15/4/09

¿Lo cualitativo y lo cuantitativo?


Contiendas metodológicas en Ciencias Sociales

Pablo Pascale
La discusión sobre métodos en las ciencias sociales es de larga data y fundamentalmente se ha centrado en el estudio de la pertinencia de los métodos cualitativo o cuantitativo para el estudio de los fenómenos sociales.
Nuestro objetivo reside aquí en explorar sintéticamente dicha discusión y arribar a las posturas actuales sobre esa larga contienda. Para ello es preciso, en primera instancia, realizar un breve recorrido histórico.
Podemos partir de la base que propone Bernal (1976): -en que desde el amanecer de la ciencia ha existido una lucha, unas veces latente y otras activa, entre dos grandes tendencias opuestas: una formal e idealista; la otra, práctica y materialista.

En una línea similar, pero enfocando su análisis en el campo de las ciencias sociales, Fernando Conde (1995) resume en cinco momentos históricos la percepción de la pertinencia de las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa.
Un primer momento nos sitúa en la Grecia clásica, donde la polémica entre lo cualitativo y lo cuantitativo se vinculaba con los distintos planteamientos de Platón y Aristóteles. Platón, en su posición formalista e idealista, promovía sustituir la naturaleza misma por las matemáticas, sentando las bases de la matematización y de la medida, así como la conexión de ambas con una pura dimensión sincrónica de las cosas, siempre en reposo. Por su lado Aristóteles, contrariamente, defendía una aproximación a la naturaleza empírica (empireia, como trato directo con las cosas), analógica y sensible. Su posición se adscribe más a una perspectiva cualitativa.
Un segundo momento estaría situado en la Baja Edad Media y estrechamente vinculado a la aceptación del cero y el vacío, junto al surgimiento de la burguesía. El cero y el vacío proporcionaban una posibilidad de matematización de la naturaleza y de invertir el orden de su estudio. Si en la Grecia clásica primero era el abordaje sensible, cualitativo de la naturaleza, y posteriormente su matematización, en la Baja Edad Media ella se invierte, pasando a ser la cuantificación de la naturaleza la primera instancia.
Al tercer momento se arriba en la modernidad. La contienda se entabla fundamentalmente entre Newton y Leibniz. Con Newton se matematiza plenamente la naturaleza, juntamente con el desprendimiento de una visión teocrática de la misma. Por su lado, Leibniz defiende una naturaleza cualitativa, no vacía y sí diferenciada. Como lo señala Ilya Prigogine, Newton transforma la naturaleza en una mecánica estúpida y pasiva. Se torna, así, en una máquina al servicio de la contabilidad burguesa.
El momento cuatro adviene con el surgimiento del método experimental, fundamentalmente de la mano de Boyle y de la invención de los primeros instrumentos y experimentos de laboratorio. El desarrollo de la tecnología experimental habilita la creación de naturaleza, se trasciende el debate discursivo y se empieza a producir naturaleza "vacía" (Conde refiere así la designación que da Latour). Las disensiones surgen entre el "plenismo" y la posibilidad del vacío. Por su lado, Hobbes defiende la existencia de un espacio cualitativo, llano y sensible, y presto a demostrarse matemáticamente sin ayudas exteriores. En este momento, con el desarrollo de los experimentos de laboratorio, se engendra una metodología cuantitativa que posibilita crear los hechos, la naturaleza.
El quinto momento corresponde a la racionalización y formalización de lo social, de la mano de Max Weber, con la fundación de la sociología como disciplina que pretende entender y explicar la acción social como conducta humana con un sentido subjetivo. Puede considerarse a Max Weber como uno de los fundadores de la perspectiva cuantitativista en ciencias sociales, ya que para él la evidencia se alcanza a través de lo racional, o sea de la lógica y la matemática.
Queda planteada así, a partir de esta síntesis, el desarrollo de las dos perspectivas que, a la luz de ciertos cambios en el seno de las ciencias, fundamentalmente la física, retoman en los últimos años su polémica en la búsqueda de una definición.
SINOPSIS
El apoyo en la metodología cuantitativa, como hemos visto, es de larga data en el campo de las ciencias, y más particularmente despliega una importante influencia en las ciencias sociales. En determinados momentos históricos las ciencias sociales han sentido que su estatus de ciencia les era atribuido por la sola aplicación de la matemática y la metodología cuantitativa en general.
Pero en tiempos no muy lejanos ha surgido en ellas la necesidad de una revisión del paradigma cuantitativo, fundamentalmente a partir de ciertos hallazgos científicos en las ciencias físicas. Más precisamente, el principio de incertidumbre y la teoría relativista, que cambiaron para siempre la relación sujeto-objeto, implicaron el abandono de la dominación del paradigma positivista. El principio de complementariedad onda-corpúsculo, desarrollado por Planck, Bohr, Einstein y otros, ha iniciado un debate en las ciencias naturales que las ha trascendido y se ha instalado en las ciencias sociales. Como señala Jesús Ibáñez (1990), si la relación onda-corpúsculo es homóloga a la relación cualitativo-cuantitativo, entonces sería preciso reflexionar sobre la complementariedad de ambas perspectivas metodológicas en las ciencias sociales. Nos acercamos así, al punto de partida del presente trabajo: explorar las pertinencias de ambas perspectivas metodológicas y sus posibilidades de complementariedad.
Manuel Beltrán (1990) propone que las ciencias que se encargan del estudio de la realidad social elevan dos cuestiones a ser analizadas. La primera, lo problemático que es referirse a un método científico; y la segunda, si las ciencias naturales han de ser el modelo en el que se miran, como a un espejo, las ciencias sociales. Con relación a la primera cuestión, Beltrán menciona la imposibilidad de referirse a un solo método en ciencias sociales, pues el análisis de la realidad social implica el análisis de lo multifacético, lo cual ha impedido una práctica científica unánime. En cuanto al segundo caso, establece que las ciencias sociales no deben mirase en el espejo de las ciencias naturales, pues el objeto de las ciencias sociales no se lo permite dado que podríamos decir que es un objeto subjetivo. Con esto alude a que el objeto final de las ciencias sociales es el estudio del propio ser humano y sus procesos sociales, lo cual posee, como elemento de estudio, la subjetividad . Esto diferencia radicalmente los objetos científicos de los naturales y los sociales. Adoptar a las ciencias naturales como modelo implica lo que Beltrán denomina una "negación al objeto". La no negación del objeto implica la existencia de un pluralismo metodológico en el seno de las ciencias sociales. (A este respecto es muy importante el trabajo realizado por George Devereux, quien en base a los estudios de Freud sobre la transferencia, y de Einstein, en el sentido de que solo es posible observar los hechos "en" el observador, sostiene que "el científico del comportamiento debe saber reconocer que nunca observa el hecho comportamental que ´se habría producido` en su ausencia ni oye una comunicación idéntica a la que el mismo narrador habría hecho a otra persona. Por fortuna, los llamados "trastornos" o "perturbaciones" creados por la existencia y las actividades del observador, debidamente aprovechados, son las piedras angulares de una verdadera ciencia del comportamiento y no -como suele creerse- contratiempos deplorables, con los que lo mejor que se puede hacer es esconderlos apresuradamente debajo de la alfombra." (1977:31)
Beltrán expone cinco métodos para el acceso a la realidad social, como él la llama. A continuación se sintetizan los tres primeros (histórico, comparativo y crítico-racional), y dejaremos para un apartado posterior el abordaje del cuantitativo y del cualitativo:
- Método histórico: implica interrogar a la realidad social acerca del desarrollo de aquello que se estudia, de cómo ha llegado a ser como es, e incluso de su porqué. La importancia de este método, entre otras, es la atenuación del etnocentrismo, por la profundización a la que llega en la conciencia de la contingencia de los hechos. Las ciencias sociales estudian objetos con historia, producidos y reproducidos en su significado a lo largo del tiempo. El devenir histórico de este significado puede aportar importantes conocimientos del objeto estudiado.
- Método comparativo: si bien se ha dicho que este método es una forma que tiene el científico social de manipular las variables, para Beltrán no se manipula nada. El método comparativo es una consecuencia de la conciencia de la diversidad, tanto en el espacio como en el tiempo, un método en el que está implícito el examen simultáneo de dos o más objetos que tienen a la vez algo común y algo diferente. También con él se logra una erosión del etnocentrismo. Para la comparación de dos hechos cualesquiera debe haber un grado suficiente de analogía estructural y de complejidad entre ambos fenómenos. Davidson (en Tambiah, 1990) ha conceptualizado esto como base de acuerdo (base of agreement) al considerar la posibilidad de la traslación de culturas. (Según Davidson, para la traslación de culturas debe haber un acuerdo de base que se expresa en un espacio compartido de racionalidad entre el traductor y su sujeto. La base de acuerdo llevaría a la posibilidad de conmensurabilidad, a que existen límites en la comparación, que se expresan en los rasgos más distintivos y únicos de cada cultura, lo que Williams llamó exclusividad inconmensurable.)
- Método crítico-racional: a este método se antepone nítidamente el método positivista en ciencias sociales. Se reclama para la ciencia social el espacio de la racionalidad en la consideración de los fines. Se trata de discutir y apreciar la racionalidad de los fines, cuestión de la cual la ciencia positiva nada quiere saber, por tratarse de una cuestión de valores. El método crítico-racional expone la imposibilidad de que una ciencia social se pretenda value-free. Como expresa Beltrán, este método lleva consigo "el ejercicio racional de la crítica de fines, de negación a lo existente, de su postulada condición de orden natural necesario, de mostrar el pedestal de barro en que descansan los idola de todo tipo" (Beltrán, 1990: 29). Según el autor, nada exige a la ciencia social que renuncie a la razón objetiva. Aquí nos preguntamos sobre la posible existencia de tal cosa, recordando lo planteado por Tambiah de que la racionalidad ha de depender del contexto y es, por tanto, no universalizable, postura que hereda de la concepción de múltiples racionalidades de quienes él denomina relativizers (Wittgentein, Winch, Geertz, Barnes, Hacking).Seguramente la confusión en torno a lo que Beltrán define como razón objetiva radique en que no define al racionalismo; sólo le atribuye la característica de gnoseológico. Pero seguramente, y como él lo expresa, la ciencia se identifica con la racionalidad.
El autor propone que los métodos en ciencias sociales no son de utilización aleatoria o intercambiable, sino adecuados en cada caso al aspecto del objeto que se pretenda indagar. Esto es, que será el objeto quien según sus características determinará el método a utilizar.
Resulta inevitable no recaer en una problemática, pues hace aparecer al objeto de estudio como externo al investigador. Ibáñez sugiere que la perspectiva del investigador configurará al objeto de estudio, lo que, llevado a una posición más enfática, recuerda la posición de Berger y Luckman en lo que se refiere a la construcción social de la realidad. En tal caso, el objeto de estudio sería una construcción del investigador susceptible de ser capturado por una definición, esto es, recortado por una lógica conceptualizadora. Por su parte, Ian Hacking (2001) realiza una crítica del concepto de construcción social, el cual, según el autor, sufre de sobreutilización e incoherencia. En todo caso, la construcción social ha de tomarse menos en el sentido de invención de la realidad, que en el sentido del poder configurante en la interpretación de la realidad.
Los hechos y fenómenos sociales no ocurren en un aislamiento, sino que se gestan en interacción e interdependencia con otros, en tal grado que las fronteras implican construcciones imaginarias, habilitadas por definiciones que los recortan en el intento de posibilitar su análisis.
Igualmente, en ambos casos, el propuesto por Beltrán y por Ibáñez, la metodología ha de adaptarse al objeto, como este a la metodología.
METODOS CUANTITATIVO Y CUALITATIVO
El método cuantitativo refiere fundamentalmente a la medición, al resumen estadístico, a la prueba de hipótesis y, en general, a la utilización del lenguaje matemático, que como hemos visto ha sido el más utilizado por las ciencias naturales, ya que sus objetos de estudio tienen la aptitud de poder ser formalizados matemáticamente.
Como lo aclara Beltrán (1990), estas ciencias no utilizan solamente el método cuantitativo, pero sí es este el que más las caracteriza.
En relación con las ciencias sociales, indica que pueden y deben utilizar el método cuantitativo, pero alerta que solo en aquellos casos en que ciertos aspectos de su objeto se lo exijan o permitan. Para Beltrán, es el objeto el que ha de determinar el método adecuado para su estudio, ya que el objeto de las ciencias sociales es un objeto multifacético. Aclara que corresponde entonces la aplicación de este método a las ciencias sociales en aquellos casos en que la cantidad (incremento o decremento) constituyan el objeto de la descripción o el problema que ha de ser explicado. Cuando el problema no sea la cantidad, huelga la explicación cuantitativa.
En ciencias sociales la técnica más característica dentro del método cuantitativo es la encuesta estadística, la cual produce lo que se llaman datos primarios. Los datos secundarios versarían sobre el análisis de datos obtenidos mediante la técnica. Como señala Ibáñez (1990), incluyendo a esta dentro de la perspectiva distributiva, implicará la selección de la muestra y la entrevista con cuestionario, donde "lo primero supone, semánticamente, que quedan fuera del campo de observación las relaciones sociales (con lo que nunca podrán ser puestas en cuestión), pragmáticamente, que los objetos de la investigación nunca serán sujetos, no llegarán a formar conjunto porque nunca estarán juntos,…[en tanto] lo segundo supone, semánticamente, que los representantes aparecen como equivalentes de hecho a los representados, [y] pragmáticamente, que los representantes adquieren el derecho a representar lo representado" (Ibáñez, 1990:61-62).
Dejando de lado ciertas problemáticas que plantea la técnica, esta goza de gran prestigio fundamentalmente por la simplificación en la exposición de los datos. Esta simplificación no debe confundirse con simplicidad, pues tras ella se encuentra la complejidad de la realidad social. Cosa muy distinta es atribuir al método cuantitativo la última palabra o el perfil cientificista que han reclamado las ciencias sociales durante largo tiempo. Por el momento, dejemos esto aquí y pasemos al método cualitativo.
Lo que es la cantidad al cuantitativo es la cualidad al cualitativo. Como planteara Ibáñez, el lenguaje es, a la vez, instrumento y objeto de la investigación social y, como lo trae citado Beltrán, "la negación al lenguaje de su condición de dado, su cuestionamiento, implica una ruptura epistemológica que constituye el método cualitativo" (Beltrán, 1990: 39). En relación con esto, Soledad Murillo menciona que el conocimiento del lenguaje nos permite adentrarnos en los significados estandarizados que se dan cita en la sociedad. A esto se asocia el concepto de sentido como una clave para el estudio cualitativo. Siguiendo a Murillo, tenemos que un receptor, al recibir un mensaje, inmediatamente lo decodifica, esto es, le encuentra un sentido, ya que "lo traduce y ordena" conforme a su propia experiencia. Así, "la subjetividad es lo que dota de sentido a lo que hacemos o vivenciamos" (Murillo de la Vega). De esta forma el lenguaje es el instrumento privilegiado para encontrarle sentido a los actos y acontecimientos que se presentan en la vida social.
Una de las técnicas más importantes dentro del método cualitativo es el grupo de discusión, en el que el investigador selecciona un grupo proponiendo una cuestión a discutir, y se abstiene luego de toda intervención, salvo las necesarias. Todo este proceso de discusión es registrado y posteriormente analizado.
Son varias las técnicas de este método, tales como la entrevista (en profundidad, clínica, abierta), la historia de vida o la observación participante, entre otras. En el caso de la observación participante, como dice Beltrán (1990), el investigador recurre a la introspección de su propia experiencia, de donde extrae los datos para conocer la realidad estudiada. Y revela White (citado por Beltrán): "lo que la gente me dijo me ayudó a explicar lo que había sucedido, y lo que yo observé me ayudó a explicar lo que la gente me dijo". El papel de la interpretación es esencial en la observación participante, de la que habitualmente ha de identificarse el punto de vista del grupo o personas en cuestión como fuente de conocimientos, lo que se conoce como aproximación emic . (Sobre las implicancias de este punto han profundizado Winch y MacIntyre, a partir de los escritos etnográficos de Evans-Pritchard sobre los Azande y los Nuer. En síntesis, Winch sostiene que no puede haber una noción de realidad independiente del contexto, mientras MacIntyre plantea que hay un carácter reflexivo y dialéctico en el entendimiento, y que privilegiar las categorías del nativo no puede, y no debe, implicar la abdicación de las categorías del investigador.)
La observación participante es una técnica utilizada fundamentalmente por el antropólogo dentro del estudio etnográfico. La etnografía no solo es utilizada para el estudio de otras culturas, sino también para estudiar grupos o aspectos de la propia cultura. Su desarrollo ha dado en nuevas líneas etnográficas, como la etnografía multisituada, en la que la etnografía se mueve de su lugar tradicional, situada en un sitio y contextualizada por macroconstrucciones de un orden social más amplio, hacia la observación y participación en múltiples sitios que atraviesa dicotomías, como por ejemplo lo local-global. (Marcus, G. E.,1995). Hay quienes plantean inclusive otras modalidades de etnografía, entre las que se encuentran la autoetnografía, pero de las cuales no cabe aquí abundar. Solo mencionar que los métodos etnográficos están en constante desarrollo y, como mencionan Vidich y Lyman, "… están siendo cada vez más refinados y diversos, multiplicándose las razones para hacer etnografía. Ya no más vinculados a los valores sobre los cuales se guiaron y focalizaron los trabajos de tempranos etnógrafos, sino que la nueva etnografía se expande a una amplia gama de temáticas limitadas solo por las variedades de la experiencia en la vida moderna" (Vidich y Lyman, 1994: 42).
En breve, la realidad social es muy diferente a la realidad físico-natural, ya que está poblada de significados que es preciso comprender previamente para explicarla. Como advierte Murillo de la Vega, la perspectiva cualitativa es una forma de pensar que "persigue saber, de los procesos de identidad de los sujetos, cómo construyen sus significados, teniendo en cuenta las valoraciones sociales del discurso social".
COMPLEMENTARIEDAD CUALI-CUANTITATIVA
Con base en lo anteriormente expuesto, en ciencias sociales pueden adoptarse tres posturas: una cualitativista, una cuantitativista, o una complementaria entre ambas. A las dos primeras, Andrés Dávila (1995), las llama triunfalismo cualitativista e imperialismo cuantitativista, donde ambas formas implicarían las dos caras de un mismo reduccionismo.
Alfonso Ortí (1995), por su parte, recuerda que la realidad de la investigación social subraya la insuficiencia de ambos enfoques tomados por separado al momento de comprenderla, ya que los procesos de interacción social y el comportamiento personal llevan implícitos elementos tanto simbólicos como medibles. En consecuencia, propone que la complementariedad se defina no como un capricho a priori, sino sobre las fronteras y límites epistemológicos de las metodologías en el abordaje del objeto, en la adecuación, pertinencia, validez y relevancia de la perspectiva por la que se opte. A esto lo llama complementariedad por deficiencia.
Se evidencia así que el problema radica ya desde la formación del investigador, quien debería seleccionar y decidir críticamente el enfoque y técnica que usará en el abordaje del objeto, o de cada aspecto de él. Como en línea similar plantea Beltrán, la diversidad metodológica en ciencias sociales está vinculada a la multidimensionalidad del objeto. Así, este pluralismo cognitivo va de la mano con un pluralismo metodológico que permita acceder a cada faceta del objeto.
Por tanto, la elección metodológica y de técnicas refiere a una dimensión estratégica y táctica, donde el investigador juega un papel central como sujeto ("sujeto en proceso", según Ortí), articulando con sentido ambas perspectivas.
La selección de perspectivas metodológicas y de técnicas no se produce en el vacío, sino que en el curso de una investigación en ciencias sociales se corresponde a una negociación entre lo que el investigador quiere y lo que las instituciones o grupos pueden. En este sentido, Ibáñez (1990) menciona que hay veces en las que hay que renunciar al dispositivo más adecuado de observación por las mismas acciones que le son inherentes. La articulación de perspectivas -dice el autor- puede ser exterior o interior, en paralelo o en serie. Así, cuando investigamos desde un contexto teoremático se suele seleccionar solamente una perspectiva y una técnica (formalismo metodológico, según Ibáñez) y cuando se investiga desde un contexto problemático la articulación es necesaria, y más o menos compleja en materia de perspectivas y técnicas. Si la articulación es exterior, refiere, por ejemplo, a la utilización de grupos de discusión y encuestas, mientras que si es interior no es intertécnica sino intratécnica: en la misma técnica pueden estar incluidas varias perspectivas .
(Ibáñez clasifica la investigación social en tres perspectivas: la distributiva, cuya aplicación más general es la encuesta estadística; la estructural, cuya aplicación más general es el grupo de discusión; la dialéctica, cuya aplicación más general es el socioanálisis)
Por su parte, Morse y Chung (2003) sostienen que, al seleccionar una modalidad secuencial, puede ser la prerrogativa del investigador estar determinando de antemano la dirección de la investigación y los niveles de análisis (macro o micro), así como hurgar sobre preguntas surgidas en fases anteriores.
Entonces, ya desde un posicionamiento en perspectivas, ya de lo pautado por los aspectos del objeto, la articulación entre metodología cualitativa y cuantitativa parece ser hoy un reclamo necesario en ciencias sociales, basado fundamentalmente en los límites inherentes a cada una para la comprensión de un objeto multifacético y en constante cambio.
Esta complementariedad puede darse entre métodos cualitativos y cuantitativos, aunque también puede darse en el interior de estas dos grandes categorías. Tomemos el ejemplo de la metodología cualitativa.
Como lo precisan Morse et al. (2003), los métodos cualitativos han sido desarrollados habitualmente dentro del ámbito teórico de una disciplina, de modo de favorecer el crecimiento de determinado conocimiento disciplinario.
Pero, si algo caracteriza al objeto de las ciencias sociales es su carácter multifacético, tanto sincrónica como diacrónicamente. Esto hace que cuanto más holístico pueda ser un abordaje, más se rescatarán aspectos del objeto, que de otra manera pasarían a ser ignorados. Para ello, propone Morse que una triangulación simultánea o secuencial de más de un método cualitativo, o la combinación de métodos cualitativos y cuantitativos, proveen una perspectiva más balanceada en cuanto a la índole completiva de un estudio.
Ante esto, Meetoo y Temple (2003) nos recuerdan que si bien puede haber un reforzamiento en la utilización de varios métodos, raramente los investigadores explicitan las tensiones encontradas, y menos aun hablan de las contradicciones halladas por los diferentes métodos. De lo cual se desprende como subyacente la idea de validez en los métodos cualitativos. Para ello exploran esta idea de complementariedad entre métodos, a la luz del posicionamiento epistemológico del investigador, con el objetivo de esclarecer su versión de validez.
Por un lado, si uno sostiene una visión positivista, epistemológicamente no encontrará problemas al momento de adicionar hallazgos complementarios provenientes de métodos cualitativos y cuantitativos, a fin de formarse una visión del fenómeno estudiado. Todos los métodos, correcta y objetivamente llevados a cabo, pueden sumarse para producir una "verdad" sobre la realidad. De haber una divergencia en los hallazgos, ella bien puede ser allanada, y solo un conjunto de hallazgos puede ser "verdadero".
Si, por otro lado, uno se adscribe a una visión interpretativa de la realidad social (como la sostenida por Berger y Luckman, o Hertz, etc.), entonces resulta crucial el contexto y las condiciones bajo las cuales se produce la recolección de datos. Así, la unión de datos recogidos a partir de diferentes métodos se hace problemática. Aquí el proceso de investigación se hace tan importante como los hallazgos que se obtengan. Esto no quiere decir que la comparación de resultados de diferentes métodos no sea de valor, sino que es de valor justamente por el hecho de que la realidad es multifacética. La utilización de diferentes métodos puede habilitar al investigador a explorar las distintas formas en que se han construido los supuestos. Diferentes métodos pueden utilizarse con el objetivo de verificarse entre ellos, pero a la vez que son complementarios pueden ser contradictorios. De esta forma, la complementariedad no implica que los hallazgos vayan a ser idénticos.
La triangulación de métodos per se parece no ser el criterio de validez para los datos hallados, pero, como sostiene Bryman (1988), "se encuentra en el espíritu de la triangulación la posibilidad del emerger de ideas inconsistentes". Bajo esta concepción, la contradicción y tensión entre hallazgos generados por la vía de distintos métodos han de ser valorados y explorados, pero no utilizados para juzgar si un grupo de hallazgos producidos bajo determinadas condiciones son validados o no por otro grupo, producido bajo otras condiciones específicas.
Así Meetoo y Temple (2003) se alinean con la posición de J. Mason en considerar la validación en función de la generación e interpretación de datos. A su entender, la validación puede ser considerada de dos maneras: una amplia y otra detallada.
En setido amplio, el investigador cualitativo se preguntará cuán pertinente es la lógica del método aplicado a las preguntas realizadas, esto es, cuál es la estrategia investigativa, y si ésta es apropiada.
Ya en términos más detallados, la validación supone mostrar cómo métodos particulares, aspectos de métodos, y fuentes de datos, resultan en formas apropiadas para abordar las preguntas investigativas.
En breve, para esta autora, los investigadores deben explicitar su proceso de investigación, así como su posición epistemológica y social en el marco de la investigación, de modo de habilitar al lector a comprometerse activamente con los argumentos expuestos.
CONSIDERACIONES FINALES
EL presente trabajo se ha propuesto abordar, de manera esquemática, el debate existente en ciencias sociales entre las metodologías cualitativa y cuantitativa, como fuentes de datos válidos sobre la realidad social. Se ha planteado una posición cualitativista y otra cuantitativista, excluyentes en sus argumentos.
Pero el trabajo se ha enfocado en las posibilidades complementarias de ambas posturas metodológicas, basadas fundamentalmente en la multidimensionalidad del objeto para las ciencias sociales. Así, la concepción de lo que es el objeto es variante, o mejor aun, lo es el papel que juega el investigador en la definición y construcción de su objeto. Las posturas con respecto a esto son disímiles, pero no con respecto a sus cualidades multifacéticas. En última instancia el objeto (más o menos construido) indicará los mejores caminos metodológicos y técnicos para su abordaje.
En este sentido, el planteamiento de Beltrán es de gran claridad acerca de la utilización del método cuantitativo en ciencias sociales: en aquellos casos en que la cantidad (incremento o decremento) constituyan el objeto de la descripción o el problema que ha de ser explicado.
En cuanto a la complementariedad de métodos, hemos visto no solo que ella es posible, sino necesaria cuando el caso lo reclame. El enfoque que es elaborado con un método parece ser limitado para el abordaje de un objeto multidimensional, siempre que el objetivo del investigador sea comprenderlo de una manera lo más entera o completa que le sea posible. Ante las dificultades que plantea a un solo investigador el abordaje mixed-method, están proliferando los equipos de investigación interdisciplinarios.
La complementariedad de métodos no implica la ausencia de contradicciones entre los datos resultantes. Hemos visto cómo varios autores subrayan que existen muchas perspectivas posibles sobre la realidad social. Si este es el caso, los hallazgos contradictorios pueden utilizarse en el sentido de reflejar las razones para esas diferencias.
Es posible coincidir en que sen el corazón de la contienda cualitativo-cuantitativo se encuentra un debate epistemológico y ontológico. En términos epistemológicos, muchos investigadores cualitativos consideran que la forma más apropiada de comprender un fenómeno es abrodarlo en su contexto. La cuantificación es muy limitada por naturaleza, ya que se ve solamente a una pequeña parte de la realidad, a la que luego no se reintegra. En cambio, introducirse en una cultura u organización y experimentar el hecho de sentirse parte, es una forma más completa de comprensión, donde las preguntas pueden emerger haciendo el camino de la investigación, y el cambio puede interpretarse. En términos ontológicos, para muchos investigadores cualitativos no es posible asumir que existe una realidad unitaria, ajena a nuestra percepción. Puesto que cada uno experimenta desde sí, en forma singular, entonces la realidad es experimentada de modo distinto por cada cual. Lo cual llevaría a que una investigación que no tomara esto en cuenta, estaría abordando un objeto ideal. A su vez, el papel del investigador ha de tenerse en cuenta, pues como individuo transforma el hecho examinado, como ya lo mencionara el principio de Heisenberg: todo hecho cambia por el solo hecho de ser observado.
En suma, la complementariedad de métodos parece estar asociada a las características multidimensionales del objeto en ciencias sociales.
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