13/2/08

EVOLUCION



Desde que Raymond Dart definió el primer australopiteco en 1925 como Australopithecus africanus, se han recuperado numerosos fósiles de estos primeros homínidos que han sido incluidos dentro de este género. Hasta 1995, fueron especialmente pródigos los yacimientos de Sudáfrica (donde se han rescatado fósiles de A. africanus, principalmente) y el este de África, donde se definió una especie de australopiteco más antigua, y hoy muy bien conocida: A. afarensis. Gracias a estas dos especies la caracterización de esta línea de homínidos primitiva es muy precisa. Se trata de especies de pequeño tamaño corporal, con una capacidad craneal ligeramente superior a la de los chimpancés, bípedos (los rasgos de adaptación al bipedismo de la tibia de A. anamensis hallada en Kanapoi retrasaría medio millón de años el desarrollo de una locomoción bípeda), pero que conservan algunos rasgos primitivos en sus extremidades, como las proporciones entre sus miembros o las falanges más o menos curvas. Desde 1995, se han rescatado fósiles de cronología aún más antigua y que se han ido asignando a nuevas especies: A. anamensis, de los yacimientos keniatas de Allia Bay y Kanapoi, con una edad alrededor de los 4 millones de años; A. bahrelghazali, el primer homínido recuperado al oeste de África y, más recientemente, A. garhi, un homínido esteafricano que parece constituir la primera evidencia de utilización de instrumentos para descarnar y acceder a la médula ósea como una nueva fuente de alimento.
El primer homínido conocido, Ardipithecus ramidus, ocupa la base del árbol filogenético. Por su primitivismo, se considera el antepasado común a todos los demás homínidos. A continuación se sitúa A. anamensis como descendiente de A. ramidus y puede ser el antecesor de la siguiente especie, A. afarensis y/o de una especie aún no conocida que diera lugar a A. africanus y al primer Homo.e conoce como australopitecos al conjunto de homínidos fósiles que antedatan o son contemporáneos de los primeros representantes del género Homo. Se caracterizan por tener un cerebro pequeño, dientes postcaninos grandes y ser bípedos, aunque con rasgos primitivos en su esqueleto postcraneal.
Dentro de esta agrupación no se incluye al primer homínido conocido, Ardipithecus ramidus (ver la unidad didáctica anterior), ni tampoco, siguiendo la opinión más generalizada, a los parántropos o "australopitecos robustos". De este modo, el género Australopithecus cuenta, en la actualidad, con cinco especies conocidas: A. anamensis, A. afarensis, A. bahrelghazali, A. africanus y A. garhi, que abarcan un rango cronológico desde hace 4,2 millones de años hasta hace unos 2 millones de años.
Este grupo de "australopitecos gráciles" contaba, hasta muy recientemente, sólo con dos especies, A. afarensis y A. africanus, pero desde el año 1995 se han encontrado nuevos fósiles de homínidos antiguos que se han incluido en este género. Así como de A. afarensis y A. africanus hay muchos restos y son especies muy bien conocidas, las "nuevas" especies definidas cuentan aún con pocos restos dentro de su hipodigma. En muchos casos es difícil asegurar si las asociaciones entre restos craneales y postcraneales pertenecen a la misma especie, o son restos de dos especies distintas coexistiendo en un mismo momento y lugar.volver al principio de página3.2




Antecedentes
En 1925, el neuroanatomista Raymond Dart publicaba en la revista "Nature" el hallazgo de un cráneo infantil fósil, con su mandíbula y el molde endocraneal, conocido como el "Niño de Taung" (Figura 3.2.1). Lo describió como perteneciente a una "raza extinta de simios intermedia entre los antropoides vivos y el hombre", a la que denominó Australopithecus africanus, "simio del sur de África".
Figura 3.2.1 Réplica del "Niño de Taung" (Austrlopithecus africanus) comparada con un chimpancé de una edad similar, unos tres años.
Los argumentos científicos que llevaron a Dart a vincular este fósil a nuestra genealogía fueron que, a pesar de su cara de simio, la organización del cerebro le pareció más humana, y después identificó otros rasgos: el foramen magnum, la apertura por la que la médula espinal se conecta con el interior del cráneo, estaba en una posición inferior y no retrasada (ver Figura 3.2.2 e), lo cual indicaba que ese individuo tenía la cabeza en la vertical del cuerpo y no por delante, en otras palabras: era bípedo y no un cuadrúpedo. Se trataba de un "simio" (pues las dimensiones de su cerebro corresponderían en el adulto a las de un antropomorfo actual, y sus rasgos también eran bastante simiescos) pero que andaba con el cuerpo erguido.
Figura 3.2.2 Comparación de los dos tipos mejor conocidos de Australopithecus comparadas con un chimpancé (Pan). a. inlcinación de la frente, b. presencia/ausencia de un surco sobre el torus supraorbitario, c. torus supraorbitario (robusto o no), d. morfología del canino y la presencia/ausencia de diastema , e. posición del foramen magnum.
R. Dart y su trabajo fueron criticados e ignorados durante mucho tiempo, por tres motivos principales. Por una parte, los investigadores de la época estaban convencidos de que el origen de la humanidad debía encontrarse en Asia y no en África. El origen africano de la humanidad ya había sido sugerido por el mismo Darwin. Los importantes y espectaculares descubrimientos que se estaban llevando a cabo en Java y China, especialmente en el yacimiento de Zoukoudian, cerca de Pekín, parecían confirmar esta hipótesis. Por otro lado, para confundir aún más las cosas, los fósiles de Homo erectus que aparecían en este yacimiento mostraban un tamaño cerebral muy superior al estimado para el adulto de
Australopithecus, evidencia que coincidía con las premisas de la época que postulaban un aumento de la capacidad craneal como "motor del cambio" en la evolución humana. En esta misma línea, el "fósil de Piltdown", un fraude formado por la mandíbula de un orangután y restos de un cráneo humano encontrados en Sussex (Inglaterra), encajaba muy bien en este esquema de evolución preconcebido. Por último, Las primeras dataciones del yacimiento de Taung daban fechas mucho más recientes que las que finalmente han resultado ser. De este modo, resultaba que el niño de Taung era demasiado moderno para ser un buen candidato como ancestro de los humanos.
Fue el investigador Robert Broom quien, años después, reivindicó al profesor Dart. Descubrió en el yacimiento de Sterkfontein, también en Sudáfrica, restos de un homínido que reconoció como Australopithecus. Nuevas excavaciones en otras cuevas próximas dieron como resultado el hallazgo de homínidos también muy antiguos en Swartkrans, Kromdraai y Makapansgat.
Tras una fiebre donde cada nuevo fósil recibía un nuevo nombre, los hallazgos de Sudáfrica fueron clasificados de la siguiente forma: en las cuevas Taung, Sterkfontein y Makapansgat se encuentra la forma grácil de australopiteco, Australopitecus africanus, y en los yacimientos de Swartkrans y Kromdraai la forma robusta, Paranthropus robustus.

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