9/11/07

LA ESCLAVITUD EN GRECIA Y ROMA

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LA ESCLAVITUD EN GRECIA Y ROMA
José Antonio Fernández Cáceres
Introducción
No parece haber dudas de que nuestra civilización ha sido la heredera de numerosas características de griegos y romanos, tales como la filosofía la literatura y formas estéticas. Sin embargo, esta admiración por la que es la primera civilización por excelencia, choca con determinados rasgos que introducen en ésta una profunda huella de barbarie, provocando una importante contradicción. ¿Cómo puede haberse inventado la filosofía, la política y levantado monumentos que encarne tan profundamente estos nuevos valores, y al mismo tiempo hacer luchar a unos individuos en el anfiteatro o convertir a una parte de la Humanidad en esclavos?. Dar respuestas a estas preguntas que siempre han rondado por mi cabeza sin que, por una razón u otra, pudiera dedicarle el tiempo suficiente para conseguir una explicación satisfactoria, ha sido el motivo de dedicar este trabajo a la esclavitud en Grecia y Roma. Aprovechando así la oportunidad que me da esta asignatura de Historia de los Sistemas Políticos para realizar un trabajo de carácter obligatorio pero de libre elección, permitiéndome así dedicarle el tiempo necesario para cumplir mi objetivo. Parece que el pensamiento antiguo tiene la idea de que la humanidad es una sola, pero no quiere saberlo. La filología clásica alaba a Cicerón y a Séneca por haber hablado de la común sociedad del genero humano, y afirma que antes del estoicismo los griegos no consideraban humanos al esclavo o al bárbaro. Pero el descubrimiento de la humanidad es anterior a los estoicos en unos cuatro millones de años aproximadamente, data de los primeros homínidos, ya que todos los animales superiores saben reconocerse entre sí como miembros de sus especies respectivas. "Existe una amistad entre los representantes de una misma especie viviente", escribe Aristóteles. Pero una cosa es reconocer a Adán como padre de toda la humanidad y otra muy distinta es sacar consecuencias prácticas de ello. La esclavitud se nos presenta como algo que choca con nuestro sentido de la humanidad y del género humano. Platón y Aristóteles son tan universalistas como los estoicos: ninguno de ellos ignora que los esclavos y los bárbaros son seres con dos pies y sin plumas que pertenecen al género humano. Pero por otra parte constatan que las capacidades congénitas de los individuos son diferentes. El problema para ellos será decidir si lo importante es esta común naturaleza o las desigualdades entre los individuos.
La ideología esclavista de la época y sus teorías
Para Platón y Aristóteles una sociedad justa se basa en las desigualdades. La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo puede concebirse una sociedad donde coexistan el ciudadano libre y el esclavo?. La respuesta variará en función de las diferentes situaciones históricas. En un primer momento, el gran concepto justificativo es la idea de naturaleza. Se es esclavo porque su naturaleza es esencialmente servil. Esta idea se pone de manifiesto en el libro I de la política de Aristóteles. La idea del esclavo por naturaleza se basa en la afirmación según la cual la naturaleza de una cosa es su finalidad y cada cosa tiene su propio fin porque la naturaleza hace cada objeto para una sola finalidad. Esto también es lo que subraya Platón que escribe que la naturaleza había creado a los hombres no iguales, sino diferentes los unos de los otros y aptos para tal o cual función. Los estoicos, preocupados más por la felicidad del individuo que por la sociedad, profesan que la naturaleza está bien hecha: aunque las capacidades físicas e intelectuales sean desiguales, ha dado a todos los individuos la posibilidad de acceder a felizmente a la virtud. Cada cual llegara a ella si cumple con su oficio en el puesto que la Fortuna le ha asignado: si es el emperador, hará virtuosamente su oficio de emperador; si es el esclavo, su tarea de esclavo. El universalismo estoico conduce pues al mismo punto, prácticamente, que Platón y Aristóteles, a pesar de que la esclavitud para los estoicos, no es natural, porque la única distinción natural es la de cuerdos y locos: el verdadero esclavo es el hombre libre no virtuoso, puesto que se halla sometido a sus pasiones. Las diferencias naturales constituyen, pues, la base de las diferencias de estatus. Pero basándose en qué criterios se es amo o esclavo. Aristóteles destaca dos criterios esenciales. El primero es de orden político. Este filósofo considera que mientras que el hombre es ante todo un animal político, el esclavo carece de facultades para deliberar por naturaleza, participa de la razón sin poseerla él mismo (pol. I, 13, 7). El modo de vida del ciudadano es el ocio que le permite dedicarse a otras actividades creadoras como la política. El esclavo es concebido como un objeto animado que forma parte de la propiedad. Esta misma idea aparece constantemente en el derecho romano, donde el esclavo se asocia frecuentemente con otros elementos del patrimonio: se le vende según las mismas reglas que rigen para un trozo de tierra, se le incluye en una herencia entre los instrumentos y los animales. Es ante todo un objeto. Al contrario que el trabajador asalariado, su persona no se distingue de la fuerza de su trabajo. El segundo criterio se articula estrechamente con el primero. La diferencia de naturaleza que opone al amo y al esclavo se manifiesta en el cuerpo (los unos se yerguen noblemente, los otros son fuertes) y en el alma. A los ojos de Aristóteles, los esclavos nacen congénitamente fuertes y viles. Esta regla natural tiene sus excepciones, ya que puede ocurrir que un hijo de esclavo nazca con un cuerpo débil y un alma elevada, de la misma manera que a veces gente de bien no engendra gente de bien; pero ya se sabe que las leyes de la naturaleza no siempre se cumplen. Por esta razón resulta muy difícil detectar la belleza del espíritu, ya que muchos tienen un cuerpo de hombre libre sin tener el alma de tal. Parece claro como ha procedido Aristóteles: el filósofo se encuentra ante unos esclavos que son unos pobres desgraciados e incapaces de vislumbrar su apariencia social y adivinar su origen, ve a estos hombres fuertes, humildes e ignorantes, y no se le ocurre pensar que la servidumbre y el desprecio los ha hecho efectivamente ser viles y los embrutece. La idea de que no se nace esclavo, sino que se llega a ello debido a la socialización no se desarrolla hasta el siglo XIX. Estos criterios no son suficiente para garantizar la amenaza de que una parte de los ciudadanos sean sometidos a la esclavitud por la otra parte. La solución que se dará será la de hacer coincidir las ideas de esclavo con la de extranjero. De esta manera las sociedades esclavistas podrán satisfacer sus necesidades sin ir en contra del principio que excluye la servidumbre de una parte de la población indígena. Aún más eficaz es hacer coincidir esclavo y bárbaro. Esta opción se justifica gracias al criterio político que esgrime Aristóteles: el bárbaro no pertenece al mundo de la ciudad y es, por lo tanto, por naturaleza un ser degradado, incapaz de utilizar convenientemente la palabra con la cual sólo el hombre, de entre todos los seres, ha sido dotado. Del mismo modo Platón en La República vincula fundamentalmente el problema servil con las guerras contra los bárbaros. La ideología esclavista romana se desarrollará sobre estas bases. Sin embargo, se produce un cierto número de inflexiones con respecto a la herencia aristotélica. Roma colocada, como única verdadera ciudad, en el centro de un sistema, arrastra esclavos de todo el mundo Mediterráneo y su periferia. La coincidencia entre libertad-ciudad, barbarie-esclavitud queda salvada, pero para esencial provecho de Roma. Con la invasión de Grecia por parte de Roma, podemos decir que en cierto modo, las venerables ciudades griegas han caído al estado bárbaro. La ciudadanía romana y sólo ella encarnara desde ahora a la libertad. Los cambios no se reducen al desplazamiento del centro de gravedad del sistema. La importancia del criterio de ciudadanía se debilita poco apoco. La creciente importancia de los valores comerciales implica la afirmación progresiva de un corte esencial que pasa ahora no tanto entre ciudadanos y no-ciudadanos, como entre libres y no-libres, entre los que son susceptibles de manipular las mercancías y los que son mercancías. Desde este momento los criterios aristotélicos de identificación del esclavo evolucionaron. Con respecto al cuerpo, ya no es un ser deforme con relación a la belleza simbolizada por el ciudadano, sino a las normas de producción. Nada es un defecto si ello no le impide trabajar. El esclavo aparece así prácticamente desprovisto de cualquier naturaleza física específica. La perspectiva romana es más realista que la griega, ya que la primera sabe que no se nace con una poderosa musculatura, sino que se adquiere. De ahora en adelante el esclavo, pues, es alguien que ha sido comprado para ser destinado a tareas serviles, sea cual sea su morfología.
¿Cómo se convierte una persona en esclava?
Las más antiguas de las causas de la esclavitud, tanto en Grecia como en Roma, fue la captura de prisioneros en el curso de una guerra. En las relaciones bélicas el vencedor se convertía en dueño y señor absoluto de los bienes y de las personas del pueblo vencido, y el vencido, normalmente era esclavizado y vendido como tal esclavo. Esta forma de esclavización hacia que el número de esclavos disponibles en los mercados variaran en función de actividad militar. Pero no todos los esclavos fueron cautivos, también es frecuente encontrar como origen de ésta la venta de un hombre por sí mismo. Los hijos de padres esclavos o madre esclava eran esclavos por esta razón. Los niños que nacían libres podían convertirse en esclavos ya que padres indigentes a menudo recurrían a uno de estos dos métodos para deshacerse de los hijos que no podían mantener: la venta y el abandono, aunque las leyes lo prohibían. Un método más cruel y más directo era el abandono de los hijos no deseados, que con mayor frecuencia eran niñas, los salvadores tenían el derecho a criar al niño y quedárselo como esclavo. Los niños desamparados también podían ser víctimas del secuestro por los tratantes de esclavos. No sólo los niños nacidos libres afrontaban la amenaza de la esclavitud; los adultos también podían perder su libertad por diversas razones. Una de ellas era una sentencia legal, a menudo por impagos de impuestos, lo que implicaba la pérdida de la ciudadanía. En Grecia, desde Solón, esta última modalidad no estaba permitida; el deudor no podía ser reducido a esclavitud, pero el acreedor que hubiera pagado el rescate de un prisionero y que no lograra reembolsarse de él, podía tomar al prisionero como esclavo. El indigente podía ofrecerse en prenda como precio de una existencia prolongada. Los adultos, al igual que los niños, podían caer en manos de los secuestradores y ser vendidos como esclavos, pero probar su ciudadanía era suficiente para recuperar la libertad. La importación de esclavos llegó a convertirse en Grecia en el tercer producto de importación en el orden de importancia, éstos procedían en su mayoría de las regiones orientales, Caria y Cilicia, regiones del Ponto y también del norte del Egeo, especialmente Tracia. Igualmente el tráfico de esclavos también adquirió unas dimensiones considerables en Roma, especialmente durante la República, alimentado por los piratas; el principal mercado de esclavos era Delos, en donde a finales del siglo II llegaron a venderse hasta 10000 esclavos cada día. Aunque en la antigua Grecia el número de esclavos no fue nunca muy numeroso, en el siglo VIII a. C., ya existía un mercado de esclavos que se llamaba Lemnos el cual era alimentado sobre todo por los fenicios.
Tipos de esclavos
Los tipos de esclavos están relacionados con las actividades llevadas a cabo por éstos las cuales eran muy variables. Sin embargo, podemos hacer dos grandes grupos: los esclavos rurales y los urbanos. Se ha señalado a menudo el corte esencial que separa a los esclavos rurales de los que se emplean en las ciudades, en particular en casa del amo. Efectivamente, parece corresponder a una profunda realidad: cuando la gran revuelta servil dirigida por Espartaco, los esclavos rurales se sublevaron, pero los urbanos parece que reaccionaron poco o nada. Esto fue debido a que los esclavos del campo se encuentra en su mayor parte destinados a los trabajos de producción, sin apenas contacto con su amo y sometido a una severa disciplina. Catón, en su Tratado De agricultura, manifestaba que un esclavo que no trabaje cuesta dinero en lugar de traer beneficios, por lo tanto, todo su tiempo debe consagrarse a la producción: toda la organización de las empresas debe estar dirigida para limitar lo más posible toda pérdida de tiempo, que equivale a una pérdida de ganancias. Este sistema cerrado del campo, es contrario al mundo del esclavo urbano, donde la organización del trabajo es totalmente diferente. En primer lugar muchos esclavos escapan del control directo y permanente, ya que se ocupan de diferentes asuntos, tiendas o empresas artesanales, para beneficio del amo, y gozan así de una autonomía que no es posible en el campo. Además los numerosos esclavos que viven en casa del amo asumen funciones muy específicas. Se trata de una servidumbre destinada a facilitar la vida cotidiana de los dueños de la casa, y por lo tanto sometida a ritmos de trabajo que depende mucho más de los caprichos de estos últimos que de la gestión racional de una empresa El papel de la esclavitud en las actividades economics
Tal como decíamos en el apartado anterior, los esclavos eran utilizados tanto para realizar las faenas del campo, como para realizar tareas propias de la ciudad. Por esta razón a la hora de estudiar el papel que han desempeñado los esclavos en la economía griega y romana, habrá que diferenciar entre las actividades llevadas a cabo por el esclavo rural y las realizadas por el esclavo urbano. A lo largo de toda la historia griega, siempre se ha realizado la explotación de los esclavos en el campo en mayor o menor medida según la época histórica. Pero a pesar de que en un primer momento nos parezca que la utilización de esclavos era la mano de obra más barata, no siempre ha sido así. En la antigua Grecia, los esclavos fueron poco numerosos desde el siglo VIII a. C. y costaban muy caros. A mediados del siglo VI a. C. un esclavo costaba en el Atica 200 dracmas, mientras que por un salario de 60 dracmas se podía contar con un obrero agrícola libre durante todo el año, por lo cual esta segunda fórmula fue a menudo la preferida. A partir del siglo IV a. C. Aparece un mercantilismo agrario. Se comienza a producir en gran escala, con la finalidad de proceder a la venta de los excedentes y no la del consumo del producto en el lugar de su producción. La carga del trabajo para conseguir esta producción recaía en una masa de esclavos que eran dirigidos por un intendente o administrador. Los romanos desde un principio, practicaron la esclavitud agrícola aunque a pequeña escala empleando un número muy reducido de esclavos. Durante los siglos III, II y I a. C., Roma recibió miles de esclavos procedentes de las filas de los ejércitos vencidos y de las ciudades conquistadas. La economía de Italia queda profundamente afectadas por esta situación. En el campo, la pequeña propiedad campesina tradicional queda marginada a las zonas internas y septentrionales de la península. Aquí la tierra es trabajada por el propietario, con la ayuda de algunos esclavos y jornaleros. En Sicilia y en sur de Italia domina el sistema de latifundios, inmensos dominios dedicados a la ganadería extensiva o trabajados por pequeños campesinos que deben pagar una renta, algunos de éstos eran esclavos. Por otro lado, Desde Etruria hasta Campania, pasando por Lacio, debido a que se produce un incremento de las riquezas de la elite permitiendo a sus miembros invertir más en tierras, éstas son acaparadas por grandes propietarios. Éstos se encontraron con el problema de conseguir mano de obra para sus fincas, porque sus propiedades eran demasiado extensas para ser cultivadas por una sola familia de arrendatarios y porque un gran número de trabajadores tradicionales estaban abandonando las tierras. Esto llevo a la elite a recurrir al emplea de esclavos en sus tierras ya que éstos no eran difíciles de conseguir en esa época. De esta forma Roma dejó de ser una sociedad propietaria de esclavos para convertirse en una verdadera sociedad esclavista. El paso de la República al Imperio, trajo consigo una disminución del número de esclavos debido al fin de las guerras de expansión y la represión de la piratería por la armada imperial. Sin embargo, en la época de Augusto se estaban produciendo cambios fundamentales en el sistema de explotación rural. Con el aumento de la especialización se dedicaron menos tierras y esclavos al pastoreo y se desarrollo la agricultura a gran escala con el objeto de producir alimentos para su venta en los mercados urbanos. Proliferaron las villas en los latifundios. En estas villas los propietarios absentistas fueron la norma, delegándose la administración local en capataces, a menudo esclavos, que organizaban el trabajo de las cuadrillas de esclavos. La organización del espacio queda centralizada por un gran edificio, la villa propiamente dicha, que incluye lujosos edificios para cuando el amo llega de paso; células para los esclavos, anexos para las necesidades de la explotación. Los cultivos son intensivos, muy especializados y dedicados sobre todo a la comercialización. En resume, se trata de una verdadera manufactura rural, organizada según los principios de la disciplina paramilitar. Este sistema de villa es el que dominará el sector agrícola. El latifundio de explotación extensiva, no juega más que un papel secundario, pero no por ello despreciable, particularmente porque facilita el funcionamiento de la villa, proveyéndolas de esclavos y cereales. Estos dos modos de explotación complementaria basadas sobre el trabajo de los esclavos, modifican radicalmente la situación en el campo. A partir de los siglos II y III d. C., la esclavitud dejó de tener la importancia de principios del Imperio, lo cual no fue debido a un mejora de las condiciones de los esclavos, sino al estatus cada vez más degradado de los campesinos libres. Los propietarios de las villas dispersaron progresivamente a sus cuadrillas de esclavos y dividieron sus tierras en pequeñas parcelas que concedieron a los campesinos libres, a los libertos y a los llamados esclavos adscripticios, éstos esclavos ven como se les confían la administración de una tierra, con todo lo que ello significa de relativa autonomía y responsabilidad. Los campesinos arrendatarios, al comienzo del siglo III d. C., perdieron la libertad de movimiento cuando un decreto del emperador Diocleciano los adscribió a sus tierras. Con el tiempo éstos fueron perdiendo sus derechos y muchos de sus privilegios ante la ley. Hacia final del Imperio, las diversas categorías de trabajadores rurales apenas se distinguían entre sí; en la práctica todas estaban adscritas a sus tierras. La clave del declive de la esclavitud fue que entonces se podía contar con los campesinos adscritos a la tierra, los coloni, como mano de obra, y los propietarios no tenían que depender ya de los esclavos. Los trabajos realizados por los esclavos la ciudad eran muy variados jugando un papel de una importancia vital en su economía. En la Grecia antigua, los dorios utilizaron a los esclavos solamente para el servicio doméstico, ya que éstos eran un pueblo exclusivamente guerrero y no trabajaban ni en la agricultura ni en el artesanado, es decir, era una esclavitud de tipo familiar En el siglo V a. C., la industria adquirió una creciente importancia en algunas ciudades griegas, especialmente en Atenas. Se fundaba en la explotación de la riqueza minera del suelo, explotación que era llevada a cabo por la mano de obra esclava, como en el caso de las minas de plata de Laurion. Normalmente eran pequeñas industrias artesanas pero a veces había fábricas de más envergadura. De éstas, la mayor que se conoce del siglo V era una fábrica de escudos en el Pireo, que reunía hasta 120 esclavos. En los astilleros, la mano de obra estaba integrada por pequeños artesanos libres y esclavos. Los esclavos podían ocupar puestos importantes tales como el de banquero, el cual servía a veces de intermediario entre el prestador y el comerciante. El banquero también ejercía funciones de cambista, a través del cual el comerciante o extranjero que estaba de paso podía procurarse unas monedas locales y hacer que le valoraran las monedas extranjeras que traían. Esta función de intermediario y de cambista permitía a los banqueros obtener sustanciosos beneficios. Otro de los puestos que con frecuencia fue ocupado por el esclavo griego fue el de director de un establecimiento comercial, quien pese a todo continuaba siendo esclavo. Por otro lado estaban los esclavos especialistas, que ocupaban puestos de profesores, médicos, músicos, cocineros, etc., en realidad su situación dependía del oficio que ejercieran. Los esclavos domésticos liberaron a la madre de familia del trabajo que en otro tiempo era realizado por ella en el entorno de la familia. Pero también se desarrollo en la ciudad un trabajo artesanal de los esclavos que ejercían un oficio. Esclavos y libertos absorbieron el mercado de trabajo. Otra de las actividades a las que se eran sometidos los esclavos griegos eran a las practicas homosexuales. Estas prácticas eran consideradas algo natural en el mundo masculino del grupo de guerreros griegos. Por otro lado, las mujeres libres de la ciudad jamás estuvieron presentes en las celebraciones griegas llamadas sympósia, las únicas mujeres que estaban presentes eran jóvenes esclavas. Eran elegidas por su juventud y belleza y con frecuencia bailaban desnudas, las chicas solían acabar en el lecho de los invitados. Algunas de éstas podían adquirir una posición especial al ser la compañera constante de uno o más invitados y, en este caso, recibía el nombre de heteras. Los esclavos urbanos romanos, a menudo trabajaban en empresas industriales y comerciales. No había fábricas en el sentido moderno de la palabra porque la manufactura romana tenía lugar en su mayor parte en pequeños talleres donde los artesanos producían cerámica, artículos de vidrio, joyas, ladrillos y similares, artículos de metal y productos cocinados. En estas actividades se utilizaban tanto esclavos como personas libre, pero con mayor frecuencia se empleaban esclavos, ya que pocos hombres libres aceptarían las duras condiciones de este trabajo. La revolución que tuvo lugar a raíz de los cambios producidos durante el paso de la república al Imperio en el campo, también tuvo sus repercusiones en la organización de la producción de la artesanía. Aquí seguirán subsistiendo los talleres tradicionales, pero quedan marginados a la confección de productos de mediocre calidad con una producción muy restringida. De ahora en adelante la producción queda acaparada por los grandes talleres y sobre todo por las verdaderas manufacturas urbanas comparables punto a punto a las villas agrícolas, con la misma utilización racional de la mano de obra donde predomina los esclavos. El esclavo se encuentra, pues, en el centro de un profundo cambio económico. Esta claro que estas manufacturas son el reflejo del papel dominante desde ahora ejercido por el modelo esclavista. Gran parte de los trabajadores que han quedado jurídicamente libres está sometida desde ahora a unas condiciones de trabajo inspiradas directamente en lo que podría esperarse de un esclavo explotado racionalmente. En el marco de la producción esclavista, el esclavo está dotado de una notable eficacia. Esta inserto en una organización que le priva de toda iniciativa: su dimensión humana queda definitivamente borrada y se transforma en una máquina dotada de una habilidad de la que carecen aún nuestros actuales robots. En el medio urbano se constata el mismo fenómeno fundamental de retroceso en la organización manufacturera de la producción que la que tuvo lugar en el campo. Llega a ser habitual permitir al esclavo artesano una actividad autónoma, y para administrar sus empresas, el amo recurre a unos administradores, casi siempre esclavos, que regentan el taller. En esta situación ser esclavo se convierte en un medio de promoción social. Todas estas mutaciones suponen, en la práctica, un debilitamiento de la incapacidad jurídica del esclavo, ya que hay que dejarle cierta libertad de acción. Se ha sugerido que la esclavitud retrasó el proceso tecnológico, punto débil en el mundo romano, al hacer innecesarios los mecanismos y las técnicas que ahorrasen mano de obra, y que la mano de obra esclava no podía competir en eficiencia con la libre. Las recientes investigaciones sugieren que en realidad no hubo diferencias entre la mano de obra esclava y la libre. La artesanía no se resentía cuando las tareas tales como la producción de cerámica se encomendaba a esclavos Por otro lado, las explotaciones esclavistas no se contradicen en absoluto con las investigaciones técnicas. En las villas es donde se utilizan de modo más racional los lagares de aceite o vino y donde más rápidamente se difunde las importantes innovaciones técnicas que conciernen a estas máquinas. Innovaciones tan importantes que se emplearán casi tal cual hasta la era contemporánea. Además se olvida con demasiada frecuencia la extraordinaria eficacia del esclavo racionalmente explotado. Como observa Aristóteles, si las lanzaderas tejieran solas y las púas tocaran solas las cítaras, no harían falta ni obreros ni esclavos. Para poder tratar de modo satisfactorio el retraso industrial y el estancamiento tecnológico en Roma, se requiere una perspectiva diferente que tenga en cuenta a los beneficiarios de la artesanía, que fueron los propietarios, no los esclavos. Los propietarios carecían de un conocimiento especializado de los procesos implícitos y los trabajadores que podrían haber inventado técnicas o herramientas para ahorrar mano de obra no tenían incentivos o medios para hacerlo. Económicamente la Edad media aparecerá como una época de recesión, a pesar de que toscas máquinas sustituirán a las expertas máquinas humanas. Se trata de una economía extensiva donde la tierra produce poco, donde se reducen los talleres para adecuarse a la demanda, sustituye a una economía intensiva, basada en una notable productividad obtenida gracias a fuertes inversiones en hombres-máquinas. Esta transformación radical de la organización de trabajo es consecuencia de la desaparición del modo de producción esclavista, fenómeno que se rematará en el siglo II d. C. La historia de esclavitud queda, pues, marcada por dos grandes cortes. En primer lugar hacia el 200 a. C., que marcará el inicio de la puesta en marcha de un sistema económico basado en la explotación racional del esclavo. Luego, el de siglo II d. C., que corresponde a la ruina de este sistema. Dentro de la ciudad existe otro tipo de esclavos distintos de los que realizaban trabajos industriales y artesanales: los esclavos domésticos. Igual que en Grecia, en Italia los esclavos domésticos fueron muy comunes. Todas las personas acomodadas, adineradas o ricas empleaban esclavos como sirvientes domésticos. En el apogeo del Imperio, los propietarios de esclavos provenían de un amplio espectro de la escala social, desde la nobleza, pasando por las clases medias, hasta los artesanos. Los propietarios asignaban a sus esclavos todo tipo de tareas domésticas, en calidad de doncellas, guardianes, mecánicos o cocineros En el ámbito de la esclavitud doméstica, algunas ocupaciones de los esclavos romanos daban a quienes las desempeñaban roles de mayor responsabilidad como la puericultura, la educación y la medicina. En las escuelas organizadas por los municipios y financiadas por los padres de los alumnos, los maestros eran a menudo esclavos. Las prácticas médicas científicas llegaron a Roma con los esclavos procedentes de Grecia y de otros lugares del Mediterráneo oriental. La explicación de esto reside en la actitud de la elite romana, que habitualmente encauzó su actividad creativa hacia las tareas militares y políticas. Por consiguiente necesitaron hacer uso de la formación y el conocimiento de las artes y las profesiones liberales que muchos esclavos orientales poseían. Sin embargo, los esclavos estaban excluidos del servicio militar, a excepción de periodos aislados de necesidad urgente. Un esclavo que se hiciera pasar por libre para entrar en el ejército se arriesgaba ala pena capital. Pero aunque no podían ir armados y participar en el combate, los esclavos contribuyeron al funcionamiento del aparato militar. Se les empleó en intendencia y en otras tareas no militares; todos los oficiales e incluso los soldados rasos tenían criados que les acompañaban. Los romanos, al igual que los griegos, mantenían relaciones sexuales con los esclavos domésticos. Algunos de acuerdo con sus preferencias sexuales, compraban jóvenes de uno u otro sexo para que les sirvieran de pareja sexual. Otros compraban esclavos y los prostituían, y ese era el destino final de muchas niñas abandonadas por sus padres y criadas por los que las encontraban. Otro tipo de actividades y que es necesario destacar son las realizadas en la ciudad por los esclavos públicos. Estos esclavos representaron un papel importante dentro de la administración pública. Fue un fenómeno que se produjo primero en Grecia y posteriormente en Roma. En Grecia, a los esclavos públicos se les proporcionaban alojamiento, vestido, alimentación y gratificaciones. Tenían trabajo fijo, podían casarse, tener un patrimonio e incluso un esclavo. Realizaban todo tipo de trabajos en la ciudad, pero los más importantes de estos esclavos eran los empleados en las oficinas y pequeños funcionarios. Cumplían funciones de alguaciles y porteros de los tribunales, de secretarios, de archivero de tesoreros, de contables y de escribas, etc. gracias a ellos la administración estaba asegurada; constituían el personal estable, el elemento fijo que asegura la continuidad administrativa más allá de los cambios políticos Los esclavos públicos romanos son llamados la familia Caesaris, que literalmente traducido quiere decir "la familia del emperador". Se dividía en dos categorías principales: el personal de la casa imperial y el que se ocupaba de la administración del imperio. Las obligaciones de los esclavos de la casa imperial eran las propias del servicio doméstico. El grupo administrativo constituía la burocracia que se ocupaba de llevar los archivos y la correspondencia, recaudar impuestos y desembolsar el dinero; también se llevaban las bibliotecas y el sistema postal. El suministro de agua para la ciudad de Roma estaba administrado por los esclavos imperiales. Los esclavos imperiales dirigían los acueductos, las minas, las canteras y la casa de la moneda. La situación de los esclavos imperiales (igual que sucedió en Gracia con los esclavos públicos) fue diferente al del resto de los esclavos. Los miembros de este grupo podían esperar la manumisión y con frecuencia prosiguieron su carrera como libertos imperiales. Llegaron a constituir una categoría social aparte en la sociedad romana. La gran diferencia que existía entre los esclavos normales y los imperiales, se pone de manifiesto en el hecho de que, tal como se ha explicado anteriormente, los esclavos tenían prohibido entrar en el ejército, sin embargo, los esclavos imperiales podían estar al mando de embarcaciones. La razón del porqué se empleó a los esclavos de esta forma, es que la elite romana rehuía cualquier tarea pública que no estuviese relacionada con el ejército y la política. Para las oras tareas requeridas por la administración del Imperio, hubo que emplear a quienes no tenían prejuicios tradicionales en contra de tales tareas, a quienes podían ser adquiridos de un modo barato y rápido, a quienes podía obligarse a trabajar por la fuerza.
La esclavitud ante el Derecho y las relaciones amo-esclavo
Las condiciones de vida del esclavo eran variables, en función de la política que se estuviera aplicando en ese momento, el esclavo podía tener algunos derechos o ninguno. En la antigua Grecia el esclavo siempre estaba al poder absoluto del amo, pero éste formaba parte del "genos"(unidad política, económica, familiar y religiosa. Dirigidos por un jefe "cuya sangre es la más pura" y que desciende de un antepasado que es adorado por todos), esto se vio atenuado en principio por las costumbres y después por el derecho. Así, hacia el siglo XII, el esclavo recibió un estatuto jurídico, fue reconocido su matrimonio, podía ser propietario y dejar sus bienes a sus hijos. En el 593 a. C., Solón fue nombrado arconte. La reforma política llevada a cabo por Solón fue importantísima para evitar el abuso de los ricos sobres los pobres, los cuales, hasta la llegada de Solón, podían acabar como esclavos. Solón fue comerciante y después hombre público. Su concepción consistía en establecer un equilibro entre ciudad y ciudadano a través de una justicia impuesta por medio de leyes buenas que cambiase los derechos de todos, y de una moderación que impidiera tanto los excesos de riqueza como los de pobreza. Solón, se propuso la disgregación del "genos" por medio de la liberación de la propiedad y del individuo. Así, las reformas que realizó llevó a la liberación de las tierras dadas en garantía, en supresión de las hipotecas y el rescate de los deudores vendidos en el extranjero o reducidos a esclavitud en el domicilio del acreedor. Abolió el préstamo con la garantía prendaria del cuerpo del deudor, y ningún crédito pudo en adelante ser ejecutado sobre la persona del deudor insolvente. Por otro lado, otorgó el título de ciudadano a los desterrados de otras ciudades y a extranjeros establecidos. En Atenas, durante la época democrática, la condición jurídica del esclavo empeoró. Se trataba de una democracia cerrada, en la que sólo una minoría de habitantes ejercía le poder. No había igualdad entre los hombres, ni siquiera entre los hombres libres. El gran liberalismo que se inició con Solón en el siglo VI, se vio frenado bruscamente en el siglo V debido a una política netamente racista llevada a cabo por Pericles. En Ateneas, bajo este sistema político el esclavo pasó a convertirse en un simple "objeto" de propiedad, susceptible de ser vendido, legado o alquilado. Carecía de personalidad jurídica, no podía casarse, no tenía patrimonio; si cometían un delito, sólo podían ser condenados apenas corporales. Si producían un daño, tenía que pagarlo su amo, a menos que éste prefiriera abandonarlo en manos del acreedor. El amo tenía el derecho de corrección (látigo, argolla o cepo, prisión), si bien este derecho no era sobre la vida o la muerte del esclavo. Nadie excepto el amo podía golpear al esclavo y las penas dictadas contra ellos por parte de los funcionarios estaban estrictamente limitadas. Los derechos del esclavo en la Atenas de esta época se limitaban a proteger la vida de éste, ya que matar a un esclavo era similar al homicidio de un ciudadano y si era excesivamente desgraciado, podía refugiarse en los santuarios, o bien, solicitar ser vendido a otro amo. Uno de los aspectos que nos permite hacernos una idea de la situación jurídica de los esclavos en la Atenas democrática y de hasta que punto eran considerados como un objeto, es el arrendamiento de esclavos: cada amo podía alquilar a su esclavo cuando éste no le era necesario, o bien, le permitía buscar trabajo libremente para poder cobrarle una renta. Pero a pesar de todo, puede decirse que en conjunto los esclavos estaban relativamente bien tratados, ya que nunca hubo una rebelión de esclavos en esta época. La rebelión de esclavos tiene lugar en Atenas y Delos en el año 130 a. C., como consecuencia de las condiciones excesivamente duras de los esclavos en dichas ciudades, estos levantamientos fueron seguidos por las revueltas de esclavos en Sicilia y en Asia Menor en los años 134 y 133 a. C. Unas de las revueltas que supuso una innovación fue las protagonizadas por la alianza entre libres y esclavos, los cuales, actuaron juntos. Pero no tenían un programa revolucionario ni tampoco una doctrina, ya que aunque los estoicos predicaban la igualdad entre los hombres, lo limitaron a un plano moral y no fue trasladado al social. Tampoco tenían un jefe que diese forma al conjunto de sus reivindicaciones. Las revueltas sociales que se produjeron en las distintas ciudades fueron muy desordenadas y acabaron siendo reducidas siempre por la burguesía.. En el oriente helénico, concretamente en el Egipto griego, se daba una situación parecida a la ateniense, los esclavos eran propiedad del amo, pudiendo emplear su capacidad de trabajo del modo que quisiera, así como castigarlo con malos tratos corporales, si bien esto fue restringido por la legislación de los ptolomeos. En el Derecho administrativito greco-egipcio, el esclavo era considerado como una cabeza de ganado, siendo registrado en los libros públicos, debiendo pagar su amo un impuesto por ellos igual que por el ganado. Pero por otra parte el esclavo, al igual que el egipcio libre, podía ser miembro de una asociación, podía ser llamado a las "liturgias" y pagar la capitación por cuenta propia. En el Derecho penal, el esclavo es responsable de sus propios delitos, pudiendo ser rescatado por su amo pagando una multa. En Roma la primitiva esclavitud se caracterizaba por una diferencia étnica de los esclavos en relación con los romanos y por la total disponibilidad del esclavo por parte del amo. Pero estos esclavos eran muy escasos, estaban integrados en la familia del amo, tomaba parte de sus ritos religiosos; en general su condición no difería mucho de la de los niños. Las XII tablas, este texto fundamental del derecho romano a mediados del siglo V a. C., atestigua que el padre puede vender a sus hijos. En cambio, puede adoptar a un esclavo. Sin embargo, es obvio que existe una diferencia esencial entre el hijo y el esclavo. El primero está destinado a convertirse en ciudadano y en padre de familia, mientras que el segundo se quedará como es. Pero la situación cambió a partir del siglo III. Debido al aumento del número de esclavos como consecuencia de las guerras. Aunque, desde el punto de vista jurídico, la situación del esclavo siguió siendo la misma, no sucedió lo mismo en el plano social. El esclavo ya no estaba integrado en la familia y no se le otorgaba ningún valor. Los amos llevaban una vida totalmente diferente a la de los esclavos, quienes trabajaban por equipos en condiciones muy malas. Las condiciones que soportaron los esclavos en el mundo romano fueron duras, incluso peores que en la Atenas democrática,. El esclavo carecía de personalidad jurídica; era considerado una cosa propiedad del amo, el cual podía castigarle a su antojo hasta con la pena de muerte en determinadas circunstancias. El esclavo-mercancía esta solo ante los libres. Se halla amordazado por toda una ideología, por medidas jurídicas precisas, por actitudes cotidianas que lo aíslan, lo desvinculan del reto de la humanidad hasta el punto de excluirlo. Se ha convertido verdaderamente en una cosa o en un animal, y como tal lo considera el derecho. Un requerimiento especialmente inhumano, que de hecho se llevo a cabo en algunas ocasiones, era que si un propietario era asesinado, a todos los esclavos que se encontraran en las inmediaciones al ocurrir el hecho se les torturaba y ejecutaba. Hay pruebas de que muchos esclavos rurales trabajaban encadenados. Catón en Viejo, que fue considerado un hombre cruel por sus contemporáneos, propuso en sus escritos sobre la dirección de las tareas agrícolas en el siglo II a. C., que se tratara duramente a los esclavos rurales. Algunos amos llegaron a encadenar a los esclavos en los dormitorios por la noche. El ejemplo más horrible de las condiciones de los esclavos rurales romanos era el ergástulo, una prisión especial para los esclavos recalcitrantes. Sin embargo, dentro de este ambiente hostil para los esclavos hubo algunos amos que adoptaron una actitud mucho más humana este es el caso de Columela, el cual era un amo estricto pero bondadoso, incluso protector. Columela era partidario de los incentivos y recompensas a los capataces y esclavos Lo cierto es que, a excepción del trato a las cuadrillas de esclavos en los latifundios o en las minas y entre los gladiadores, con frecuencia hubo factores mitigatorios en el sistema que dieron al esclavo la posibilidad de llevar una vida sino satisfactoria, al menos cómoda y segura. En primer lugar el esclavo gozaba de la protección de su amo y de cierta familiaridad a la vez que seguridad en lo referente a la comida, la vivienda y la vestimenta. Podían participar en la vida religiosa de los cultos paganos y más tarde del cristianismo. En ocasiones se admitía el matrimonio entre esclavos. La posibilidad de conseguir la manumisión era grande, al menos para los hijos o nietos del esclavo, y la manumisión implicaba la ciudadanía. Esta facilidad con que los esclavos se convierten en ciudadanos romanos, pone de manifiesto la capacidad de Roma para abrirse a los elementos extraños, esta característica romana marca una profunda distinción con las ciudades griegas. En estas, desde época clásica, el cuerpo de ciudadanos constituye un mundo cerrado en el que es muy difícil integrarse. Visto desde este punto de vista, puede decirse que la situación de los pobres libres era mucho más insegura. Los esclavos tenían la seguridad de que sus amos estaban obligados a satisfacerles sus necesidades; los pobres libres se enfrentaban solos a un mundo hostil. Los que abandonaban o vendían a sus hijos por que no podían mantenerlos eran los libres, no los esclavos. La extrema situación de penosidad en la que se encontraba el esclavo rural, por un lado, y la dificultad en mantener la disciplina entre los esclavos que hacían su trabajo a menudo sin demasiada vigilancia, por otro, hicieron que en el apogeo de la expansión, cuando se llevó a Italia la mayor cantidad de esclavos, estallaron tres importantes revueltas seguidas. Estas revueltas se concentraron en un periodo de setenta años consecutivos. Empezaron con la primera de los esclavos sicilianos (del 1339 al 132 a.C.), continuaron con la segunda guerra, también en Sicilia (del 104 al 100 a. C.) y terminaron con la insurrección masiva de los años 73 a 71 a. C. organizada por Espartaco y otros gladiadores en el sur de Italia. Las tres rebeliones demostraron que los métodos de control social de los romanos no estaban aún lo bastante desarrollada como para hacer frente a la masiva afluencia de nuevos esclavos. La resistencia armada nunca cesó, sino que después de Espartaco tomó nuevas formas más difusas, asemejándose más al bandolerismo que a la sublevación. Estos poderes que ejercía los amos sobre los esclavos, jamás desaparecieron del todo, pero en el periodo imperial la ley los limitó cada vez más. En el año 319 d. C., Constantino suavizó las condiciones de vida de los esclavos especificando lo que un propietario podía hacer o no con sus esclavos. Antaño, el Estado no se manifestaba más que para reprimir las grandes revueltas. Desde ahora, se celebra su actuación dentro de la misma familia, donde la armonía se restablece en nombre de la salud pública. Todo el Alto Imperio, se caracteriza por una creciente intervención del emperador en las relaciones entre amo y esclavo. Ello supone un relajamiento de los lazos entre esclavos y amos, para dejar un espacio a la actuación del Estado. Aparecen leyes destinadas a luchar contra la formación de bandas armadas, introduciendo la noción de la responsabilidad del esclavo, que se supone que ya no debe obedecer ciegamente a su amo. Sobre estas bases, la legislación imperial comporta dos partes inseparables. La primera comprende medidas destinadas a proteger al esclavo de la violencia de su propietario. La segunda parte de la legislación concierne, a leyes represivas destinadas a garantizar la seguridad del amo. Ahora le corresponde al Estado la asunción de un papel represivo antes realizado dentro de la misma familia. La esclavitud en Bizancio disminuyó a lo largo de la Edad media. Esta disminución de esclavos se debió a cambios estructurales en la economía más que a leyes ilustradas por los emperadores o a pronunciamientos morales de la iglesia. En el siglo VI el emperador Justiniano se embarcó en una política destinada a restaurar la grandeza anterior del Imperio. Muchas de sus iniciativas fracasaron, pero obtuvo algunos triunfos. Para la historia de la esclavitud, el más importante fue su codificación del Derecho romano. El cuerpo del Derecho civil, comúnmente llamado el Código de Justiniano, suministró un compendio de doctrinas jurídicas por las que se gobernó Bizancio hasta su desaparición. El Código de Justiniano influyó de forma decisiva para la continuidad de la esclavitud en el mundo occidental, sirviendo de base para los códigos legales de muchos reinos europeos.
Recuperación de la libertad
El esclavo no siempre lo era de por vida. Tenía la posibilidad de obtener su libertad por diferentes medios. En la antigua Grecia, las manumisiones eran poco frecuentes ya que no interesaba ni al esclavo, pues que cuando obtenía la libertad era incluido en la categoría de los metecos, teniendo los mismos derechos y obligaciones de éstos. Además podían seguir manteniendo ciertas obligaciones con relación a su antigua amo. Cuando las manumisiones se producían, éstas podían adoptar cuatro formas: el rescate por el esclavo, el testamento del señor, la manumisión voluntaria por el amo realizada en vida y la manumisión por el Estado en recompensa por los servicios excepcionales prestados por el esclavo. Estos actos se realizaban con muy pocas formalidades, bastaba con una declaración oral o escrita. Durante la época del helenismo se producen cambios las formas y condiciones de conseguir la manumisión. Además de por testamento, la manumisión podía conseguirse por la consagración o venta a una divinidad. El esclavo era en realidad quien compraba su libertad pagando un precio al amo, pero teóricamente era la divinidad quien lo compraba. Una vez pagado el precio de la libertad el esclavo era liberado y ya no debía ningún servicio a su amo pasando a ser un hombre totalmente libre; pero si el esclavo había sido manumitido por el amo, continuaba obligado a guardarle respeto y a prestarle servicios personales. A veces el esclavo era liberado sin pagar ningún dinero, pero con el compromiso de entregar al amo una cantidad anual. Frecuentemente las manumisiones se realizaban ante notario público, después del permiso de la administración y de pagar un impuesto. En Roma, los esclavos, debido a las duras condiciones de vida, hicieron lo posible por salir de su estatus servil. Algunos fugitivos lograron escapar; otros incluso fueron elegidos para desempeñar cargos públicos antes de que se descubriera su condición. Pero la mayoría de los fugitivos fueron capturados de nuevo, su manera de hablar solía identificarles como no romanos, por otro lado las recompensas a los delatores reforzaban los esfuerzos del estado por devolver los fugitivos a sus propietarios. Desde el siglo II d. C. empezaron a utilizarse collares de metal que llevaba escrito el nombre del dueño en vez de marcar a los esclavos. Estos collares se hicieron tan comunes que la inscripción "T.M.Q.F."(tene me quia fugio, "detenme ya que soy un fugitivo") era suficiente. Hasta el siglo IV d. C., normalmente se marcaba la cara de los fugitivos capturados, pero debido a la presión cristiana, Constantino, en el año 315 ó 316, limitó la marca a las manos y a las piernas. A causa de los numerosos impedimentos la huida era un medio ineficaz de conseguir la libertad. La posibilidad de manumisión era mucho más segura. Los esclavos podían obtener su libertad mediante la intervención directa del Estado, como recompensa por el servicio meritorio que un esclavo le había prestado. Esto ocurría en general cuando esclavo revelaba un delito, denunciando a desertores, falsificadores de moneda, autores de libelos o violadores de vírgenes o de viudas. El Estado también podía conceder la manumisión al esclavo como consecuencia del castigo de un propietario por haber cometido algún delito. Este caso revela las limitaciones que el Estado imponía a la capacidad de un propietario de infligir daños a sus esclavos La manumisión, en la inmensa mayoría de los casos era prerrogativa del propietario. Éste podía emancipar al esclavo por una serie de razones: gratitud por un prolongado servicio, a cambio de un dinero ahorrado por el esclavo para comprar su libertad, libertar a una esclava con la que casarse o conceder a un esclavo moribundo su último deseo. Lo peor era cuando los propietarios manumitían a los esclavos ancianos o incapacitados, en realidad para concederles la libertad de morir de hambre en las calles o que el Estado los mantuviera. El propietario podía escoger entre otorgar la manumisión en vida o a su muerte. Estas formas de extinguir el poder del amo sobre el esclavo podían ser por una ceremonia llamada vindicta. Se trataba de una ceremonia en la cual el amo declaraba ante el gobernador o pretor que quería manumitir a su esclavo; el pretor reconocía la libertad pronunciando la addictio libertatis. Otra forma de obtener la manumisión es por la inscripción del esclavo en el censo de ciudadanos a petición de su amo; si el censor consentía en ello el esclavo quedaba en libertad. Y por último, mediante testamento. El amo decidía en su testamento que tras su muerte, el esclavo quedase en libertad. Los herederos tenían que respetar esta decisión ya que quien manumitía al esclavo era el difunto y no los herederos. Sin embargo, el incumplimiento de lo estipulado por los herederos era tan frecuente que el sistema legal ofreció medios para repararlo. Aunque la ley sostenía que los esclavos no tenían competencia legal y los excluía de los tribunales, se les permitía entablar acciones legales en los casos relativos a su manumisión. El liberto por la vindicta o por testamento es posible que no quedase totalmente desvinculado de su amo y que debiese algún tipo de favores. Sin embargo, el liberto por el censo parece que quedaba totalmente libre e independiente. En muchos casos la ciudadanía no se conseguía automáticamente después de la manumisión. Si el propietario tenía menos de veinte años y el esclavo menos de treinta, el nuevo liberto pasaba a ser latino juniano, no un ciudadano romano, y su estatus legal estaba limitado. En el caso de que el liberto menor de treinta años pudiese probar que se había casado con una ciudadana o con una liberta y había sido padre de un hijo que había vivido por lo menos un año, podía obtener legalmente la plena ciudadanía. Con las nuevas leyes promulgadas en el año 24 d. C., el latino juniano podía adquirir la plena ciudadanía sirviendo en el ejército o en la brigada contra incendios de la ciudad de Roma. Pero incluso con el nuevo estatus, la persona libre era discriminada socialmente. No podía ser funcionario público ni oficial del ejército. Augusto impuso límites a determinadas clases de manumisión. En el año 2 a. C., se especificó el número de esclavos que podían liberarse por testamento de acuerdo con el número de esclavos poseídos. En el año 4 d. C., otra ley dispuso que los delincuentes y fugitivos, si eran posteriormente emancipados, no podían adquirir nunca el pleno derecho de la ciudadanía. Durante el último periodo del Imperio se produjo la liberación de un gran número de esclavos. Para Keith Hopkins, en contra de los escritores romanos y de los investigadores modernos que consideran que estas manumisiones se produjeron como una mejora en el sistema esclavista. La manumisión no fue un disolvente del sistema esclavista, sino un importante refuerzo, debido a que con frecuencia los esclavos romanos pagaban sustanciosas sumas por su libertad. Los esclavos que se afanaban por reunir el dinero suficiente para comprar su libertad eran sin duda más dóciles y productivos. El propietario que recibía el valor de su esclavo en el mercado como precio por su libertad podía utilizar los ingresos para comprar un esclavo más joven que sustituyera al liberto.
La Iglesia y la esclavitud
En el transcurso del siglo IV d. C., el Imperio romano sufrió una transformación religiosa completa, el cristianismo pasa de ser una religión proscrita a ser la única religión legal. Este hecho coincidió con el declive de la esclavitud en el mundo romano, lo que llevó a muchos de los primeros estudiosos a defender que el cristianismo, y en menor grado el estoicismo, con su insistencia en la fraternidad universal de los hombres, produjo un cambio en los propietarios de los esclavos que poco a poco se fueron desprendiendo de sus bienes humanos y modificaron las normas institucionales de la esclavitud. Sin embargo, casi todos los estudiosos más recientes han rechazado este argumento. La ley judía reconocía la esclavitud y la practica era corriente en vida de Jesús. Ni Jesús ni los primeros cristianos pusieron en duda la teoría y sólo alteraron la práctica mínimamente. La Iglesia primitiva de la época de San Pablo fue capaz de reconciliar la esclavitud con el cristianismo. Todas las criaturas de Dios eran originalmente iguales, pero las guerras y otras injusticias cometidas por el hombre había alterado de manera irremediable el igualitarismo y hecho de la esclavitud una parte integrante de la experiencia humana. Los Padres de la Iglesia vieron una relación directa entre el pecado y la esclavitud. Para San Agustín, por ejemplo, el mundo exterior y pecaminoso establecía una distinción entre esclavos y libres y entre ricos y pobres, y él creía que solamente a través de la fe cristiana podrían los hombres conseguir la libertad, que él definía como algo interno y espiritual independiente y opuesto a la estructura pecaminosa de la sociedad. La propia Iglesia poseía esclavos, particularmente en las tierras de los monasterios, y amenazaba con la excomunión a quien incitara a los esclavos a rebelarse contra sus dueños. Sólo de mala gana permitió que los esclavos ingresaran en la vida religiosa como sacerdotes, frailes y monjas, puesto que consideraba que las personas sujetas a la autoridad de otro no podían ser totalmente leales a Dios y a la disciplina de la Iglesia. Como mínimo, la Iglesia exigía el consentimiento del propietario para que un esclavo tomara los hábitos y prefería que primero éste fuera liberado. El cristianismo y la Iglesia oficial tuvieron cierta influencia en las manumisiones, pero ésta no fue grande. La manumisión era un acto piadoso, y las vidas de santos mencionan en ocasiones la liberación de un gran número de esclavos. El emperador Constantino, que legalizó el cristianismo y traslado la capital del Imperio a Constantinopla, concedió a las autoridades eclesiásticas el derecho a manumitir dentro de la Iglesia. Para algunos estudiosos, esto demostró más la aceptación por la Iglesia de la persistencia de la esclavitud que el deseo de acabar con ella. Ni el cristianismo ni el estoicismo tuvieron consecuencias en la institución de la esclavitud más allá de fomentar un cierto reconocimiento entre los propietarios de que debían adoptar métodos más humanitarios en el trato dado a sus esclavos. Desde finales del siglo IV, la Iglesia bizantina ocupó un puesto influyente en el Estado, debido en gran parte a la posición indiscutida que tenía el emperador como cabeza de la Iglesia. La Iglesia bizantina, unida como lo estaba al Estado, adoptó en ocasiones posiciones ambiguas o contradictorias. Los sacerdotes, por ejemplo, permitían que los esclavos fugitivos buscaran en las iglesias refugio de sus crueles propietarios, pero hacían todo lo posible para reconciliar al esclavo con su amo. El matrimonio se consideraba como un deber de los laicos cristianos, pero si los esclavos se casaban establecían un contrato legal y eso iba en contra del principio de que un esclavo carecía de personalidad jurídica. No fue sino en el año 1095 cuando un emperador permitió que los esclavos contrajeran matrimonio ante un sacerdote, novedad que tardó en ser aceptada plenamente.
Conclusión
De todo lo expuesto podemos obtener como conclusión, al margen de la indiscutible importancia del esclavo en el plano económico, que no podemos hablar de esclavitud en un sentido único. Es decir, debemos romper con el prototipo de esclavo que evocamos mentalmente cada vez que mencionamos esta palabra. Prototipo, que ha sido creado bajo la influencia del conocimiento de las condiciones de la esclavitud en América que nos ha ido llegando a través de los diferentes medios. Tal como puso de manifiesto el historiador alemán Eduardo Meyer, no es posible comparar entre la esclavitud greco-romana y la americana, ya que la existencia de los libertos y de sus condiciones demostraba ante sus ojos, que los griegos y los romanos ofrecían a sus esclavos amplias posibilidades de libertad y progresión social. Esta idea del esclavo americano, nos ha conducido a entender la esclavitud como una situación de máxima degradación humana, donde el hambre, las enfermedades, el trabajo extremadamente duro, los abusos sexuales y los castigos físicos y mentales eran las condiciones de vida normales de todo esclavo. Sin embargo, a pesar de que seguramente en la mayor parte de la historia de la esclavitud el esclavo ha vivido bajo las condiciones mencionadas, cuando se habla de la esclavitud en Grecia o Roma no podemos hablar del esclavo de una manera absoluta, sino de esclavos. Primero porque este mundo servil es muy heterogéneo y por lo tanto debemos distinguir entre los esclavos rurales y de los urbanos, y dentro de estos últimos entre los artesanos, los domésticos y los públicos. Evidentemente el trato que recibían estos esclavos eran muy diferente los unos de los otros, mientras unos estaban sometidos a condiciones extremas, otros eran envidiados incluso por los ciudadanos libres. Podríamos decir que las condición de los pobres libres era peor que la de los esclavos, hasta el punto de que, tal como se ha explicado en el apartado correspondiente, los pobres llegaban a venderse como esclavos ya que al menos la condición esclavo le garantizaba las necesidades básicas. Luego, y sobre todo, porque hay que distinguir varias épocas sucesivas. Del esclavo que trabaja la tierra al lado de su amo al que maneja una manufactura o al que está instalado en una tierra como un quasi colonus, hay una verdadera diferencia de naturaleza. Incluso su estatus jurídico, que se supone les unifica en esta categoría, evoluciona considerablemente. También sus relaciones con la autoridad se transforman: primero sólo propiedad del amo, luego se convierte asimismo en súbdito del emperador. Como último análisis, la realidad que perdura, más allá de cualquier mutación, es el hecho de que la masa de esclavos pertenezca siempre a las clases sociales más bajas de la sociedad. Lo que la define más profundamente es que se encuentra destinadas a las tareas serviles. Y estas tareas serviles son precisamente a las que se condenan a los que deben vender su fuerza física para vivir. Cicerón no se engañaba al asimilar salario y esclavitud: merces auctoramentum servitutis.
Bibliografía
Jean-Pierre Vernant y otros, El hombre griego, Alianza Editorial. Andrea Giardina y otros, El hombre romano, Alianza Editorial. William D. Phillips, JR. La esclavitud desde la época romana hasta los inicios del comercio transatlántico, Siglo veintiuno editores. Jean Imbert, Historia económica (desde los orígenes a 1789), Vicens-vives. Jacques Ellul, Historia de las instituciones de la antigüedad, Aguilar. Marc Bloch y otros, la transición del esclavismo al feudalismo, Akal Editor. Diversos documentos extraídos de Internet.

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