" cuando el sol asomó por fin detrás de las nubes ni bien hizo su aparición el Führer (Phillips, 1976: 53). Los políticos del Partido Republicano solían referirse al "tiempo de Roosevelt" cuando el sol brillaba durante los discursos al aire libre de Franklin Delano Roosevelt, en el treinta y el cuarenta (Time, 1-II-82: 32).
Nota: 1983 - Ediciones de la Flor. Buenos Aires. Argentina.

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