29/2/08

Respetemos a nuestra Madre Tierra

Nueva York, 24 sep (ABI).- "Abandonen el lujo, abandonen el exceso del consumo; no sólo piensen en el dinero, piensen en la vida, en el futuro de la humanidad", declaró el presidente Evo Morales en la primera de las sesiones de la Asamblea General dedicada al debate sobre el cambio climático. Al hacer una convocatoria a los líderes, gobiernos y pueblos del planeta, el primer presidente indígena de Bolivia, dijo que "el planeta, la madre tierra, no puede ser una mercancía".


CARTA DIRIGIDA A LOS REPRESENTANTES MIEMBROS DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE


Respetemos a nuestra Madre Tierra Hermanas y hermanos Presidentes y Jefes de Estado de las Naciones Unidas: El mundo tiene fiebre por el cambio climático y la enfermedad se llama modelo de desarrollo capitalista. Mientras en 10.000 años la variación de dióxido de carbono (CO2) en el planeta fue de aproximadamente un 10 por ciento, en los últimos 200 años de desarrollo industrial, el incremento en las emisiones de carbono ha sido de un 30 por ciento. Desde 1860, Europa y Norteamérica han contribuido con el 70 por ciento de las emisiones de CO2. El 2005 ha sido el año más caluroso de los últimos mil años en el planeta. Diferentes investigaciones demuestran que de 40.170 especies vivas estudiadas, 16.119 están en peligro de extinción. Un pájaro de cada ocho puede desaparecer para siempre. Un mamífero de cada cuatro está amenazado. Un anfibio de cada tres puede dejar de existir. Ocho crustáceos de cada diez y tres insectos de cada cuatro están en riesgo de extinguirse. Vivimos la sexta crisis de extinción de especies vivas en la historia del planeta Tierra y, en esta ocasión, la tasa de extinción es 100 veces más acelerada que en los tiempos geológicos. Ante este futuro sombrío, los intereses transnacionales proponen seguir como antes y pintar la máquina de verde, es decir, seguir con el crecimiento y el consumismo irracional y desigual generando más y más ganancias sin darse cuenta de que actualmente estamos consumiendo en un año lo que el planeta produce en un año y tres meses. Ante esta realidad, la solución no puede ser el maquillaje ambiental. Para mitigar los impactos del cambio climático leo en informes del Banco Mundial que hay que acabar con los subsidios a los hidrocarburos, ponerle precio al agua y promover la inversión privada en los sectores de energía limpia. Nuevamente quieren aplicar las recetas de mercado y privatización para hacer negocios con la propia enfermedad que estas políticas producen. Lo mismo sucede en el caso de los biocombustibles puesto que para producir un litro de etanol se requieren 12 litros de agua. De igual forma, para procesar una tonelada de agrocombustibles se necesita, en promedio, una hectárea de tierra. Ante esta situación, nosotros -los pueblos indígenas y los habitantes humildes y honestos de este planeta- creemos que ha llegado la hora de hacer un alto para reencontrarnos con nuestras raíces, con el respeto a la madre tierra; con la Pachamama como la llamamos en los Andes. Hoy, los pueblos indígenas de América Latina y del mundo estamos convocados por la historia para convertirnos en la vanguardia de la defensa de la naturaleza y de la vida. Estoy convencido de que la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada recientemente después de tantos años de lucha, tiene que pasar del papel a la realidad para que nuestros conocimientos y nuestra participación nos ayuden a construir un nuevo futuro de esperanza para todos. Quién sino los pueblos indígenas podemos señalar el rumbo de la humanidad para la preservación de la naturaleza, de los recursos naturales y de los territorios que habitamos ancestralmente. Necesitamos un golpe de timón de fondo y a nivel mundial para dejar de ser los condenados de la tierra. Los países del norte tienen que reducir sus emisiones de carbono entre un 60 y un 80 por ciento si queremos evitar que la temperatura de la tierra suba más de 2 grados en lo que queda de siglo provocando que el calentamiento global alcance proporciones catastróficas para la vida y la naturaleza. Tenemos que crear una Organización Mundial del Medioambiente con fuerza vinculante, y disciplinar a la Organización Mundial del Comercio empeñada en llevarnos a la barbarie. Ya no podemos seguir hablando de crecimiento del Producto Bruto Nacional sin tomar en cuenta la destrucción y el derroche de los recursos naturales. Tenemos que adoptar un indicador que permita considerar, de manera combinada, el Índice de Desarrollo Humano y la Huella Ecológica para medir nuestra situación medioambiental. Hay que aplicar fuertes impuestos a la superconcentración de la riqueza y adoptar mecanismos efectivos para su redistribución equitativa. No es posible que tres familias tengan ingresos superiores al PIB conjunto de los 48 países más pobres. No podemos hablar de equidad y justicia social mientras continúe esta situación. Los Estados Unidos y Europa consumen, en promedio, 8.4 veces más que el promedio mundial. Por ello, es necesario que bajen sus niveles de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra; de la misma Pachamama. Sé que no es fácil el cambio cuando un sector extremadamente poderoso tiene que renunciar a sus extraordinarias ganancias para que sobreviva el planeta Tierra. En mi propio país sufro, con la frente en alto, ese sabotaje permanente porque estamos acabando con los privilegios para que todos podamos "Vivir Bien" y no mejor que nuestros semejantes. Sé que el cambio en el mundo es mucho más difícil que en mi país, pero tengo absoluta confianza en el ser humano, en su capacidad de razonar, de aprender de sus errores, de recuperar sus raíces y de cambiar para forjar un mundo justo, diverso, inclusivo, equilibrado y armónico con la naturaleza. Evo Morales AymaPresidente de la República de Bolivia

LA REVOLUCIÓN INGLESA (1648-1660)


LA REVOLUCIÓN INGLESA (1648-1660)

La derrota del absolutismo Por Heródoto el Rojo
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La revolución inglesa del siglo XVII fue uno de los grandes momentos de la Historia por varias razones. Fue una de las primeras ocasiones en las que tuvo éxito una victoria de los poderes económicos incipientes, la floreciente burguesía, frente a la herencia feudal y el poder incontestable del rey en una época de formación de los absolutismos en toda Europa. La explosión de nuevos ideales revolucionarios, la reinterpretación de la religión y de la relación hombre-Dios, son otras de las grandes razones que hacen de este acontecimiento un momento emocionante como pocos en la Historia Moderna.Veremos los principales acontecimientos políticos que llevaron a la ejecución de un rey, Carlos I, por su propio parlamento, pero no nos detendremos en la simple narración histórica, nos sorprenderemos con esos movimientos sociales “radicales”, que intentaron hacer la revolución dentro de la revolución, movimientos poco conocidos, y desgraciadamente casi nunca estudiados, pero que sin duda tienen una grandísima importancia en el plano de los ideales revolucionarios posteriores.Hubo dos revoluciones, la que tuvo éxito y que consagró los derechos de propiedad de la “burguesía” y su ética protestante, y la revolución que nunca estalló, la llevada por los nuevos idealistas y que pudo haber formado la propiedad comunal y un sistema democrático impensable para esos años. Como suele ser habitual estos movimientos terminaron siendo aplastados.
1) Antecedentes
Inglaterra entró en el siglo XVII con una nueva dinastía, los Estuardo, procedente de Escocia y con un nuevo planteamiento del papel del monarca, así Jacobo I de Inglaterra (y IV de Escocia), empezó a poner los cimientos de un futuro poder absoluto del monarca, en contraposición a la histórica importancia del Parlamento inglés, que personificaba de modo aproximado a la población económicamente activa, es decir, la población con grandes capitales y bienes, y que ya entonces se dividía en Cámara de los Pares y de los Comunes. Este proceso se acentuó ante la gravísima crisis económica de estos años y el comienzo de las guerras en Europa, de lo que más tarde se llamaría la Guerra de los 30 años, por lo que muchos poderosos preferían un gobierno fuerte y autoritario.En este ambiente de inseguridad pronto aparecieron los primeros problemas entre el rey y el parlamento, unas nuevas políticas fiscales intentaban hacer más autónomo económicamente al monarca, es decir, intentaba que los ingresos reales no dependieran del parlamento, como había sido hasta entonces bajo la dinastía Tudor. Ante las protestas de los comunes por estos nuevos impuestos injustos, el rey decidió disolver el parlamento, la brecha ya estaba abierta. El resto del reinado de Jacobo I no hizo más que acentuar estas desavenencias, herencia que dejó a su hijo Carlos I.
2) La lucha por el poder
Carlos I
En 1625 sube al trono un joven Carlos I, con las arcas vacías, ante la negativa del parlamento a someterse al control real, Carlos y su principal consejero, el duque de Buckingham, deciden crear nuevos impuestos sobre las aduanas para financiar las continuas guerras contra España y Francia. La desastrosa política exterior de Buckingham hizo que el parlamento intentara llevar la iniciativa mediante la llamada “Bill of Rights” de 1628, una petición de garantías para evitar los arrestos arbitrarios de parlamentarios y la derogación de los impuestos ilegales, es decir, los que no habían sido aprobados por el parlamento. El rey hizo caso omiso a estas peticiones, además, Buckingham fue asesinado y Carlos decidió volver a disolver el parlamento.
A partir de este momento el rey, aprovechando un relativo crecimiento económico debido al comercio, unido a unos años de paz con España, le permitieron volver a intentar su proyecto absolutista, política que intentó llevar a cabo su nuevo consejero, Strafford. Se aumentó la censura de prensa y la presión sobre los nuevos “predicadores”, ante los nuevos cambios de mentalidad que los años de conflicto habían abierto. También intentó una centralización en un mundo muy descentralizado y en donde los gobiernos locales tenían mucho poder. También la Iglesia ayudaba a este proceso, así el arzobispo Laud, fue un exponente más de esta política centralizadora. Es precisamente esta política la que más problemas provocó, pues obligaba a todas las Iglesias a supeditarse a la nueva Iglesia Episcopal, lo que en Escocia (con Iglesia nacional propia y país independiente a pesar de compartir monarca con Inglaterra desde Jacobo) e Irlanda (en gran parte católica) no estaban dispuestos a permitir. Los escoceses rechazaron este proyecto, así como unas nuevas leyes que pretendían prácticamente la pérdida de la independencia escocesa. La respuesta fue contundente y Escocia se declara rebelde (“Guerra de los obispos”)Carlos, muy contrariado, convocó un nuevo parlamento con el que pretendía despertar el latente patriotismo inglés, y conseguir dinero para crear un nuevo ejército que fuera capaz de controlar las insubordinaciones. Sin embargo, el rey tenía ya demasiados enemigos. El parlamento exigía discutir temas relacionados con los verdaderos problemas del país, así como volver al antiguo equilibrio entre el monarca y ellos. Carlos , desesperado por no conseguir nada de lo que se proponía, vuelve a disolver la cámara, en lo que se llamó el “Parlamento Corto”. El parlamento ya estaba controlado por los llamados “puritanos”, auténticos representantes de la ética protestante, en donde la formación de un modelo de estado que garantizara el predominio de los verdaderos poderes económicos era su principal objetivo.El rey, agobiado por la necesidad y el fracaso de su política escocesa, se ve obligado a convocar un nuevo parlamento. En la nueva cámara había representantes de muy variados orígenes, elegidos mediante diferentes modelos e históricos derechos electorales, por supuesto nunca por lo que entendemos ahora como democráticos, y basados más en la tradición. Así había funcionarios locales, comerciantes, juristas, gobernadores y sobretodo nobles del mundo rural (la “gentry”).Este fue llamado el “Parlamento largo” (1640). Pronto se vio lo heterogéneo de la Cámara de los Comunes, con dos grandes bloques, realistas y parlementistas en donde había gran diversidad de posiciones, siendo ésta una de las causas de la división de las clases dominantes inglesas que llevarían a la guerra civil. Mientras el rey, sin casi margen de maniobra, veía como los comunes deshacían la estructura personalista que se había creado. Reformó la recaudación de impuestos reales “injustos” , así como obligar a dimitir a gran cantidad de ministros reales, de los que destacaba Strafford, que fue acusado de contribuir a la creación de un gobierno “tiránico y arbitrario”. Aunque Strafford fue apoyado por la Cámara de los Pares (lores), de la cual salían todos los consejeros reales, al final se vieron obligados, ante la gran presión popular y de los Comunes, a procesarlo. Lo mismo sucedió más tarde con el arzobispo Laud, criticado por intentar eliminar la libertad de las Iglesias protestantes (sobretodo la presbiteriana dominante entre los “puritanos”), intentando transformar el anglicanismo en un modelo parecido al papista. Al final la cámara volvió a tener la potestad de imponer los consejeros reales, mientras Strafford y Laud eran condenados a muerte por traición.En estos momentos de desconcierto y auténtico miedo del rey, fue también abolida la ley de censura. Esta abolición fue, en mi opinión, la decisión con más trascendencia posterior. La libertad de prensa y opinión produjo una vorágine de ideas hasta sus límites más radicales, y que veremos con más detalle en capítulos posteriores. Además, gran parte del pueblo se empezó a interesar por lo que pasaba en el parlamento, lo que aumentó el interés por lo público de la gran mayoría de la población, que seguía estando excluida de los poderes políticos.Ya en 1641 el parlamento dictó leyes que obligaban a la convocatoria del parlamento cada 3 años, así como la garantía de que no sería disuelto sin el propio beneplácito de la asamblea, lo que la protegía de las decisiones arbitrarias de los monarcas. También se devolvieron los poderes que habían sido retirados a los gobiernos locales, así como la abolición definitiva de los impuestos navales y sobre el comercio que Carlos había dispuesto años atrás para aumentar sus arcas. Sin embargo, no se quitaron los grandes privilegios de las grandes compañías comerciales, debido a que en el parlamento tenían el apoyo de muchos diputados, que evidentemente tenían intereses económicos en ellas.Pero fue a partir de aquí cuando el parlamento dejó de intervenir casi unánimemente. Los moderados se habían unido a los radicales para reparar las decisiones reales que habían intentado cambiar el equilibrio entre rey y parlamento, y así restablecer “a personas poderosas por la riqueza y prestigio social” su derecho a participar en el gobierno. A muchos les pareció que las reformas ya eran suficientes, sobretodo cuando los líderes radicales empezaban a apelar a la opinión pública a seguir con reformas, que llegaran más lejos que simplemente volver al antiguo “Status Quo”.A este principio de desavenencias se unió un problema mayor, la sublevación del Ulster, en donde la mayoría católica se había levantado en armas ante la durísima disciplina aplicada por los ingleses y colonos protestantes que invadían su territorio. Carlos, que había hecho grandes concesiones para conseguir la paz con Escocia, se encontraba de nuevo sin un ejército para repeler la rebelión. El parlamento compiló una serie de leyes, dirigidas por el líder parlamentario John Pym, con la que intentaba la creación de un ejército que fuera controlados por ellos, y no por el rey como había sido tradicionalmente, forma ésta de que luego no se utilizara este ejército contra ellos. Sin embargo, el parlamento ya estaba muy dividido, la mayoría de la Cámara de los Pares, y una importante minoría de la de los Comunes se estaba aproximando al rey ante la radicalización de los acontecimientos. Carlos, animado por estos apoyos, intentó el apresamiento de los líderes del parlamento, sin embargo, estos habían huido a la City. Londres, que ya estaba dominado por las clases medias “puritanas” se sublevó, en enero de 1642 empieza la primera Guerra Civil.
La guerra civilEn esta segunda parte continuamos con la historia política de la Revolución Inglesa. Como vimos en el anterior capítulo, el rey se alejó de Londres a comienzos de 1642, al tomar ésta partido por el “Parlamento Largo”. La propuesta de ley de Pym, de quitarle al monarca el mando militar, llevó a Carlos a ponerse a la defensiva y empezó una campaña de manifiestos contra el parlamento, a lo que unió un viaje por el centro y norte del país (las zonas menos desarrolladas), de donde dedujo que tenía bastante apoyo popular. El parlamento convirtió la ley Pym en “ordenanza”, lo que le facultaba para acusar de insubordinación a quien lo desobedeciera, además, se hizo con el poder de la flota. Por último, el parlamento expuso al rey las llamadas “Diecinueve propuestas”, que le convertirían prácticamente en un títere. Carlos las rechazó y mandó las tradicionales órdenes de movilización por todo el país para luchar contra los rebeldes. A su vez el parlamento utilizó las revolucionarias “ordenanzas” con el mismo motivo, crear un ejército.
3) La Guerra Civil (1642-1648)
La usual confusión y argumentos oscuros que caracteriza esta revolución hizo que en ambos ejércitos existieran prácticamente las mismas clases sociales, la afiliación venía determinada por un cambiante y complejo sistema de opiniones, intereses e incluso emociones. Aún así, el rey tuvo más aceptación en las zonas del oeste (incluido Gales) y norte del país, mucho menos desarrollado que el resto y con formas de vida semifeudales, mientras que el sur y este, mucho más rico y desarrollado, se inclinó en general hacia el parlamento. Sin embargo, en ambas zonas existían muchos condados que rompían estos límites, así como también fuerzas económicas mercantiles e industriales que permanecieron fieles al rey. Incluso las ideas y personalidades cambiaban a veces de bando sin mucha dificultad. Y todo esto en el ámbito político, pues en el ámbito social todo era todavía más confuso, como veremos en capítulos posteriores, aunque sin duda los elementos más radicales estaban más cerca de los parlamentarios.Carlos intentó tomar Londres rápidamente pero no pudo sobrepasar sus defensas, instalando su capital en Oxford. Ya en 1643 obtuvo algunas victorias en el norte y oeste, aunque no fueron decisivas. El rey no aprovechó estos momentos de superioridad, frente a un ejército parlamentario mal organizado y dirigido por grandes terratenientes y Pares fieles a la Cámara. Pronto se dieron cuenta que los antiguos métodos del ejército no les eran efectivos, y así, aparecieron Thomas Fairfax y Oliver Cromwell, representantes de la pequeña nobleza rural, y convencidos “puritanos”, que crearán un ejército eficiente, fruto de la habilidad demostrada por Pym en la gestión de la nueva administración, en donde una nueva ordenación fiscal les daría una regularidad administrativa suficiente para derrotar a Carlos.Sin embargo, el rey intentó financiarse de la forma tradicional, es decir, por medio de concesiones de privilegios, tasas arbitrarias y confiscaciones caprichosas, que no hicieron más que quitarle apoyos.
New Model Army
La creación del nuevo ejército parlamentario tuvo unas consecuencias mucho mayores que el simple hecho de conseguir una futura victoria militar.Nunca antes se había formado un ejército así, en esta época los ejércitos europeos se habían nutrido de mercenarios, presidiarios o busca fortunas, sin embargo, en los ejércitos parlamentarios la gran mayoría eran voluntarios “civiles”, un grupo muy heterogéneo de pequeña nobleza, comerciantes, de la incipiente burguesía (tanto rural como urbana), artesanos y campesinos.No hay que olvidar también la gran influencia de los presbiterianos y creencias de ética protestante, que llamamos puritanos, que si bien por un lado estaban muy unidos a la latente y futura economía liberal, también fue una caja de Pandora en la reinterpretación de la relación Dios-hombre, y que en su lectura más popular se convirtieron en auténticas ideologías revolucionarias. Otro factor muy importante era que este ejército se convirtió en un auténtico hervidero de ideas políticas y sociales. Recordemos que la abolición de la censura produjo la publicación de pensamientos y opiniones impensables en esa época, así , sumado a la movilidad de las tropas por todo el país, hizo extenderse a muchas regiones las nuevas ideas revolucionarias llevadas por los soldados.Pronto, tanto en el plano socio-político como religioso, los dirigentes parlamentarios (que en la práctica eran poderes económicos sin la menor intención de ceder su futuro poder político) se dieron cuenta de que en el ejército se estaban extendiendo ideas de soberanía popular y democracia, elemento con el que no habían contado y que después de la guerra tendría sus consecuencias.Como hemos visto, la reorganización del ejército y la administración hizo mover la balanza de la guerra hacia los parlamentarios. En 1644 Carlos, desesperado, firma una alianza con Escocia, que no resultó eficiente. En verano de 1645, en la batalla de Naseby, la derrota de los realistas decidió la contienda. Carlos se rinde en Newcastle e intenta negociar una salida honrosa, aprovechando la desunión y rivalidades internas del frente parlamentario.Así, y a pesar de tener a Carlos derrotado, empiezan los problemas entre los ganadores de la guerra.En el ejército se extendían ideologías más progresistas y radicales que las defendidas por los propios parlamentarios. Empiezan las reivindicaciones, por parte de los soldados, de nuevas reformas, sobre todo la modificación de los monopolios comerciales, y la abolición de los nuevos y odiados impuestos indirectos, es decir, los que gravaban los productos básicos de consumo. Pero también se exigía unas reformas políticas, sociales y legislativas que dieran el derecho de participar en la elección de los representantes en la cámara, así como una mayor tolerancia religiosa. Al frente de este movimiento se puso el grupo de los Levellers, literalmente traducido como los “niveladores”, dirigidos por John Lilburne y William Walwyn. No era un grupo homogéneo, y aunque sus opositores les veían mucho más radicales de lo que eran, en realidad, representaban en gran parte a la pequeña burguesía (entendiendo siempre burguesía dentro de los límites del capitalismo primitivo), comerciantes y artesanos. Aunque estudiaremos más ampliamente estos movimientos en capítulos posteriores, en su ideario común nunca se puso en entredicho la propiedad privada ni el sufragio universal, sino que pedían que los pequeños propietarios también pudieran participar en política, y no sólo los grandes propietarios.También existían grupos a la “izquierda” de los levellers, como los llamados Diggers, literalmente los “cavadores” (no reconocían la propiedad privada), así como también nuevas sectas religiosas, herencia de la expansión presbiteriana, como los Seekers y Cuáqueros.Los problemas con los soldados venían sobre todo determinados por la falta de ocupación de éstos, así se empezó a amenizar a las tropas con envíos masivos a Irlanda, o incluso la disolución del ejército. A esto se unió las conversaciones con Carlos, que indignaron más al ejército, pues pedían más oportunidades de intervenir en política (presentaron un proyecto de constitución) y de influir más en las negociaciones con los realistas, al no recibir respuesta hacían que se unieran más a los levelliers y otros grupos radicales.Todo esto justo en un momento de una escasísima capacidad de los dirigentes parlamentarios del momento, pues Pym había muerto, y que no se veían capaces de controlar la situación. La suma de todos estos acontecimientos hacía la situación insostenible.En este momento crítico aparece Cromwell, que si bien pertenecía a la mayoría “puritana” conservadora que realmente existía en el parlamento, su solidaridad con las reclamaciones y malestar del ejército le habían hecho muy popular. Era el hombre perfecto para controlar la situación, a lo que se sumó un acontecimiento que inclinó más el panorama a su favor, a finales de 1647 el rey Carlos huyó a la Isla de Wight, aprovechando el descontrol en los parlamentarios, con la intención de volver a la lucha.Era la oportunidad perfecta, Cromwell, con todo el apoyo del parlamento apeló a la unidad para volver a luchar contra los realistas, los radicales fueron apaciguados ante esta nueva amenaza, y los regimientos más rebeldes fueron reprimidos sin contemplaciones. Cromwell se había hecho de facto con el poder.La segunda guerra civil fue un auténtico don de la providencia para Cromwell. La inactividad del ejército era proporcional a sus inquietudes políticas radicales, y tenerles ocupados con una nueva guerra era la mejor medicina contra las revueltas democráticas.Los nuevos frentes abiertos por Carlos no eran ni continuos, ni coordinados, por lo que las contraofensivas parlamentarias terminaron la guerra hacia septiembre de 1648, después de encarnizadas batallas.Un nuevo parlamento, “depurado” por los militares que controlaban ahora el poder, llevó un proceso contra Carlos por alta traición. El 29 de enero de 1649 el rey era ejecutado por su propio parlamento.Desde este momento Inglaterra se convierte de hecho en una república, será la llamada Commonwealth.Con la ejecución de Carlos I no acabaron ni mucho menos los problemas. La proclamación de la Commonwealth dio paso a muy tímidas reformas, como por ejemplo la eliminación de la cámara de los pares, que no contentaban a nadie. Pronto la situación se volvió muy inestable, lo que fue aprovechado por Cromwell y los “puritanos” conservadores para controlar el poder a su favor.
4) EL INTERREGNO REPUBLICANO (1649-1660)
Los conflictos armados, políticos y sociales no cesaron, Irlanda no estaba ni mucho menos dominada, y de Escocia se temía que volviera a apoyar a la vieja dinastía y su libertad religiosa. Dentro de Inglaterra todavía existían muchos realistas que no aceptaban esta nueva situación, los Levellers insistían en formar un nuevo parlamento aceptando sus nuevos principios y peticiones. En el plano social, grandes movimientos sociales reclamaban derechos universales y libertades para todas las personas y clases sociales.Cromwell, que se sabía con el apoyo de gran parte del ejército, no tuvo piedad, arrestó a la mayoría de los Levellers, haciéndoles desaparecer de la vida política y siendo duramente reprimidos en el ejército, todas estas actuaciones radicalizaron mucho más a diversos grupos, como los Diggers ( también llamados los “verdaderos Levellers”) encabezados por Winstanley.Además, en 1651, comienza la guerra contra Holanda por rivalidades comerciales.El problema de Irlanda fue solucionado mediante campañas militares, con una fortísima represión e imponiendo al país un durísimo ordenamiento político y territorial (expropiaciones masivas de las tierras de los católicos) que la convertía definitivamente en una colonia, y cuyos efectos todavía son hoy patentes.Parecida suerte tuvo Escocia, al ser invadida en 1650, por haber firmado un pacto con el hijo del rey ejecutado, Carlos II, exiliado pero con intenciones de hacerse con el trono de nuevo. Mientras tanto los soldados empezaban a estar bastante hartos de luchar y no ver las reformas prometidas. El parlamento estaba prácticamente “depurado” de radicales y la mayoría puritana aplicaba su rodillo. Pronto se sacaron leyes opresoras, como el aumento de penas por traición y sobre todo, la reinstauración de la censura de prensa, que había provocado la extensión de ideales democráticos y de tolerancia religiosa.Pero Cromwell necesitaba, y quería, una mayor e incontestable autoridad para controlar la situación, que no dependiera sólo de los designios del parlamento, pero que le permitiera no ser él quien tomara la iniciativa legislativa. Así, en 1653, se crea el llamado “pequeño parlamento”, formado en gran parte por puritanos, y divididos en comités con diferentes funciones.Fue un fracaso, la imposibilidad de conseguir compromisos y reformas hizo que el propio parlamento se auto disolviera, devolviendo el poder a Cromwell.Ya no se hicieron más pruebas, con una nueva ley ( “Instrument of Government”) se proclama a Cromwell como “lord protector”, es decir, un dictador al servicio de los intereses que le habían llevado al poder, sobre todo el ejército, aunque controlado por un Consejo de Estado y un debilitado Parlamento que no podía modificar la constitución recién creada.Pronto su autoridad fue aprovechada con una acertada política exterior, se firmó una ventajosa paz con Holanda, así como una alianza con Francia en contra de España que le devolvió a Inglaterra el carácter de potencia europea perdida durante los años de guerra civil. Sin embargo, los problemas estaban en el interior. Pronto los llamados “republicanos”, es decir, antiguos miembros del parlamento que lucharon contra el rey, propugnaban que este nuevo modelo no era más que una forma de gobierno parecida a la época monárquica de Carlos I. Pedían el control del ejército y más poder y soberanía para el parlamento. Ante la insistencia de los republicanos de acabar con el “Instrument”, Cromwell decide disolver el parlamento acusándolos de querer causar desórdenes. Por entonces unas nuevas rebeliones realistas, fácilmente reprimidas militarmente pero costosas, habían dejado vacías las arcas del gobierno.La solución a esta crisis financiera fue la reducción del ejército regular, que se sustituiría por la creación de nuevas milicias voluntarias en los diferentes municipios. El mando de estas nuevas milicias recaía en los llamados “generales de brigada”, que muy pronto fueron utilizados como controladores de los gobiernos locales. Eran la policía, los espías y supervisores del orden y la moral. Es precisamente en esta época cuando la represiva moral puritana tuvo su apogeo, se prohibieron las carreras de caballos y gran cantidad de tabernas por considerarse inmorales y posible causa de desórdenes contra el gobierno.En un principio los generales mantuvieron el país libre de sublevaciones, aunque a costa de aumentar considerablemente la represión, ayudados por nuevas leyes que intensificaron la censura.En 1656 se formó un nuevo parlamento, que pronto saltó por los aires ante el caso del cuáquero James Nayler, cuyo delito de blasfemia quería ser castigado ejemplarmente por la mayoría puritana. El talante más tolerante en temas religiosos de Cromwell le volvió a enfrentar contra la cámara, este problema no hizo más que agravar lo que ya sabían todos, que el “Instrument” había fracasado. Cada vez más voces pedían una nueva constitución que garantizara una estabilidad política, al estilo de la antigua monarquía. Además, Cromwell envejecía rápidamente y su salud era delicada, lo que aceleró la creación de una nueva constitución, la “Petition and Advice” de 1657, que incluía el título de rey para Cromwell. Ante la negativa del ejército, y el propio Cromwell, en asumir ese título real, al final se optó por dejar al Protector que eligiera a su sucesor.Sin duda la “Petition” era un paso atrás, con una forma institucional muy parecida a la época de los Estuardo, el Consejo de Estado se convirtió en Consejo Privado del Protector, y se volvió a instaurar la Cámara de los Lores. Las victorias contra los españoles en el exterior no conseguían mantener el orden y las luchas internas en las cámaras y el consejo. En medio de esta incertidumbre, el 3 de septiembre de 1658 muere Oliver Cromwell, dejando como heredero a su hijo, Ricardo Cromwell.
5) LA RESTAURACIÓN
Ricardo fue proclamado y aceptado sin resistencia. Pronto tuvo que hacer frente a los problemas más inmediatos, como la reducción del ejército, tanto por los gastos que causaba como por ser el principal centro de ideas radicales. Sin embargo, Ricardo no tenía la influencia de su padre en el ejército y rápidamente fue contestado por los militares, que no aceptaban su pérdida de influencia.Se convocó un nuevo parlamento que formalizara el nuevo gobierno, realizándose las elecciones según los antiguos sistemas , lo que se tradujo en una mayoría conservadora y antirrepublicana, incluso había presencia de realistas. Sin embargo, no tenían unas políticas comunes y sólo defendían sus propios intereses. Ricardo, viendo la imposibilidad de salir de esta situación, decide retirarse, dejando todas sus responsabilidades al ejército.Esto no gustó a la mayoría conservadora y presbiteriana, temerosos del radicalismo de los militares, lo que provocó un acercamiento con las posiciones realistas, cuya corte en el exilio tenía cada vez más influencia. Mientras tanto los militares crearon un Comité para mantener el orden y la administración mientras se fraguaba una nueva constitución.Toda esta incertidumbre se vio reflejada cuando el General Monk, comandante del ejército en Escocia, dio un golpe de estado sin mucha oposición. Gran parte de los antiguos partidarios del parlamento pensaban ahora que la única forma de apaciguar el país era volviendo a la monarquía. Monk depuró el ejército de radicales y desestimó todas las protestas de los republicanos.En 1660 se forma un nuevo parlamento, con cámara de comunes y lores, que decreta la vuelta al antiguo orden, es decir, la vuelta de Carlos II, el 29 de mayo entra en Londres arropado por el mismo ejército que había ejecutado a su padre.Al final, el miedo de los poderes económicos y sociales a las reformas radicales, provocaron la vuelta de la monarquía con el fin de devolver la estabilidad y el orden, es decir, el seguir manteniendo los privilegios de los poderosos.
Parte IV. Los movimientos socialesPor Heródoto el Rojo
--------------------------------------------------------------------------------Hasta ahora hemos visto, en los capítulos anteriores, la historia política de la revolución inglesa desde la perspectiva de los grandes hechos y sus dirigentes más destacados, las complejas luchas entre unos poderes en decadencia (sistema feudal) y otros emergentes (clases precapitalistas).Sin embargo, la historia de la población más humilde y sus movimientos sociales siempre ha sido un tema secundario, e incluso calificado muchas veces como hechos anecdóticos o derivas “radicales” de las revoluciones. En la Inglaterra “republicana” terminó triunfando el bando más fuerte, el que estableció los derechos de propiedad frente al caduco sistema feudal, y dio a esta nueva clase social (comerciantes, gentry, grandes propietarios) el necesario poder político para expandir las nuevas formas económicas que la ética protestante impondrá para imponer sus valores, es decir, un mundo hecho a medida de los hombres de negocios.Estos nuevos valores económicos y sociales fueron también puestos en duda por una serie de movimientos e intelectuales, que no aceptaban que romper con el yugo feudal les arrastrara a otro nuevo infierno de desigualdad y pobreza. Esta revolución dentro de la revolución, la del pueblo llano, nunca llegó a triunfar, pero fueron una auténtica vanguardia, unos pioneros de las futuras luchas de clases, de todas esas personas que se negaron a someterse y adorar al nuevo monstruo que se asomaba, es decir, el liberalismo económico y capitalista.
6) LA BASE IDEOLÓGICA Y SOCIAL POPULAR
Como ya he comentado anteriormente, la eliminación de la censura durante los primeros años revolucionarios, nos ha dado una visión más profunda de lo normal de la auténtica explosión de ideas y visiones de un mundo más justo que se dio en este periodo. Es precisamente la férrea censura aplicada por todos los estados europeos, la que nos hace suponer que existía un espacio intelectual más amplio del que nos ha llegado a nuestros días, sin duda la fortísima represión de ideas “revolucionarias” explica la falta de datos en la mayor parte de la era Moderna. Estos años de libertad son un gran ejemplo de que la sociedad estaba más viva y menos sumisa al poder establecido de lo que siempre parece a través de la documentación histórica “oficial”.6.1 Anticlericalismo y herejíasUnida a las tensiones de clase existía una tradición anticlerical muy extendida entre el pueblo llano. Durante los siglos XV y XVI la herejía de los loardos mantuvo una descalificación continua de la iglesia de su tiempo, así como los llamados “locos”, gente que rechazaba y negaba la resurrección o la propia existencia de Dios.Más tarde, en el siglo XVI y a la sombra de la reforma luterana, aparecen los anabaptistas y familistas. En esencia, los anabaptistas, declaraban que el bautismo debía aceptarse sólo al llegar a adulto, negando la pertenencia a la iglesia nacional sin poder elegir, y por lo tanto contarios al diezmo que debían ceder a la Iglesia anglicana para ser mantenida. Se negaban a prestar juramento en juicios, pues pensaban que no era correcto hacer una ceremonia religiosa con fines judiciales, así hasta llegar algunos a negar la propiedad privada. No es de extrañar que siempre se sospechara de ellos como perturbadores del orden social, pues entre sus “locuras” decían que los hombres eran iguales y no había diferencia entre amos y sirvientes.Los familistas, miembros de la “familia del amor”, eran seguidores de Heinrich Niclaes, acusado de haber sido colaborador de Thomas Münzer en las revueltas campesinas de Alemania (1524) y la posterior insurrección de Ámsterdam. Su principal argumento consistía en enseñar que el cielo y el infierno estaban en este mundo, y que había que crear el paraíso en las sociedades actuales, Cristo estaba en todos los hombres y no se necesitaban intermediarios.No es difícil imaginar como con la abolición de la censura y la posterior tolerancia religiosa se extendieran estas teorías, hasta entonces enseñadas de forma secreta y aislada. Esta influencia se tradujo en una serie de “sectas” que rompió uno de los baluartes del poder del parlamento, el control ideológico a través de la religión de las clases media y baja, así no es de extrañar que los presbiterianos del parlamento intentaran parar estos movimientos mediante un sistema disciplinario muy parecido al que habían abolido, los antiguos tribunales eclesiásticos que mantenían la “verdadera doctrina”, u obligando a ir a misa.6.2 Los hombres sin amosComo ya sabemos, el sistema feudal se basaba en una sociedad agrícola muy estática, con una jerarquía rígida y basada en el vínculo de lealtad, sumisión y dependencia del vasallo a su señor. En este mundo casi era inconcebible que hubiera tierras y campesinos sin un señor que los dominara. Sin embargo, la realidad nunca fue una copia perfecta del modelo, y ya en el siglo XVI la existencia de hombres “sin amo” no estaba fuera de la ley, por lo que no eran perseguidos.Solían ser los desechos de una sociedad cambiante y en rápida transformación económica. En su mayoría eran vagabundos y pícaros, a lo que se sumó un gran contingente de campesinos expulsados de sus tierras ante el nuevo concepto de “beneficio” que se estaba inculcando en las clases favorecidas, los campesinos menos productivos eran desahuciados sin contemplaciones, así, el aumento de riqueza de unos cuantos se labraba con la condena a la pobreza de una buena parte de la población. No sólo venía determinado por la productividad agraria, en esta época se desarrollaba la protoindustria, es decir, muchos campesinos utilizaban el tiempo que no dedicaban a las labores agrarias (por los paros estacionales), a fabricar telas y paños para comerciantes que les pagaban una cantidad de dinero muy pequeña, pero suficiente para ayudar a sobrevivir. Una grave crisis económica en la década de 1620, hizo que estos comerciantes les dejaran sin trabajo, y, por consiguiente, se convirtieron también en pobres desheredados.Estos grupos no sólo estaban en el campo, en las ciudades, sobre todo Londres, existían también muchos individuos sin trabajo, que deambulaban pidiendo limosnas. También había muchos pequeños artesanos y tenderos que simpatizaban claramente con ideas más radicales que las defendidas por la elite parlamentaria.Estos nuevos ejércitos de vagabundos y trabajadores humildes no formaban un grupo social organizado, eran incapaces de organizar una rebelión, su necesidad de pequeños hurtos para vivir les presentó como un problema de seguridad a resolver. En plena guerra civil (1644), el parlamento hizo unas leyes en las que se obligaba a los vagabundos a asistir a misa los domingos, sin duda para evitar que cayeran en manos no “deseadas”. Sin embargo, este grupo fue de los que más apoyaron los movimientos radicales, y en donde mejor calaron las ideas de democracia e igualdad.6.3 Las tierras comunalesMuchos de estos desheredados de la sociedad terminaron viviendo en las tierras comunales (habitualmente de los municipios libres), baldíos, bosques o páramos, multiplicándose su número durante los años de la guerra civil. Se alojaban en chozas y eran vistos por los poderosos (sobre todo la gentry) como ladrones, mendigos y holgazanes, la realidad es que no los tenían controlados y, por consiguiente, no podían decidir sobre ellos.Realmente vivían de lo que cultivaban, del ganado, y por supuesto, se introducían en los bosques señoriales para recolectar o cazar, lo que les permitía disfrutar de una libertad impensable para un sirviente, eran una herencia de los colonos libres del medievo. Ya los Estuardo intentaron acabar con estos asentamientos mediante la deforestación de muchos bosques, pero sobre todo, con el cercamiento de las tierras. Este proceso de cercamiento era sin duda un duro ataque a las tierras comunales, que según los nuevos productores de beneficios, eran un escollo en el nuevo sistema agrícola que se estaba imponiendo. Sin duda estos terrenos “desaprovechados” eran un caramelo demasiado dulce para los nuevos señores de la economía, la gentry (grupo social con amplios ingresos económicos, sobre todo de sus tierras, pero por debajo de la nobleza), sin duda más carroñeros que los antiguos señores feudales. Así se libraron duras luchas en el parlamento entre los defensores de los antiguos derechos comunales y los defensores de “favorecer la producción agrícola”. Los “niveladores” y “cavadores” intentaron defender estos derechos, pero su caída fue también la perdición para los comuneros.6.4 Agitadores en el ejércitoYa hablamos anteriormente de la singularidad del ejército parlamentario, el New Model Army. Un gran número de voluntarios eran precisamente gentes “sin amo” de los bosques y páramos, que no dudaron en alzarse contra el monarca. El simple hecho de crearse un ejército con esta base social es ya en sí un hecho sorprendente, sin duda más representativo de la sociedad que los representantes del parlamento. Además, la libertad de organización y discusión de la que disfrutaban hizo que se convirtiera en un semillero de ideas políticas. La movilidad del ejército fue muy importante en la expansión de estas ideas, llegando a lugares que de otra forma hubiera sido imposible. Su contribución fue clave para la derrota realista, y tras esta forzosa ociosidad, muchos empezaron a reclamar las reformas que no llegaban. Se empezaron a pedir límites en el tamaño de la superficie de tierras que una persona podía poseer, o que se utilizara al ejército “para enseñar la libertad a los campesinos”. También muchos soldados se convirtieron en predicadores independientes de la influencia de los presbiterianos, que utilizaron los mismo argumentos que estos últimos contra la iglesia nacional episcopal anglicana.Al final las peticiones de igualdad y democracia estaban tan presentes en los soldados que tuvo que intervenir el parlamento, se licenció a muchos “rebeldes”, y al resto se les envió a la conquista de Irlanda para distraerles. Sin embargo, los soldados, en contra de la opinión de la mayoría de los oficiales, se organizaron para elegir asambleas y agitadores que extendieran su ideario revolucionario.Tuvieron mucha influencia en el ejército los niveladores, que sin duda fue uno de los aspectos por lo que los conservadores del parlamento no dudaron por la represión para terminar con los agitadores.6.5 La influencia Milenarista.Aunque ahora nos resulte extraño y gracioso, en el siglo XVI todavía se vivía en un mundo en donde la intervención de Dios, el demonio, brujas, hechiceros y la magia en general era evidente para casi todas las personas. Raro era el pueblo que no tenía un “adivino” o “astrólogo”, todo lo que no tenía explicación era magia, incluso a las matemáticas se la llamaba la “magia matemática”. No es de extrañar en un mundo en donde el escaso conocimiento científico y la nula educación creaban en la gente una inseguridad que les hacía depender de los designios divinos. La peste, el hambre, los incendios, etc.. eran provocados sin duda por la voluntad de seres no “visibles”.En este ambiente sociológico no es de extrañar la influencia que tenían las profecías, en esos tiempos oscuros para el intelecto, era fácil atraerse a la gente con un mensaje diferente al oficial de la iglesia anglicana, o los propios presbiterianos. Esto era muy común en los países influenciados por la reforma luterana, la libre interpretación de la Biblia y la relación directa sin intermediarios entre Dios y hombre crearon un ambiente muy propicio a las profecías de muchos milenaristas. Si, además, ese mensaje prometía un mundo mejor, en donde las injusticias no debieran existir, y la igualdad sería una realidad, no es de extrañar que calara profundamente en muchos estratos sociales humildes.Así, mucha gente se dejó influenciar por algo que les prometía un mundo diferente, un mundo idealizado tras la eliminación de la injusticia de los poderosos.Este proceso es muy parecido al que se vería en el siglo XIX y XX con la entrada de los ideales libertarios y anarquistas en las zonas rurales del sur de Italia y España, regiones con un gran retraso social y tecnológico, y en donde muchos campesinos se sintieron atraídos por una nueva ideología que les prometía un cambio sustancial en sus vidas, un cambio que les convertiría en seres humanos de verdad, y no simple mano de obra barata de los terratenientes.Así, tenemos a una base social que había sido históricamente marginada, y que por su propio impulso intentará cambiar una sociedad injusta. No era un grupo homogéneo, lo que se tradujo en importantes movimientos como los Niveladores, los Cavadores, Cuáqueros, Seekers, etc... que nos darán diferentes perspectivas de cómo cambiar el sistema que les tenía oprimidos.
Parte V. Los Niveladores (Levellers)Por Heródoto el Rojo
Ya hemos visto como los movimientos sociales se desarrollan dentro del ambiente revolucionario. Aunque el poder presbiteriano y conservador dirige realmente la lucha contra el rey, la definición y creación de grupos organizados e independientes a éstos se hace una realidad a partir de la derrota del monarca, serán los más tarde definidos como los “Radicales”. Así, se produce una reacción de diversos grupos dentro del parlamento, eran los llamados “independientes”, y que ante el parón de las reformas por parte de los puritanos, pues los intereses económicos de la gentry ya estaban resueltos, deciden enfrentarse de forma clara para intentar llegar a las reformas sociales y políticas que reivindicaban buena parte del pueblo, y sobre todo, los niveles medios-bajos del ejército.El principal movimiento organizado fueron los “Levellers”, literalmente “los que nivelan”.
7) LOS NIVELADORES (LEVELLERS)Los Levellers fueron sin duda el grupo más representativo del ala “izquierdista” del parlamento. Sin embargo, había grandes diferencias entre sus integrantes, sobre todo, entre los representantes que asistían al parlamento y gran parte de su base social, en especial dentro del ejército y la ciudad de Londres.Sus principales cabezas visibles eran John Lilburne y Wiliam Walwyn. Socialmente representaban sobre todo a los artesanos y pequeños comerciantes, así como también campesinos con propiedades. Son precisamente estos estratos sociales (medio-bajo) los que formaban el grueso de los ejércitos parlamentarios.Un buen ejemplo de la complejidad de este movimiento son estas palabras del nivelador Henry Denne: “Constituimos un cuerpo heterogéneo, formado por partes muy diversas unas de otras, asentado sobre principios contradictorios entre sí”.7.1. Moderados y AgitadoresEs precisamente esta variedad de pensamiento la que hace que sea muy difícil verlo como un grupo homogéneo, y describirlo de una forma unitaria, así, se podría decir que Lilburne representaba el ala más moderada y “constitucional”, respetaban la propiedad privada pero desde un punto de vista muy crítico con los “puritanos”. Mientras, el ala representada por Walwyn y Overton se interesaba más por cuestiones económicas, es decir, en defender a los pobres de los ricos, y haciendo justicia a su nombre de “nivelar” la riqueza entre los hombres.El movimiento nivelador empezó de una forma clara al final de la primera guerra civil (1648), cuando muchos mandos medios del ejército veían como se negociaba con el prisionero rey Carlos de forma secreta. En el parlamento surgieron voces contrarias a que el peso de la revolución lo llevasen los puritanos-presbiterianos-conservadores, que retrasaban las reformas o las maquillaban para ajustarse a sus intereses económicos (grandes propietarios). La ejecución del rey no hizo más que aumentar el malestar, ante los impedimentos a la progresiva democratización de la sociedad. Lilburne y otros, considerados hasta entonces “independientes” reclamaban reformas claras y contundentes, sin embargo, sólo se les concedió la abolición de la Cámara de los Lores y la proclamación de la república (Commonwealth), sin ninguna concesión de reforma económica o política.En el ejército la respuesta fue más contundente, se crearon Consejos de soldados que pedían democracia (sufragio universal), abolición de la censura y reformas económicas y sociales a favor de los pobres. Los representantes de los Consejos se dedicaban a difundir el mensaje revolucionario, y la coordinación con otros grupos y Consejos. También criticaban el poder de los generales, que controlaban el ejército a favor del parlamento e impedían que los soldados llevaran y expandieran la revolución, incluso presentaron un documento que explicaba claramente sus objetivos, es el llamado “Pacto del Pueblo”, una auténtica declaración constitucional que fue rechazada por Cromwell. Las conspiraciones continuaron durante los años 1648 y 49, se creaban consejos de soldados en casi todos los regimientos e incluso se desobedecían las órdenes de movilización a Irlanda.Pronto los agitadores del ejército fueron licenciados, apresados o incluso ejecutados, los representantes en el Parlamento fueron detenidos (Walwyn, Overton y Lilburne), descabezando el movimiento casi en su totalidad.Aún así, varios regimientos continuaron la lucha y se sublevaron. Más tarde, en la batalla de Burford, los regimientos amotinados son derrotados por el ejército fiel a Cromwell y Fairfax.La pequeña burguesía era bastante insegura, poco sólida e inestable, por lo que con la falta de apoyo del ejército, las bases sociales civiles del movimiento se vinieron abajo.
7.2. La Ideología Niveladora.
Aunque en el ejército se dieron ideologías radicales, la doctrina política y económica de los Levellers era, sobre todo, la representada por la clase “media” de aquella época, es decir, el punto de vista individualista de pequeños propietarios, comerciantes y artesanos. Nunca atacaron realmente los derechos de propiedad, aunque si que intentaron que las grandes propiedades tuvieran un límite de tamaño. Aún así, fueron vistos por los puritanos como radicales que querían destruir la propiedad privada, y, por tanto, las bases del futuro poder de la burguesía capitalista.En el Parlamento se llegaron a constituir casi como un partido político, aunque sus principales reivindicaciones eran sobre igualdad civil y política. Defendían el Derecho Natural frente a la ley heredada, es decir, que los derechos y libertades de todo ser humano son innatas e iguales para todos, sin importar la tradición. Entienden la nación como un conjunto de individuos libres, que cooperan por interés personal y crean las leyes para ello.No todos defendían la república, aunque muchos si, y la entendían más como un medio que como un fin. Su principal texto programático es el “Pacto del Pueblo”, una auténtica ley constitucional, en donde mediante el sufragio universal, se elegían unos representantes legisladores (Cámara de los comunes), siendo un poder delegado por el pueblo. También este “Pacto” tenía aspectos “contractualistas”, muy al estilo del futuro “Contrato social” de Rousseau. También es considerado como un modelo al futuro “Bill of Rights” de la independencia de los Estados Unidos.Respecto a la religión, eran fervientes defensores de la tolerancia. Además consideraban la educación como un derecho universal, defendido principalmente por Lilburne.Al final esta ideología, años más tarde, se terminaría fundiendo con la filosofía de Locke, estudioso de la Revolución Inglesa y estandarte del individualismo liberal.Con la desaparición en la práctica de los Levellers hubo una gran dispersión de sus integrantes, muchos terminaron en movimientos sectarios, como los Cuáqueros, o se radicalizaron más, uniéndose a otras sectas o al grupo de los Diggers, los “cavadores”, auténtico precedente del comunismo y la colectivización.Parte VI. Los Cavadores (The Diggers)Por Heródoto el Rojo
Con la derrota de los Niveladores, el parlamento puritano había dejado totalmente desarticulada y desmovilizada a la clase “media” de comerciantes y pequeños propietarios. En este nuevo ambiente surgió un nuevo grupo más radical, representante de las clases menos favorecidas (campesinos sin tierras y desheredados de las ciudades) que se enfrentará al poder presbiteriano. Se auto proclamaron los “verdaderos niveladores”, y en su ideología se daba un paso muy importante hacia la verdadera justicia al rechazar el elemento más importante de desigualdad, la propiedad.Al igual que en el resto de ideologías, la interpretación de la Biblia en su forma más social e igualitaria, fue una importante aportación e inspiración de los movimientos radicales y sectarios, convirtiéndose en el principal “manual revolucionario”. Todo esto a pesar de la cada vez más clara tendencia hacia el anticlericalismo y ateísmo, sin embargo, el analfabetismo general, así como el atraso de la Historia y las Ciencias hacían casi inviable una doctrina basada en el ateísmo, era mucho más viable y sencillo querer cambiar el mundo con un Dios revolucionario.8) LOS CAVADORESTras el desastre de los Niveladores en Budford el parlamento puritano eliminaba uno de los movimientos que más estorbaban a su proyecto de crear una nueva sociedad basada en la gran propiedad privada y el capitalismo.En ese mismo año, 1649, una serie de cosechas desastrosas, junto con el nuevo modelo de impuestos indirectos que gravaban los productos de uso popular, llevaron al país a una severa crisis que afectaba sobre todo a las clases bajas de la sociedad, grupos representantes del pueblo llano y que hasta entonces no habían tenido una ideología que unificara sus necesidades políticas, económicas y sociales. Así, apareció uno de los hombres más importantes de la Revolución Inglesa, Gerrard Winstanley.8.1. La colina de St. GeorgeUn domingo de abril de 1649 se reúnen en la Colina de St George un grupo de jornaleros sin tierra, su intención era la de crear un ejemplo de propiedad comunal. Comenzaron a “cavar” las tierras baldías (de aquí su sobre nombre de “cavadores”), y así hacer frente, además, a la demanda de alimentos de los más pobres.La zona estaba a las afueras de Londres, y se había caracterizado durante la guerra como una región de “radicales”. De esta zona era Winstanley, que se convirtió en el verdadero inspirador y creador de la doctrina de los “verdaderos niveladores”, según dice, en una visión se le ordenaba “dar a conocer que la tierra podía convertirse en un tesoro común de subsistencia de toda la humanidad, sin acepción de personas”. Pronto familias enteras se asentaron en el lugar, lo que asustó sobre manera a los terratenientes de la región, así como al párroco, que temía el ambiente anticlerical que inspiraba su movimiento.Con este miedo, a que se extendiera este modelo de explotación comunal, los denunciaron a los tribunales y les hostigaron con un boicot y bloqueo económico.Un año después de empezar a trabajar las tierras, los campesinos fueron expulsados tras la decisión del tribunal, sus chozas fueron quemadas y la colonia dispersada.Y así acabó una de las primeras experiencias registradas históricamente de colectivización. Este movimiento de creación de nuevas comunidades se extendió por el sur y centro de Inglaterra, pero todas fueron desmanteladas al poco tiempo. Aún así, contribuyeron a la toma de conciencia de clase a otros grupos radicales o sectarios, como los cuáqueros y hombres de la “Quinta Monarquía”..2. Los verdaderos niveladoresEn el grupo de los Levellers destacaron algunos miembros más radicales que los constitucionalistas, esta ala se preocupó más por los aspectos socio-económicos y defensa de los pobres frente a los ricos. El movimiento radical se dio sobre todo en el ejército, en donde se empezaron a reivindicar teorías comunistas y límites a las propiedades desde mediados de la década de los 40. En 1649 un folleto anónimo, “Tyranipocrit discovered”, demanda la igualdad de bienes y tierras, educar a todos los niños por igual y repartir las riquezas para “que de este modo los jóvenes y capaces puedan trabajar, y los ancianos y débiles puedan descansar”. Apelaba también al republicanismo pues : “Dios hizo a los hombres, y el demonio a los reyes”.Algunos regimientos del ala radical de los Niveladores pedían directamente el sufragio universal y expandieron estas ideas entre muchas zonas campesinas, incitando a la movilización frente a los cercamientos de las tierras de los terratenientes.Así, la acción de los Niveladores “no oficiales” llegó más lejos que los dirigentes del parlamento. La colina de St George fue la parte más visible de un movimiento de los que se empezaron a llamar “verdaderos niveladores”, pues representaban a las clases que habían sido privadas de cualquier derecho, y que fueron olvidados por los constitucionalistas, pues ellos en el fondo pensaban en una democracia dentro de los límites de la sociedad capitalista. Por primera vez los sirvientes, jornaleros, indigentes y los económicamente dependientes tenían motivación para luchar por sus libertades y derechos..3. Gerrard Winstanley y la ideología de los "Cavadores”Hubo un personaje que destacó sobre manera como auténtico ideólogo de este movimiento, este fue sin duda Gerrard Winstanley.Se empieza a conocer su vida cuando llegó a Londres para trabajar como aprendiz pañero, sin embargo, tuvo serios problemas con la crisis económica y se trasladó a la zona de la colina de St George, donde escribía folletos religiosos mientras cuidaba vacas. Es aquí cuando empieza a escribir también manifiestos denunciando la injusticia social, y no sólo eso, sino dando a conocer toda una ideología de cómo crear ese nuevo mundo más humano. Influido por los movimientos sociales del ejército y comunidades de campesinos su pensamiento derivó hacia un comunismo agrícola. Su principal manifiesto es el “The Law of Freedom”, donde resume toda su ideología.Su lucha empezó contra los grandes señores que no cultivaban muchas de sus tierras, dejándolas baldías y haciendo así subir los precios. Tras su famosa visión de crear una sociedad comunal para trabajar la tierra, dedicó todo su tiempo a explicar mediante folletos el cambio crucial que debía tomar la propiedad de la tierra. Criticaba ferozmente a los terratenientes que vallaban sus tierras para, en teoría, hacerlas más productivas, sin embargo, el aumento de población de Inglaterra en este siglo hacía inviable alimentar a toda su población. Winstanley plantea en su reforma agraria no sólo un reparto más justo, sino un aprovechamiento de las tierras baldías con una agricultura intensiva que pudiera dar de comer a toda la población. Destaca, además, el uso de fertilizantes, la “estercoladura” era esencial en su proyecto, así como una planificación a gran escala de la producción agrícola.Los cavadores empezarán a exigir las tierras confiscadas de los terratenientes realistas, de la corona y de la Iglesia anglicana para los pobres del país sin tierras.La gentry y presbiterianos empezaron a temer el movimiento cuando vieron que lo peligroso de los cavadores no eran sus exigencias de tierras, sino la capacidad que estaban empezando a tener de organizarse, Winstanley exhortaba a la organización con vistas a la acción práctica, y a ser capaces de crear su propio sustento.Respecto a la propiedad de la tierra, Winstanley hace referencias continuas a la antigua formación de la humanidad, consideraba a Jesucristo como el primer “nivelador”, llevando sus ideas hasta su hostilidad hacia la propiedad privada como tal. Él mismo dice: “En el principio, el gran creador, la razón, hizo la tierra para que fuera un tesoro común [...] Ni una sola palabra se dijo que una rama de la humanidad fuera a dominar sobre la otra.. pero las imaginaciones egoístas erigieron a un hombre para que enseñara a dominar a otro... Y la tierra fue cercada por los dominadores.. vendida ,comprada y retenida en pocas manos [...] El poder de cercar y poseer la tierra en propiedad fue introducida por vuestros antepasados con la fuerza de las armas”. Con estos análisis llegaba a la conclusión de que “Todas las leyes que no estén fundamentadas en la equidad y en la razón, que no otorguen la libertad universal a todos deben ser cortadas de raíz como la cabeza del rey”.Por estas causas los cavadores odiaban a los abogados, pues eran los encargados de las compras-ventas de las tierras de la gentry y terratenientes señoriales.En el The law of freedom habla claramente de la creación de una república comunista, entendiendo este comunismo como modelo de propiedad comunal, y no exactamente como lo plantearía Marx doscientos años más tarde de forma científica, aunque con coincidencias muy evidentes y curiosas. Así, con la propiedad comunal de la tierra ya no habría compraventas ni de tierras ni del trabajo.Al principio estos planteamientos tan originales describían realmente una sociedad anarquista autogestionada, en esta sociedad no habría leyes sobre el encarcelamiento de la gente, el robo sólo era consecuencia de la pobreza o la codicia, además, la pena de muerte lo consideraba un asesinato.Sin embargo, después del fracaso de la colina de St George replanteó sus ideas, en su modelo de constitución incluyó diversas leyes pues “de las mentes irracionalmente ignorantes pueden surgir malas acciones”. Aún así, se suprimirían las prisiones y se insistía en que serían leyes correctivas y no punitivas. También creía en la necesidad de un ejército que “reprimiera todo intento de volver a la esclavitud”, este ejército sería una milicia popular. La libertad quedaba asegurada mediante el derecho de resistencia popular.Pronto se dio cuenta de que este proceso necesitaba de un periodo más largo de lo previsto en la educación de la sociedad, así, propuso para este periodo de transición que la elección de los magistrados fuera anual, y fueran responsables ante “el pueblo que los elige”. También se crearían unos funcionarios (supervisores) que planificarían las necesidades de alimentos. Estos funcionarios cobrarían un sueldo para que los pobres pudieran optar a estos cargos (como en la antigua Atenas).El incumplimiento de las leyes sería castigado con penas de privación de derechos civiles y trabajos forzosos, lo que incluía a los “holgazanes”, refiriéndose a la gentry y señores, que por supuesto nunca se rebajaban a trabajar la tierra. En esta república no habría abogados. El casamiento sería una ceremonia civil y realizado por amor, quedaba prohibido por dinero.Winstanley no olvidó a la industria y al comercio, aunque secundario respecto a la agricultura, valoraba su producción como forma de mejorar el nivel de vida, además, veía necesario la creación de un monopolio estatal para el comercio con el exterior. Se busca la producción, pero no para beneficio de unos pocos, sino “para alcanzar la belleza de la república”. La educación era de vital importancia en el mundo ideal de Winstanley. La educación sería continua “hasta que los hombres conocieran todas las artes y lenguas”. Sería universal e igualitaria, y lo que es más excepcional en el siglo XVII, para ambos sexos. Los niños estudiarían “un oficio y algún trabajo corporal, así como lenguas o historia”. Las niñas aprenderían a leer, música y a hilar.Una especial mención recibe la Ciencia, se promovería la experimentación y la invención, tal y como dice “el miedo a la miseria y a los capataces han impedido muchos inventos valiosos”. Estos inventos repercutirían en beneficio de toda la sociedad, tras recompensar al inventor.También habría unos funcionarios especiales, los postmasters, que recogerían información acerca del estado del bienestar de cada comunidad, con el fin de realizar estadísticas y dar a conocer los inventos de cada zona, recordemos que las comunicaciones eran un grave problema.Winstanley entendía toda la sociedad como un todo, la humanidad al completo, y creía en la paz y solidaridad. Su planteamiento era sencillo “Una vez que la tierra vuelva de nuevo a ser un tesoro común... entonces cesará esa enemistad de todos los países y ninguno se atreverá a la dominación de los demás, ni nadie osará matar a nadie, no desear mayor parte de tierra que otro”.8.4. Dios y Razón.3. Los Cuáqueros
Este movimiento de los “estremecidos” (quakers) es sin duda el más organizado y coherente de todas las sectas, de hecho ellos mismos se consideraban un grupo homogéneo y se auto denominaban como “La sociedad de amigos”. En un principio muchos cuáqueros fueron ranters o seekers, aunque posteriormente se arrepintieron de su pasado, como Nayler, que entró en Bristol en un asno como Jesús pero que luego se retractó. Además, siempre tuteaban y nunca se quitaban el sombrero para saludar. Sin duda el principal líder de este movimiento fue George Fox, que junto su manifiesto “Journal”, es considerado el principal inspirador del movimiento.Su nombre viene del “estremecimiento” que sentían los “elegidos”, si bien este movimiento fue sin duda el más político de todos, sobre todo al coger el testigo de los niveladores tras su disolución, incluyendo a John Lilburne, que tras su expulsión del parlamento se unió a los cuáqueros. Su base social era muy parecida a la de los Levellers, comerciantes y artesanos que encontraron en este movimiento una salida en un programa nivelador. Así, exigían parlamentos anuales y se declaraban antimonárquicos, también pedían la abolición de los diezmos o la creación de una política social. Fox propuso que “todas las grandes mansiones, iglesias y tierras monásticas fueran utilizadas para ayudar a los pobres y transformadas en asilos”.Desde sus primeros folletos y manifiestos, Winstanley dejaba clara su idea de que la “razón” impregnaba todo el universo. En sus principios era un ferviente defensor de la idea de Jesucristo como salvador y primer “nivelador” de la historia, Cristo estaba en cada individuo, más tarde evolucionó su pensamiento hacia un panteísmo materialista, en donde Dios o la razón abstracta sólo son reconocidos en el hombre o en la naturaleza, planteamientos muy parecidos a los posteriores de Spinoza.Pero ante todo era anticlerical, culpaba a la religión tradicional de ser la culpable de que la gente fuera tan ignorante de sus libertades, al ser inculcados desde pequeños en sus ciegos e injustos principios. Odiaba la justificación que daban del mundo dominado por los poderosos, en donde los ricos se creaban su paraíso en la tierra, mientras los pobres deberían estar contentos de su pobreza, pues tendrían su cielo en la otra vida.Casi siempre prefería utilizar la palabra razón frente a la de Dios, pues decía que “había sido mantenido en las tinieblas mucho tiempo con esa palabra”. Además, desechaba la idea del Dios venerado por los poderosos, el “Dios de la codicia, el dios que dio a conocer el derecho de la propiedad privada y estableció que el pueblo pagara diezmos al clero”.Winstanley llegó a reunirse con Cromwell, al que le presentó su modelo de sociedad. Como era de esperar no fueron tomados en cuenta y poco a poco el movimiento de los cavadores se fue diluyendo. La represión fue fuerte en algunos casos y con la restauración desapareció casi por completo, aunque quedó en la memoria histórica de los más desheredados. Sus planteamientos inspiraron a grandes pensadores posteriores e influyó definitivamente en la toma de conciencia de que era posible cambiar el injusto mundo que les oprimía.
Parte VII.Los movimientos sectarios y conclusión generalPor Heródoto el Rojo
--------------------------------------------------------------------------------(9) LOS MOVIMIENTOS SECTARIOS
Como ya hemos explicado anteriormente, la libertad de expresión y de imprenta fue determinante en la expansión de diferentes ideologías, así como la libertad religiosa, que hizo resurgir a muchos movimientos reprimidos durante años, como los herederos de los loardos, anabaptistas o la “familia del amor”. La mayor parte de ellos emigraron a América y Holanda, pero muchos se quedaron viviendo como una elite en la clandestinidad. Esta libertad, unida a la idea del cristianismo protestante de no tener intermediarios con Dios, dio lugar durante la revolución a una vorágine de sectas religiosas que pretendían acabar con la “corrupción” de la iglesia oficial anglicana y los presbiterianos. Pero muchas de ellas tenían una gran carga social y política, cogiendo el testigo del radicalismo después de la desaparición de los Levellers y los Diggers.En general se caracterizaron por el utopismo y milenarismo de sus líderes y seguidores, siendo realmente una variante “izquierdista” del puritanismo presbiteriano. Reclamaban una verdadera igualdad entre los hombres, basada casi siempre, en una visión social de la Biblia o en la llamada “magia”, presente en gran parte de una sociedad sin prácticamente conocimientos científicos, y que se utilizaba como instrumento alternativo para poder controlar la naturaleza.En general no fueron movimientos organizados, excepto los Cuáqueros, y con el tiempo se fueron diluyendo en la nueva etapa conservadora que siguió a la Restauración.
9.1 La nueva concepción del pecado
En casi todas las religiones, y más la cristiana, se tenía la leyenda de que la humanidad, en su origen, vivía en un estado de felicidad e inocencia, es decir, sin pecado. Pero se perdió, y esta “caída del hombre” hacia un destino inestable y cruel hacía imposible la felicidad en la Tierra, por lo que había que esperar a la “otra vida” después de la muerte.En una sociedad agrícola como esta, recordemos que estamos en una etapa preindustrial y precapitalista, las plagas, las guerras y el hambre generaban una gran inseguridad en las personas, que aceptaban los designios de un Dios tan impredecible como el tiempo. La pobreza, el pecado y la inferioridad social eran aceptados ante la impotencia y frustración de no poder evitar el pecado original y el poder de la naturaleza.Todo esto fue utilizado por la Iglesia medieval como sistema de control social, con la ruptura del protestantismo el pecado se interiorizó, siendo reemplazado por la penitencia o castigo interno. Esto liberó a muchos hombres de los terrores del pecado, a lo que se unió la idea protestante de “predestinación”, en la que los individuos están predestinados a ir al infierno o al cielo. Así, los “elegidos”, o también llamados “santos”, están predestinados a la salvación aunque no sean conscientes de ello, son los verdaderos hombres libres.Estas teorías, muy parecidas al calvinismo primitivo, dieron a un selecto grupo de hombres la convicción y sentido de unidad mutua suficiente para abrirse camino hacia la libertad política y religiosa por medio de una organización que llamamos Sectas. Esta conversión confería una sensación de fortaleza al unirse a otras personas que pensaban lo mismo, los hombres se sentían libres respecto a los curas y las autoridades, sin duda era una libertad ilusoria pero suficiente como para rebelarse ante los poderosos.En esta visión también influyeron personajes como el “cavador” Winstanley, que mantenía que si el pecado era una invención para mantener a las clases bajas atemorizadas ¿qué justificaba la división de clases y la propiedad?, es precisamente la propiedad lo que produjo la “caída del hombre”. Además, los miedos al demonio no eran más que “la angustia de las conciencias atormentadas y reflejan las pasiones y deseos de cada uno”.También el culto a la magia o la alquimia ofreció una liberación frente al pecado, según Francis Bacon, mediante el experimento y la habilidad mecánica se podía recrear la “abundancia del Edén”, por lo que el pecado original no era más que el resultado de la ignorancia y la pobreza.El poco desarrollo de la historia y las ciencias hacían inviable el éxito del ateísmo, aunque muchos rechazaban incluso a la existencia de Dios, se daba la paradoja de que la vía de escape a la teología era teológica.
9.2. Seekers
Los Seekers o “buscadores” representan el movimiento menos homogéneo de todos, de hecho sus integrantes solían ir de una secta a otra hasta encontrar alguna que les terminara convenciendo. Su origen viene de los movimientos heréticos anteriores, sobre todo familistas y seguidores de Heinrich y Niclaes, que contenían una gran carga social e igualitaria. Si bien no eran teorías peligrosas en tiempos de paz, con la revolución muchas personas del pueblo llano empezaron a tomarlos muy en serio. Es a partir de ahora cuando aparecen gran cantidad de escritos y predicadores radicales, debido a la quiebra de confianza en la religión tradicional y al entusiasmo milenarista, sobre todo en Londres y el ejército, en donde se ponía en duda todo, desde la existencia del alma hasta la validez de las escrituras, muchos simplemente no querían pertenecer a ninguna religión.Sin duda el representante más destacado de este movimiento fue William Erbery. Ferviente defensor del parlamento en la guerra, estuvo como capellán en el New Model Army, en donde criticaba ferozmente al rey y su iglesia anglicana, pero también a los presbiterianos y los diezmos. Él mismo se consideraba “lleno de desconcierto, como un hombre que busca su camino”. Consideraba a los “santos” representantes de Dios en la tierra y serían los que castigarían a los reyes, los santos siempre serían miembros de las clases más bajas. Erbery veía al New Model como al ejército de pobres que liberarían a Inglaterra. Llegó a escribir a Cromwell para que subiera los impuestos a los ricos y terratenientes con vistas a crear un “tesoro para los pobres”.
9.2. Ranters
Los Ranters, cuya traducción aproximada sería “delirantes” o “extravagantes”, se caracterizaban por su vida licenciosa, su lugar de culto favorito era la taberna, donde bebían cerveza y fumaban tabaco hasta el “delirio”. Además, consideraban las relaciones sexuales fuera del matrimonio como algo natural, así como el uso de continuas blasfemias. A muchos Seekers se les consideraba Ranters y viceversa.La blasfemia era considerada como una expresión simbólica de libertad con respecto a la moralidad, era un acto de desafío a Dios y a la sociedad de ética puritana. Al poco tiempo el parlamento sacaba leyes para cerrar tabernas y cervecerías.El origen social de este grupo parece ser el típico del pueblo llano, campesinos y artesanos expulsados de sus chozas que terminaban en grandes ciudades, en donde se organizaban en grupos religiosos cada vez más radicales. Al igual que los Seekers, no había ningún líder teórico ni organización “ranter”, y su nombre se debe más a como lo nombraban sus detractores. En su conjunto es muy difícil extraer principios coherentes o comunes, siendo su principal argumento alardear de su libertad.Esta libertad hacía escribir interesantes panfletos en donde se decía que Dios estaba también en las cosas diabólicas, otros negaban la existencia de Dios y los ángeles, así como el juicio final o la resurrección, y, por consiguiente, el pecado no era algo tan horrible. Otros se preguntaban que si Dios era omnipresente ¿por qué permite el mal?, muchos pensaban que lo del juicio final era un invento para tener al pueblo atemorizado. En 1650 el parlamento sacó unas leyes contra las blasfemias, se prohibía “la negación de la necesidad de la rectitud civil y moral entre los hombres”, así como igualarse a Dios o negar actitudes “vergonzantes” como el adulterio, la embriaguez, etc..”Muchos ranters fueron condenados a muerte, aunque solían retractarse en los tribunales, la resistencia hasta la muerte exigía una ideología mucho más profunda y coherentemente elaborada, además, al negar muchos la inmortalidad valoraban mucho su única vida.Abizer Coppe fue un destacado ranter, como otros predicaba en el ejército, donde exhortaba que Dios era un nivelador que cambiaría el mundo. Para él “estar borracho todos los días y yacer con putas no era peor que despojar de su dinero a los pobres campesinos”, obligado a rectificar por una comisión del parlamento tuvo que admitir que la fornicación y la obscenidad eran pecado, pero que los que clamaban contra esos pecados eran pecadores de pensamiento, lo cual era peor. Para él los peores pecados eran el orgullo, la hipocresía, la opresión, la tiranía, la crueldad y el desprecio hacia los pobres.Otro conocido ranter fue Lawrence Clarkson. Luchó en el ejército parlamentario y después se hizo predicador itinerante, en donde pasó a ser baptista y más tarde seeker antes de empezar a ser considerado ranter. Escribía manifiestos niveladores al pueblo llano contra la nobleza y la gentry: “Vuestra esclavitud es su libertad, vuestra pobreza es su prosperidad, la paz es su ruina pues se enriquezen con la guerra”. También clamaba en contra de los impuestos pues “roban a los pobres para pagar a los ricos”A veces los ranters se unieron con otras comunidades, como con los “cavadores” de Winstanley. La vida libertina de estos trajo algunos problemas. Según Winstanley daban “demasiada importancia a la bebida y las mujeres”, la promiscuidad separó muchas familias y aparecieron las enfermedades venéreas. Además, su estilo de vida sin compromisos hacía que el resto de la comunidad tuviera que hacer las obligaciones que ellos no hacían muchas veces. Con el tiempo la gente empezó a confundir ranters con cavadores, lo que obligó a Winstanley a marcar las diferencias, aunque les criticó dejó claro que “nadie intente acabar con ese influjo de los ranter imponiendo un castigo, si necesitas castigar mira entonces si tu estás sin pecado”. Parece que estas experiencias fueron las que llevaron a Winstanley a modificar su ideología, convenciéndose de la necesidad de tener leyes y autoridades en su comunidad ideal.Al no estar organizados no sabemos muy bien lo que pasó después de 1651, cuando los principales líderes fueron eliminados o se escondieron, cambiándose el nombre o exiliándose.9.3. Los Cuáqueros
Este movimiento de los “estremecidos” (quakers) es sin duda el más organizado y coherente de todas las sectas, de hecho ellos mismos se consideraban un grupo homogéneo y se auto denominaban como “La sociedad de amigos”. En un principio muchos cuáqueros fueron ranters o seekers, aunque posteriormente se arrepintieron de su pasado, como Nayler, que entró en Bristol en un asno como Jesús pero que luego se retractó. Además, siempre tuteaban y nunca se quitaban el sombrero para saludar. Sin duda el principal líder de este movimiento fue George Fox, que junto su manifiesto “Journal”, es considerado el principal inspirador del movimiento.Su nombre viene del “estremecimiento” que sentían los “elegidos”, si bien este movimiento fue sin duda el más político de todos, sobre todo al coger el testigo de los niveladores tras su disolución, incluyendo a John Lilburne, que tras su expulsión del parlamento se unió a los cuáqueros. Su base social era muy parecida a la de los Levellers, comerciantes y artesanos que encontraron en este movimiento una salida en un programa nivelador. Así, exigían parlamentos anuales y se declaraban antimonárquicos, también pedían la abolición de los diezmos o la creación de una política social. Fox propuso que “todas las grandes mansiones, iglesias y tierras monásticas fueran utilizadas para ayudar a los pobres y transformadas en asilos”.Desde el punto de vista religioso, la absorción de una gran variedad de gentes que venían de ambientes ranters y seekers, con interpretaciones muy personales, planteó el problema de cómo crear una doctrina homogénea. El dilema estaba entre el individualismo surgido en este ambiente milenarista, o el principio de una cierta “organización”. Un dirigente cuáquero llegó a pedir un “poder eclesiástico” pues sino “sería abrir las puertas al ranterismo y al ateísmo”. Al final este grupo fue el único que tuvo cierta disciplina y organización, lo que entre otras cosas favoreció su larga duración muchos años después de la restauración monárquica, incluso existen en la actualidad en varios lugares del mundo.Un elemento principal en su ideología era su pacifismo, aunque no todos rechazaban la guerra para conseguir objetivos, la mayoría consideraba más útil y moral conseguirlos de forma pacífica.
9.4. La Quinta MonarquíaTerminamos con el grupo más violento y político de todos. Su movimiento estaba dentro del “milenarismo revolucionario”, pues pensaban que con la cabeza del rey Carlos se acababa el “cuarto imperio corruptor” y “empezaba el quinto de los santos y Cristo”, su intención era establecer “el reino de Dios en la tierra” y tenían a la Biblia como única ley, pero realmente era un movimiento muy aristocrático, no rechazaban la propiedad privada y detestaban al vulgo, sobre todo a los ranters, por lo que no creían en la democracia y sí en una especie de gobierno de “santos”. Aún así, también odiaban a los ricos por su ostentación y orgullo. En política exterior defendían un milenarismo internacionalista protestante frente a los papistas y musulmanes.Tras una serie de intentos fallidos de complots y asesinatos, en 1661 desaparecen.
CONCLUSIÓN SOBRE LA REVOLUCIÓN INGLESA Con la Restauración, los tiempos de libertad de pensamiento y movimiento se desvanecieron, los Niveladores, Cavadores, Ranters y hombres de la Quinta Monarquía desaparecieron, triunfó la propiedad, los obispos volvieron a la Iglesia nacional, los diezmos sobrevivieron y las mujeres fueron devueltas a su antiguo sitio. Sin embargo, hay que destacar el mérito de los radicales del siglo XVII, que a pesar de adelantarse a las posibilidades técnicas de su época, consiguieron dar a conocer que era posible un mundo en el que no fuera lo más importante el beneficio o el poder de un país. Sin duda vale la pena conocerlos.
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26/2/08

LA POLIS



El siglo VIII, clave como punto de encuentro entre el final de la Edad Oscura y la época arcaica, renacimiento que continúa y se opone al período inmediatamente anterior, es también el punto de partida de un período rico en logros culturales, en transformaciones sociales y políticas y en situaciones conflictivas. Las ciudades, a través de la afirmación en el plano económico, militar y político, se afirman como lugares de actuación de los propietarios de las parcelas de la tierra cívica, los soldados defensores del territorio, los que se hallan en disposición de disfrutar de la politeia, de los derechos de ciudadanía. La comunidad se amplía considerablemente, pero para ello pasa a través de la stasis como conflicto interno y de la transformación del sistema aristocrático, heredero de la antigua realeza, en un sistema predominantemente oligárquico, en algunos casos tendencialmente democrático. Paralelamente, en íntima relación con todo lo anterior, el mundo griego amplía su escenario geográfico a través de la expansión colonial, fenómeno vinculado por medio de lazos diversos con los cambios económicos de la polis en formación, hasta el punto de que, al mismo tiempo que se produce como efecto del modo de desarrollarse ésta, se transforma en factor influyente sobre el modo en que se configura a lo largo del período. Si la historia de la Grecia arcaica en toda su extensión geográfica resulta rica en formaciones y en matices, sin embargo los fenómenos históricos van haciendo necesario que la atención se centre en dos ciudades de un modo específico, Esparta y Atenas, porque las realidades de la historia posterior imponen y hacen posible que a través de las fuentes sean las mejor conocidas de todo el mundo griego.El sinecismo, como integración tribal en una comunidad superior y como integración de los oikoi en una forma productiva donde participan factores de comunicación y de solidaridad entre ellos mismos, llevó a la constitución de una forma política estatal, donde las relaciones humanas se regulan a través del organismo superior de la polis como vehículo por el que se ejerce, de manera nueva, el poder de la aristocracia. La materialización del sistema se halla representada por el ejercicio de la arché por individuos de esa clase, a través de magistrados que reciben en ocasiones el nombre de arcontes, y por el funcionamiento de organismos representativos de los intereses solidarios de su clase, boulai, que se identifican con el modo en que se han derivado, en la polis, los antiguos consejos de ancianos, de los gérontes, hasta el punto de que en algunos casos conserven el nombre de gerousía. Si todo ha cambiado para que nada cambie, al constituirse un sistema en que la misma clase conserva el poder, sin embargo la nueva forma de agrupamiento institucional, tendente a la unión solidaria, defensiva ante las presiones que resultan de la stasis como conflicto interno derivado del proceso mismo de acumulación y aumento del poder aristocrático, se transforma pronto en el marco de nuevas luchas, tendentes a modificar el sistema como resultado de las tensiones entre resistencias. El sistema aristocrático fue, pues, escenario de luchas, que se tradujeron también en rivalidades entre familias poderosas para controlar parcelas del poder, con lo que permanecen en una nueva tensión entre la solidaridad y la rivalidad, una de las características propias del conjunto del período. Como el oikos continúa siendo el centro económico, allí se centra la actividad del aristócrata, aunque la proyecte hacia la polis y, en un plano más cercano a la idealidad, a la unidad panhelénica. En estos tres planos se desarrolla la actividad cultural de la época arcaica, pero, mientras la épica tiende a plasmarse en un mundo superior a las ciudades y en éstas se fraguan las nuevas formaciones culturales tendencialmente oligárquicas, el oikos permanece como el centro de la actividad propia de los aristócratas que se integran en la ciudad a través del sinecismo y, aunque sus relaciones se proyecten en ámbitos más amplios, allí quedan reducidas algunas de las formas expresivas más características, la práctica del banquete, la organización de la hetairía y la poesía lírica.La creación de la polis viene a ser un efecto del proceso de transformación cualitativa y cuantitativa por el que atraviesan las relaciones entre los hombres y la tierra. En Hesíodo resultaba evidente la trayectoria de la acumulación llevada a cabo por los basilei, creadora de conflictos y de situaciones precarias para el campesinado. A través del sinecismo se reforzaba la solidaridad de los propietarios de las unidades económicas conocidas como oikoi que así controlaban el poder en una escala mayor. Sin embargo, de este modo la polis se continua como el marco de las nuevas luchas, pues también el demos resulta así capaz de actuar de modo solidario. El nuevo sistema productivo, consolidado en el oikos, permite, al mismo tiempo, el aumento de la capacidad colectiva para colonizar nuevas tierras en zonas baldías, de modo que aumenta el territorio que adquiere la naturaleza de chora y se amplían los cultivos. Paralelamente, el final de la época oscura se caracteriza por un notable crecimiento demográfico, factor que a su vez permite aumentar la producción, pero también resulta fuente de conflictos al no ser siempre coordinados ambos elementos, sobre todo en su engranaje con los cambios cualitativos, creadores de formas de explotación y de profundas diferencias en la obtención de los beneficios. Por otro lado, los procesos expansivos necesarios, paralelos al crecimiento demográfico, chocan con los mismos procesos en las ciudades vecinas, sobre todo en las zonas más pobladas, lo que produce conquistas y conflictos, sumisiones o pactos, pero también internamente fomenta la solidaridad y la concordia, consolida un cuerpo ciudadano que unitariamente sea capaz de defender el territorio colectivo. La ciudad pasó a ser, por tanto, marco de solidaridad social al mismo tiempo que marco de la conflictividad. Los caminos seguidos fueron variados y se manifiestan de modo entremezclado.

LA ILUSTRACION

La cultura en el siglo XVII se basa fundamentalmente en el impacto de la Ilustración y las ideas ilustradas. La nueva filosofía eleva la razón a principio rector de las relaciones entre los hombres y entre los hombres y la Naturaleza, e impregnará todos los ámbitos del saber y de la cultura: la ciencia, la educación, el arte, la literatura o la música.. El nuevo despertar de un hombre abierto a la racionalidad chocará con la tradición eclesiástica; las críticas ilustradas a la fe por parte de los ilustrados serán contestadas desde las religiones. Esta apertura del hombre a la cultura y el conocimiento intentará ser llevada por los intelectuales a la generalidad del pueblo, siguiendo la premisa de que la felicidad de los pueblos puede conseguirse mediante el saber y la instrucción generalizadas. Ya en sus postrimerías, 1784, Emmanuel Kant define la Ilustración como la emancipación de la conciencia humana del estado de ignorancia y error por medio del conocimiento. El siglo XIX aporta inicialmente una visión menos positiva e, incluso, supone una reacción en su contra. Para los románticos no es más que una época de pensadores mecanicistas; para las mentes conservadoras, sus ideas resultan demasiado radicales; para los radicales, elitistas antes que revolucionarias. El siglo XX significa una visión renovada del período. Sucesivas investigaciones, multiplicadas a partir de los años sesenta, nos muestran a Las Luces como un movimiento fundamentalmente crítico, nacido en el campo del pensamiento y las ideas, que intentó repensar en un nuevo idioma valores y creencias de la civilización occidental. Incidió sobre todo en los conceptos de Dios, razón, naturaleza y hombre, aspirando a lograr la felicidad de éste por medio de la libertad que le daría, como ya dijo el filósofo alemán, el conocimiento útil de las cosas proporcionado por la razón. No por azar los nombres con que se denomina el movimiento en cada país aluden, de un modo u otro, a esa idea de luz: Ilustración (España), Lumières (Francia), Aufklärung (Alemania), Enlightment (Inglaterra), Illuminismo (Italia). Para Peter Gay, cuya obra publicada en dos volúmenes entre 1966-1969 es una de las pioneras en la moderna investigación sobre el tema, la Ilustración fue el fruto del trabajo de un grupo de personas que se conocían, se admiraban y se leían unas a otras. Provenían de Francia (Montesquieu, Voltaire, Diderot), Inglaterra (Hume, Gibbon), Ginebra (Rousseau), Alemania (Holbach, Kant, Herder), Italia (Vico), América (Franklin). Hay además, psicólogos (La Mettrie, Helvètius), utilitaristas (Bentham), penalistas (Beccaria), economistas (Adam Smith), etc. Tal diversidad geográfica y de intereses intelectuales es la que hace de Las Luces un movimiento complejo, de naturaleza difícil de sistematizar y carente de un código consistente. El lazo que une a todos sus componentes hemos de buscarlo en el ataque que realizan a las vías establecidas de la vida europea, en esa búsqueda de lo que ellos mismos definen como "la mayor felicidad para el mayor número" y en el asentimiento que muestran en torno a una serie de ideas, sobre todo las de tolerancia y razón. Más allá de esto, encontramos desacuerdos, puntos de vista diversos, a veces hasta conflictivos y opuestos, actitudes diferentes hacia los mismos temas. Así, en la cuna del movimiento, Francia, los ilustrados se van a caracterizar por los feroces ataques que dirigen a la Monarquía, el absolutismo y la religión, aunque no faltan ocasiones en que aplauden fuera lo que critican dentro. Buena prueba la constituyen las reacciones favorables producidas al conocerse la política antijesuítica de Pombal sin tener en cuenta la dureza con que se realizaba. En cualquier caso, más allá de las fronteras francesas la situación es otra. De un lado, las nuevas ideas suelen resultar aceptadas por las esferas oficiales que reconocen la necesidad de introducir reformas y encuentran a aquéllas útiles para conducirlas. Los ilustrados mantienen estrechas relaciones con el Estado que los protege y estimula la difusión de su pensamiento como medio de lucha contra las fuerzas reaccionarias internas. Algunos monarcas, caso de Catalina II, buscan más esta difusión de los escritos que la dirección de sus autores; otros, Carlos III, tratará de vincularlos a la acción de gobierno. Estas vinculaciones, sin embargo, no son óbice para que en todos los países, al igual que en Francia, los ilustrados sigan siendo más conocidos como pensadores que como estadistas. De otra parte, un segundo punto de divergencia entre las luces europeas y galas lo encontramos en la religión: Dentro de los territorios católicos, los ataques más que hacia la doctrina se dirigen de forma directa contra Roma, el poder de la curia y las riquezas del clero, especialmente las de los monasterios que llegarán a pasar total o parcialmente al Estado (territorios imperiales y Austria). En los ámbitos del protestantismo, ni siquiera se producen estas actuaciones. También encontramos diferencias respecto a los temas que más atraen la atención de los pensadores y la forma de tratarlos. En Italia lo que en verdad preocupa a los ilustrados es la aplicación de sus ideas a la economía y la reforma penal. Tal es lo que intenta con sus obras Beccaria (1738-1794), jurisconsulto y también economista, al igual que sus contemporáneos Genovesi (1713-1769) y Galiani (1728-1787). No faltan tampoco obras teóricas, debidas sobre todo a Muratori (1672-1750), sacerdote atraído por la historia y la poesía, y a Vico (1668-1744), creador de la teoría de los ciclos para explicar el desarrollo histórico, como veremos más adelante. Por su parte, la Aufklärung alemana se orientó más hacia la ciencia y la educación, los problemas religiosos y morales, estando exenta, en la mayor parte de los casos, del frío racionalismo francés y del peso que tiene en éste el pensamiento político. La multiplicidad de Estados y la diversidad religiosa van a otorgar al movimiento ilustrado una gran riqueza de formas, unas peculiaridades regionales y confesionales superiores a las de otros países. En las Provincias Unidas y en Inglaterra, las ideas ilustradas nunca tuvieron que enfrentarse al pasado por razones distintas. En el caso holandés, los problemas de Las Luces habían quedado resueltos esencialmente en la centuria anterior y dentro de su tradición de erasmismo, tolerancia religiosa, relativismo político. Es más, la oligarquización social que vive frena el desarrollo cultural y limita su protagonismo a ser un centro importante del comercio de publicaciones. Respecto a Inglaterra, también había conquistado en el Seiscientos las libertades políticas, religiosas y personales. Su interés, por tanto, no está en atacar al Antiguo Régimen, inexistente, o en crear otro nuevo, que ya tiene. Lo que les preocupa es ver si en la práctica la libertad personal se armoniza con la estabilidad socio-política, el gobierno constitucional evita los peligros de anarquía o despotismo, la riqueza enfrenta a las clases y corrompe el gobierno. Esta mayor preocupación por las cuestiones del aquí y el ahora adquiere especial significado en la Ilustración escocesa, pionera de los análisis sociológicos y económicos. En clara contraposición con esta Ilustración inglesa europea, la que florece en sus territorios situados al otro lado del Atlántico, las trece colonias americanas, tiene el centro de sus intereses en esas ideas potencialmente revolucionarias que les acabarán conduciendo a la independencia. Finalmente, en los países del Este y Sureste europeo el movimiento ilustrado adopta muy variadas direcciones. De influencia claramente francesa, su difusión no encontró especial oposición por parte de la Iglesia oriental e, incluso, llegó a convivir con corrientes místicas. Por la estructura social de la zona, en ningún momento asumió la tarea de propugnar y procurar la renovación social. Toda esta variedad ideológica que se engloba bajo el nombre común de Ilustración es posible porque, producto importado o pensamiento propio, ella va a intentar responder a las preguntas que le hace cada pueblo y éstas difieren según las circunstancias que le son propias. Lo mismo que tienen que diferir las respuestas obtenidas y los métodos seguidos para alcanzarlas, determinados ambos, esencialmente, por los valores culturales de cada sociedad. Establecer una cronología exacta y uniforme del movimiento ilustrado para todos los países resulta cuando menos tan difícil como reducir a un todo unívoco su naturaleza. No obstante, es posible establecer unos límites más o menos amplios entre los cuales se desarrollan sus principales producciones. Las raíces del pensamiento de la Ilustración se encuentran en el siglo XVII: en la influencia del cartesianismo, en los avances científicos y, sobre todo, en el pensamiento del empirismo inglés y de su gran figura, Locke. Durante los años de tránsito de una centuria a otra, el periodo que Paul Hazard denominó la crisis de la conciencia europea, sus ideas empiezan a formularse y el camino queda listo para que aparezcan sus grandes definidores. No tardarán mucho. Su lugar de residencia por antonomasia será Francia, cuna también de gran parte de las principales figuras. Para algunos autores, la fecha de nacimiento de Las Luces se sitúa en torno a 1720; otros, la retrasan hasta la década siguiente haciéndola coincidir con la publicación de las obras de Voltaire, Cartas filosóficas o cartas inglesas (1734), Montesquieu, Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos... (1734), y Pope, Ensayo sobre el hombre (1732-1734). Su cima se alcanza en los decenios centrales del siglo. Es entonces cuando, en pleno monopolio ilustrado y francés del pensamiento, aparece La Enciclopedia (1751-1764) con el ánimo de recoger todos los saberes y convertirse en la biblia del movimiento. Mas ya en estos momentos culminantes entran a formar parte de la Ilustración autores que no están de acuerdo en todo con sus planteamientos; podría decirse que llevaba dentro de ella el germen que acabaría por sustituirla y ese germen era la propia diversidad de sus ideas. Aunque creían en los principios eternos y los buscaban, el pensamiento de los filósofos fluía constantemente, con gran rapidez y apenas habían establecido una línea coherente cuando nuevas evidencias venían a romperlas. En un terreno más, el del ritmo de los cambios, el siglo XVIII se aleja de lo anterior y preconiza la nueva era. La ley natural acabó convertida en un cliché; la doctrina del placer/dolor dio paso al utilitarismo; en pleno triunfo del racionalismo religioso, Wesley lanza el reto de su metodismo emocional; la Naturaleza, sinónimo de razón y prueba de la existencia de Dios, se convierte en algo para ser estudiado con objetividad científica simplemente o para ser gozado con una actitud romántica. Por su parte, las guerras de los años sesenta hacen descender la atención hacia los problemas cotidianos y domésticos, de manera especial hacia los socio-económicos. Es ahora cuando aparece la figura del pobre en los escritos, lo que unido a la lectura de la obra de Rousseau permite alumbrar una nueva generación de escritores que primero, hacia 1770, intentan adaptar los argumentos de los filósofos, muertos o menos productivos, a las nuevas circunstancias; más tarde, los atacarán, cuestionarán su autoridad y exigirán cambios. Para los años finales de siglo una nueva sensibilidad está triunfando y el pensamiento occidental se encamina hacia nuevos derroteros que terminarán en Burke, Hegel, Darwin o Marx.Los artífices principales de la Ilustración fueron los filósofos, como gustan de llamarse a sí mismos. Pero el tipo de filósofo también ha cambiado. Su principal herramienta de trabajo ya no es la erudición sino el razonamiento; su imagen de sabio abstraído de la realidad que le envuelve deja paso a la de un hombre abierto a todas las cosas e inmerso en el mundo, al que intenta conocer, entender y transformar. De ahí que muchos de ellos sean, además, periodistas, propagandistas, literatos, activistas. En su época, La Enciclopedia lo define como aquel "que pisoteando todo prejuicio, tradición, consenso universal, autoridad, en una palabra, todo lo que esclaviza a la mayoría de las mentes, se atreve a pensar por sí mismo". Ahora bien, con ser los más importantes no sería lícito considerar a los filósofos los únicos artífices del florecimiento de la Ilustración. Junto a ellos hay que tener en cuenta a los amigos, simpatizantes, viajeros, comerciantes de libros, editores de periódicos, etc., que forman una extensa red a través de la cual las nuevas ideas se difunden y llegan a los más diversos lugares. Sociológicamente hablando, muy pocas de las figuras ilustradas se hicieron a sí mismas, antes bien, casi todos nacen y viven cómodamente. Los hay nobles -Montesquieu, Condorcet, Holbach, Beccaria-, grandes terratenientes -Gibbon-, ricos burgueses -Voltaire, Helvètius, Bentham-. De ahí que, hijos de su tiempo y de su clase, sea a estos mismos grupos sociales a los que se dirigen, a los que traten de satisfacer con sus planteamientos ofreciéndoles lo que puede parecerles plausible: reforma, no revolución; progreso, en lugar de cambios radicales; una libertad entendida como obediencia a las leyes; una igualdad reducida al plano legal, mientras en la práctica consideran la desigualdad y la sociedad de órdenes natural y necesaria. No entra en su consideración el pueblo, del que se tiene una visión peyorativa al creérsele incapaz de salir de las tinieblas. Voltaire nos dirá "cuando el populacho intenta razonar está perdido". Sólo Rousseau y algunos escritores de final de siglo contemplan al pueblo desde otra perspectiva, haciéndole digno de recibir los beneficios de Las Luces. Sin embargo, al retenerse de sus obras sólo los mensajes más estridentes y enfatizarlos, acabarán produciendo confusión, frustración; alentando la actitud de querer imponer la nueva sociedad por la fuerza. Es en este sentido en el que se puede decir que las ideas ilustradas conducen a la revolución, en ningún modo por sus contenidos en sí mismos. Las mujeres también van a jugar un importante papel en la Ilustración, si no en el momento de gestarse, sí en la etapa de difundirse como salonières, literatas -Mme. Stäel, Mary Wollstonecraft- o como amigas y amantes de los ilustrados. Sin embargo, no obtendrán los mismos beneficios que el hombre. Todo lo más que se hace es reivindicar su condición de ser racional y aun esto generará oposición, dando pie a duras contestaciones. El legado ilustrado, positivo en otros aspectos, será bastante ambiguo respecto a este sexo, aunque ¿podía irse más allá teniendo en cuenta el aquí y el ahora en que nos movemos? Entre los filósofos bien pudiera distinguirse, por lo dicho hasta ahora, dos generaciones: el núcleo definidor de las ideas ilustradas y la de quienes, naciendo de ellas, preludian una nueva sensibilidad. Veamos algunas de sus biografías.Las raíces profundas del pensamiento ilustrado se encuentran en la Grecia clásica, cuyos filósofos descubren al hombre y su capacidad intelectual, encuentran regularidad en una naturaleza que dicen regida por una mente razonable. Sus antecedentes inmediatos, y más importantes, están, como hemos dicho antes, en el siglo XVII y en ese tránsito de una centuria a otra es cuando se vive el debate entre las antiguas ideas en crisis y las nuevas que comienzan a configurarse, dejando constituido el núcleo esencial de las ideas ilustradas. Naturaleza, razón, progreso son tres temas característicos y recurrentes en las obras del período. La Naturaleza es la gran rehabilitada, convirtiéndose en el principio normativo de todas las cosas y en el modelo a imitar. El retorno a ella se hace objetivo prioritario expuesto de todas las formas posibles: literaria, con crudeza moral -Diderot-, o idealizadamente -Rousseau-. Más ¿qué se entiende por naturaleza? La idea en el siglo XVIII engloba conceptos distintos, sin excluir el de estado idílico opuesto a aquel en que vive el hombre, por lo que puede ser utilizada como instrumento de crítica social. Aunque la caracterización que más se ha divulgado de ella, la roussoniana de perfectamente buena, fuese discutible en su momento, en lo que sí están de acuerdo todos los filósofos es en considerarla poderosa, ordenada y conforme en todo con la Razón. Por eso llega a sustituir a Dios; por eso se va a hablar de una igualdad, una libertad, un derecho, una religión y una moral naturales. La ley de la Naturaleza no nos dice otra cosa que, en palabras del alemán Wolff: "haz lo que os haga a ti y a tu estado más perfectos; evita lo que os haga más imperfectos". De ahí que aquélla sea, también, sinónimo de felicidad, de una felicidad que, rompiendo con el sentimiento trágico anterior, se puede conseguir sobre la tierra. Se ha dicho que el espíritu del Setecientos es racionalista por esencia y empirista por transacción. En efecto, la Razón es el gran tema ilustrado y la nueva diosa a que adorar. Había entrado en juego de forma agresiva en la centuria anterior con Descartes que la consideraba el único medio certero de conocer. En el siglo XVIII va a ser fundamentalmente critica. No atenta a tradición ni autoridades, somete todas las cosas a su examen para establecer principios claros y verdaderos de los que sacar conclusiones claras y verdaderas con las que terminar con los errores e iniciar una nueva vida. Ella es la única que puede resolver todos los problemas y la fe en sus fuerzas excepcionales es uno de los pilares básicos de la mentalidad del período. El proceso dignificador de la razón culmina en Kant que la convierte en la facultad más elevada del espíritu e invirtiendo su significado con el del entendimiento, la hace el medio de formar las ideas metafísicas del mundo, el alma y Dios. También será el único instrumento que permita al hombre abandonar su minoría, de edad y alcanzar la plenitud que supone la edad de la razón en la que puede andar por sí mismo. En cuanto a la idea de Progreso, referida a la especie humana, plasma el optimismo de la Ilustración tanto como su elevada concepción de aquélla. Su origen está en esa nueva dimensión que da Locke a las posibilidades del hombre cuando niega lo innato y lo hace fruto de las circunstancias que le rodean. La mejora de éstas redundará, por tanto, en la de aquél, al que se cree capaz de aprender, cambiar y mejorar; en una palabra, de caminar hacia su perfección. Ningún vehículo mejor para ello que la educación, que adquiere una importancia hasta ahora desconocida. En un terreno más, los ilustrados rompen con la visión pesimista de la especie que tienen clásicos y cristianos. Para la mayor parte de los filósofos esta fe ciega en el progreso tiene un sentido ético, considerándolo el camino para hacer a la humanidad mejor y más dichosa, aunque no falta la dirección materialista -Condorcet- que lo entiende sólo como progreso técnico, adelantando el positivismo del siglo XIX. Uno de los aspectos centrales del movimiento ilustrado fue la investigación de una ciencia del hombre. El siglo XVII había roto con la concepción renacentista del hombre como ser perfecto creado a imagen y semejanza de un Dios cristiano. El paso siguiente había de ser descubrir de nuevo su naturaleza utilizando el método científico. El movimiento parte de Locke, cuyas teorías psicológicas hacen todas nuestras ideas fruto de la sensación, y culmina en Helvètius, para quien el hombre puede reducirse a sensación; su carácter no es innato, sino fruto de la experiencia propia, la educación recibida y el medio social que lo envuelve. Este hombre, artífice de sí mismo, se convierte en el centro de todo, en el punto de referencia obligado para todo, incluida una nueva moral pues la antigua ha dejado de tener validez al negarse las enseñanzas teológicas y el innatismo. Conforme con el espíritu de la época, habrá de ser demostrable y basarse en principios igualmente demostrables: las sensaciones. Las ideas de lo bueno y lo malo, en consecuencia, se establecen en relación con el placer o el dolor que causen al hombre, lo que conduce a desarrollar un pensamiento hedonista cuya única norma es obedecer a las pasiones. Él servirá para reorientar los principios morales hacia la búsqueda de la felicidad y la utilidad individual aquí en la tierra, única dimensión que importa de la vida humana. Ahora bien, aunque numerosos escritores alaban las pasiones, llegando hasta el extremo de hallar algo bueno en los vicios, no todos están preparados para convertir el placer en código moral, por ello hacen de la razón -la mayoría-, o de la experiencia de la necesidad del otro, sendos frenos al mal comportamiento. Además, casi todos creen en una secreta armonía entre los intereses particulares y el bien común fruto de un indefinido espíritu natural de bienfaisance, de humanitarismo que existe en el hombre. Así nacen, paradójicamente, de un pensamiento egoísta las ideas de Humanidad y Humanitarismo como valores supremos. Quedaba, pese a todo, una pregunta: si el hombre no encuentra en sí mismo un incentivo a la conducta ética, ¿es posible hallar una fuente externa que lo obligue? Los cristianos tenían la suya, para los pensadores científicos la respuesta era más difícil. Ya en el siglo XVII Hobbes habló de las obligaciones nacidas de la formación del Estado. Sus sucesores lo hicieron de un código basado en el bienestar de la mayoría. Para Helvètius sólo las buenas leyes pueden formar hombres virtuosos. En cuanto a las teorías sobre el origen del hombre, el siglo XVIII fue fundamentalmente creacionista, acentuando su semejanza con Dios, aunque no faltan voces evolucionistas que lo hacen derivar de algunos vegetales o de animales (el orangután). La aplicación de los métodos científicos y racionalistas al análisis del campo social da como resultado un pensamiento que, obviamente, muestra gran diversidad. En el Imperio aparece influido por la Escuela de Derecho Natural, que también tiene cultivadores en Nápoles, Génova, Dinamarca y Francia. Su mayor significado lo alcanza en el terreno de las relaciones internacionales, mientras en otros ámbitos los cambios reales socavan sus ideas. Sólo en algunos casos, como el del jurista suizo Burlamaqui (1694-1748), sus postulados influyeron posteriormente. En Inglaterra y Francia el pensamiento político avanza hacia el utilitarismo. En aquélla, no progresa mucho desde Locke, siendo lo más significativo la propuesta de Hume de obediencia al gobierno para evitar la desintegración social. Los ilustrados franceses, por su parte, mezclan los postulados anticlericales con ideas moderadas, cuando no, conservadoras. Montesquieu, autor de la única obra política, pide más participación de la nobleza en el gobierno; Voltaire, portavoz de los intereses burgueses, defiende los poderes del rey frente a los parlamentos. Ninguno tiene duda sobre la validez de la Monarquía en tanto que forma de gobierno, poniendo gran cuidado de separarla del despotismo; ninguno, tampoco, como el resto de sus coetáneos, era demócrata. Las ideas igualitarias se refugian aún en utopías situadas, por lo general, en lejanas y exóticas tierras; sin embargo, la acusación de despotismo unida a la debilidad de los fundamentos sociales religiosos eran ya en sí bastantes peligrosos para una Monarquía de origen divino y, por otra parte, las redifiniciones realizadas contenían posibilidades radicales que van a expresarse en la segunda mitad de siglo. Ya en 1762 aparece un nuevo tipo de libro político: El contrato social, de Rousseau, cuya petición dé democracia política conduce a demandar una relativa igualdad económica como condición sine qua non para realizar aquélla. Siguiendo en esta línea, una serie de autores va más allá: Morelly acusa a la propiedad de engendrar todos los crímenes; el abad Mably (1709-1785) demanda mayor uniformidad en el reparto de la riqueza y las condiciones sociales de los individuos, y Babeuf (1760-1797) intenta asegurar la igualdad natural organizando una revolución dentro de otra. Estrechamente vinculada a la idea de progreso y utilidad social, la educación es para los ilustrados, ante todo, el modo de desarrollar las capacidades y conocimiento del hombre a fin de que actúe sobre su medio ambiente transformándolo. De ahí que, por vez primera en la historia, se reivindique la extensión de sus beneficios a los más amplios sectores de población, incluida la mujer, si bien la noción de la enseñanza como un derecho de los ciudadanos es aún escasa. De ahí también que la educación haya de ser racional y compatible con los proyectos, o si se quiere, cometidos, de sus receptores, lo que viene a introducir diferencias, sobre todo, en razón del grupo social al que se pertenece y del sexo. Así, la preparación educativa en los estratos superiores habrá de ser más rica en contenidos culturales que la de las clases trabajadoras, orientada esencialmente hacia la capacitación manual; dentro de un mismo nivel, los distintos papeles sociales asignados a hombres y mujeres, fundamentados en teóricas cualidades físico-psíquicas diferenciales que hacen a aquéllas más débiles, determinan una reducción de los contenidos intelectuales ofrecidos por la enseñanza femenina. Reducción que en el caso de las que pertenecen a las capas humildes alcanza hasta los mínimos rudimentos de lectura y escritura, sólo asequibles si se piden expresamente. También en este ámbito Rousseau marca un hito con su novela El Emilio (1762), generadora de numerosas críticas por parte de ilustrados, calvinistas, católicos y gobernantes. El ginebrino traslada, por vez primera, los intereses educativos del maestro al niño, cuya educación debe basarse en tres fuentes la naturaleza, las cosas y las personas- y tener tres fases. La primera, hasta los doce años, corresponde a su instrucción física y sensorial a través de la experiencia. Durante la segunda, a partir de la pubertad, alimentará su razón, desarrollará su inteligencia, participará en la sociedad y se dotará de principios morales. La tercera, coincidente con la madurez, será el momento de elegir compañera, que ha de estar educada de forma similar pero diferente y para la que debe de ejercer como preceptor si desea profundizar sus saberes. Al final del siglo XVIII, Kant intenta dar coherencia filosófica a tales ideas, asignando a la educación la función de hacer que el niño encuentre en él mismo la ley que dirija su vida y que asuma con consciencia y libertad las normas restrictivas existentes. Las dificultades prácticas de tales supuestos no escapan ni siquiera al propio autor, que respecto al sistema de enseñanza, en lugar de defender como Rousseau la instrucción particular, aboga por una escuela pública con procedimientos científicos y dirigida por expertos. En la realización de sus planes educativos, los ilustrados utilizarán todos los medios a su alcance desde las instituciones especificas a la prensa, pasando por la literatura; desde los tratados políticos, para los iniciados, a las fábulas -de gran auge en este siglo- para el pueblo. La Historia ocupa el segundo lugar, tras la ciencia, en la jerarquía intelectual de los ilustrados. El acercamiento a ella corresponde al intento de superar los accidentes de tiempo y lugar dada la intemporalidad de los valores racionalistas, de colocar los principios constantes y universales de la naturaleza humana de los que nos habla Hume. Además, debía de explicar por qué el hombre real está tan alejado del de la razón y la naturaleza, lo que la convirtió en un arma para luchar contra la religión y el absolutismo, a los que se considera culpables de tal alejamiento. Desde esta perspectiva, la investigación histórica era la filosofía enseñando con el ejemplo, en palabras de Voltaire, y fue cultivada por los mejores escritores de la época: Hume, Burke, Voltaire, Raynal, Gibbon, cuyas obras hicieron consciente a Europa del placer y la importancia de leer historia e, incluso, llegaron a alcanzar algunas varias ediciones en poco tiempo. Pero a ésta también se la interrogó imparcialmente, lo que lleva al siglo XVIII a continuar la obra de documentación y erudición de la centuria anterior, completada con la búsqueda de una narración verídica y exacta. La historia emerge entonces como ciencia, colaborando a ello de forma decisiva Giambattista Vico (1668-1744). La figura de este napolitano destaca asimismo en el terreno de la filosofía histórica, donde los enciclopedistas sólo tuvieron nociones imprecisas hasta Condorcet. Oponiéndose a Descartes y teniendo por modelos a Platón, Tácito, Bacon y Grocio, construye una Ciencia Nueva, mal comprendida en su tiempo, y articula una teoría evolutiva de las civilizaciones basada en las leyes científicas de los corsi y los ricorsi. Todo pueblo, nos dice, atraviesa tres etapas -divina, heroica, humana- a lo largo de su desarrollo hasta llegar a la decadencia e iniciar un nuevo proceso en un plano distinto y superior. En realidad, Vico retoma aquí la idea clásica de los ciclos, pero desprovistos de su carácter cerrado y dotándolos de un movimiento dialéctico en espiral. Se pierde la idea de progreso continuado pero se tienen en cuenta la libertad y lo contingente.Nacida en Inglaterra, reinventada en Francia, la Ilustración no va a tardar en extenderse por toda Europa y llegar a América. Favorecen el movimiento tanto la conversión del francés en la lengua cultural por antonomasia y de París en el punto de encuentro de todos los intelectuales, entre los que existen, además, estrechas relaciones, como los constantes viajes de los escritores ilustrados, unas veces en respuesta a la invitación hecha por las más altas jerarquías de los Estados -Rusia, Prusia- y otras, obligados por avatares políticos. Junto a ello, las nuevas ideas van a contar con importantes canales de difusión: la letra impresa periódicos, libros-, la palabra -cafés, tertulias, salones, clubs- y algunas instituciones -academias, logias masónicas-. Las publicaciones van a ser, sin lugar a dudas, el mejor vehículo para la extensión de Las Luces, dado el momento de desarrollo creciente que el siglo XVIII representa para el comercio de libros y para la prensa, creadora de una extensa red de corresponsales situados en los más diversos lugares. Tal hecho hemos de verlo como una expresión y etapa más de esa entrada de las sociedades occidentales en el mundo de la cultura escrita que es, a decir de Ariés y Duby, una de las principales evoluciones del periodo moderno. Las ediciones de obras se multiplican de forma importante, teniendo uno de sus centros más señalados en Holanda, donde se editan todas aquellas que la censura, secular o religiosa, ha prohibido en otros países. Por contra, en los Balcanes, el Imperio y la Europa del Este los trabajos de impresión no se desarrollan hasta el último cuarto de la centuria. El lenguaje claro que la mayor parte de los autores intenta utilizar en sus escritos facilitará su llegada a un amplio público, lo mismo que la aparición de las ediciones de bolsillo, más económicas, y la difusión de las suscripciones y de la publicación por fascículos. Como consecuencia, la posesión de libros deja de ser cosa de una escasa elite, sobre todo en las zonas urbanas y protestantes, mientras la biblioteca, lugar de retiro, estudio y meditación, se convierte en un espacio más de la casa. En cuanto a la temática, a fines de la centuria se ha diversificado considerablemente, aunque los títulos mayoritarios en las colecciones privadas siguen siendo los almanaques, la Biblia y los de entretenimiento. También tuvieron gran éxito las enciclopedias y los diccionarios cuyo paradigma es La Enciclopedia francesa. Sin embargo, ya antes habían aparecido obras similares en inglés, alemán e italiano, sin olvidar el Diccionario histórico y crítico (1695-1697), de Bayle, cuyo racionalismo e independencia de criterio lo convirtieron en un arsenal de ideas para los ilustrados. Nacida a comienzos del siglo XVII en Holanda e Inglaterra, la prensa periódica vive durante la centuria del Setecientos un momento importante de desarrollo. El número de publicaciones crece y su carácter se modifica: las habrá políticas, morales, literario-científicas, hojas de anuncios y magazine o revistas sobre cuanto acontece en el mundo. La división, sin embargo, no es absoluta, mezclándose por lo general los temas. La periodicidad de aparición se regulariza, uniéndose a las mensuales y semanales las diarias, que finalmente consiguen continuidad. Pionera de ellas es el británico Daily Courrent, aparecido en 1702. En el Continente los diarios se retrasan hasta la segunda mitad de siglo, abriendo el camino el Diario Noticioso, curioso, erudito y comercial, público y económico, editado en Madrid desde 1758 bajo la dirección inicial de F. Mariano Nipho. Le seguirán: Le Journal de Paris (1777), Diario de Barcelona, etc. Sus páginas van a contribuir de forma decisiva a la difusión de las nuevas ideas y de todas las noticias relacionadas con el mundo ilustrado, pese a la fuerte censura que sufren en los Estados absolutos, algunos de cuyos monarcas -Federico II, Catalina II- escribieron artículos y llegaron a fundar o dirigir algunos periódicos en su provecho y el de sus gobiernos. Sólo los ingleses se libraban de este control oficial previo. Uno de los periódicos más antiguos e importantes será la Gazzatte de Hollande, mientras que en Francia las Nouvelles Litéraires, aparecida en 1721, inauguran el género de la reseña literaria, con el que se intenta informar a los lectores sobre las últimas novedades literarias e ideológicas. Siguen su camino el antiguo Mercure de France y varias publicaciones de otros países como el Giornale (1710-1737) del italiano Maffel. En Inglaterra, donde florece un periodismo moderno, Steele había empezado a editar The Tatler (1709), al que siguió en colaboración con Addison The Spectator (1711-1712). En ambos se critican las costumbres sociales al tiempo que se trata de instruir al lector sobre lo que debe evitar y lo que debe hacer. De ellos nace la imagen de un nuevo modelo humano que causará gran impacto en Europa: el burgués, encarnado en el comerciante, del que se dice que tiene más derecho que el cortesano y el sabio a llamarse gentleman. Se le describe como gente de exterior sencillo, que gusta de usar el paño y el bastón en lugar de la seda y la espada, con sentido común y preocupado por las cuestiones prácticas (trabajo, ahorro...). A Steele y Addison se les debe también la aparición de dos periódicos políticos: The Guardian (1713) y The Englishman (1713-1716). Desde Inglaterra, el modelo de periódico creado por The Spectator pasa al Continente, donde aparecerán en varios países publicaciones similares entre las que figura El Pensador, editado en Madrid de 1762 a 1767, dirigido por Clavijo y Fajardo, y la Vsjakaja Vsjacina (Un poco de todo, 1769-1774) de la Rusia de Catalina II. América del Norte, asimismo, tuvo su prensa pese a las dificultades que suponían los altos precios de la tinta, el papel y los tipos, importados todos desde Europa. Sin olvidar el retraso -cinco a ocho semanas- con que se reciben las noticias. No obstante, en 1775 existían 34 semanarios, entre los que destaca la Pennsylvania Gazette, de Franklin, y en 1784 aparece el primer diario: Pennsylvania Packet. Otro de los medios de difusión de las ideas ilustradas fueron las reuniones, que acogían a personas con afinidades culturales. Se podían celebrar en lugares distintos y revistieron formas diferentes, casi todas nacidas con anterioridad pero que adquieren auge en este siglo. Una de ellas fueron los clubes ingleses, cuyo origen se remonta al siglo XV, alcanzando una estructura formal a fines de la centuria siguiente. Son sociedades exclusivamente masculinas y muy selectivas en cuanto a sus miembros, los cuales deben de cumplir una serie de requisitos para ser admitidos y pagar altas cotizaciones mientras permanecen en ellas. Su lugar de reunión era un espacio sólo del hombre: la taberna. Durante el siglo XVIII se extendieron a Francia donde se convirtieron en centros de la vida política. Fenelon solía reunirse en el Club del Entresuelo y la fórmula de tales asociaciones sirvió para esbozar los futuros partidos: jacobinos, cordeliers, etc. Durante el siglo XVII aparecieron los primeros cafés europeos en Marsella (1654), París (1672) y Venecia (1690) por imitación de los establecimientos similares existentes en La Meca. A lo largo del XVIII se convirtieron en establecimientos distinguidos a diferencia de las tabernas, las cervecerías o las botillerías de carácter más popular. Pronto empezaron a formarse en ellos pequeñas tertulias que en Francia tuvieron carácter político: en el café Caveau se reunían los federados, en el de Valois, los feuillant, etc. La influencia gala y los desplazamientos de algunos italianos difundieron estos establecimientos por el Continente. A España, por ejemplo, llegaron en la segunda mitad de la centuria de la mano, entre otros, de Gippini, quien se estableció en Cádiz, Sevilla, Barcelona, San Sebastián y Madrid, ciudad ésta donde consiguió fuerte arraigo. De todos los lugares de tertulia, los más conocidos y famosos fueron los salones, que llegaron a constituir los únicos espacios y sociedades regidos por mujeres. Teniendo por antecedente los círculos literarios que formaron algunas francesas durante el siglo XVI, el salón nace en 1620 por obra de la marquesa de Rambouillet, quien tenía la costumbre de reunir a sus amigos para conversar en la chambre bleu. En este sentido, puede decirse que ella fue la creadora del término en sus dos acepciones: la de habitación menos formal que la sala y la de institución. Como tal, su número aumentó durante el siglo XVIII al tiempo que lo hacía su importancia como lugar de contacto entre las figuras más conspicuas de la época, de difusión de las ideas ilustradas y científicas, y como centro de actividad política al margen o en contra de la corte. En ellos se hicieron y deshicieron carreras, primero; se cobijó a la oposición y se preparó la revolución, más tarde. Si en los primeros momentos la titularidad de los salones correspondió a las aristócratas, pronto se les unieron mujeres de otros grupos sociales, como Suzanne Necker, hija de vicario y madre de madame Stäel, o madame De Geoffrin (1699-1777), cuyo padre era paje y su marido, industrial heladero. Ambas mantuvieron famas reuniones en su época, lo mismo que lo hicieron la marquesa de Lambert, madame Tencin y mademoiselle De Lespinasse. Aunque las mantenedoras de los salones eran siempre mujeres, su auténtico objetivo eran los hombres, verdaderos protagonistas de aquéllos y de cuya fama dependía, fundamental y paradójicamente, la reputación de las anfitrionas. De ahí, la rivalidad que existía entre ellas, compatible con un compañerismo que les lleva a compartir la compañía de las figuras más importantes y, en ocasiones, a legarse el salón al morir. Desde Francia la moda de los salones se extendió a otros países que les aportaron ciertas peculiaridades. Así, en los españoles faltaron las connotaciones políticas y científicas; los ingleses fueron más informales, conociéndose por ello a las salonières con el sobrenombre de medias azules. Solían pertenecer a la clase media y entre ellas cabe señalar a la londinense Elizabeth Montagu (1720-1800). En Berlín tenían procedencia judía y sus salones surgen de la transformación, en los años ochenta, de las casas abiertas que tenían sus padres. Es el caso de Henrietta Herz (1764-1847) o Dorothea von Shlegel (1763-1839). Ahora bien, diferencias aparte, en todos los casos existe un rasgo común: los salones son lugares de movilidad social al permitir la convivencia de nobles, burgueses e intelectuales y ofrecen a las mujeres la oportunidad de relacionarse con hombres importantes. La forma en que aprovecharon tal oportunidad alumbra dos actitudes antitéticas bien conocidas. Unas intentaron desarrollar su talento, renunciando incluso al amor físico en aras de hacerse respetar, y practicaron una solidaridad que les llevó a ayudar a aquellas que no tenían sus mismas posibilidades de saber pero sí el talento suficiente. Otras sólo utilizaron su sexualidad y buscaron el medro personal. A ellas se debe que al finalizar la centuria la imagen social del salón se asocie a la de comportamientos sexuales ligeros limitados hasta entonces a la corte y la aristocracia. Ello, unido a su activismo político, les llevó a ser dispersados con la revolución. Academias y logias constituyen sendas instituciones organizadas a través de las cuales el trabajo de Las Luces se desarrolla y difunde. Al igual que en los casos anteriores, sus raíces superan hacia atrás el marco cronológico que nos ocupa, aunque es en él donde su desenvolvimiento se acelera. Las academias nacieron en la Italia renacentista, donde se constituyen regularmente con autonomía y cierta protección oficial. También se delimitaron los objetivos de su investigación: la literatura o la ciencia, a las que se unen después las artes. Durante el siglo XVII pasaron a Europa, siendo Francia la que se convierte en modelo a imitar y la que les otorga el carácter con que las encontramos en el XVIII: ellas eran fuente de autoridad respecto a las actividades artísticas e intelectuales, cuyo desenvolvimiento rigen a nivel nacional. Dado el afán racionalizador y normativo de la centuria ilustrada, es fácil entender la multiplicación de su número y la extensión geográfica que alcanzan a lo largo de ella. Las encontraremos no sólo en las grandes metrópolis, sino también en otras ciudades de provincia donde se intenta seguir el ejemplo de aquéllas. En España es Felipe V quien introduce el movimiento académico al fundar la Academia Española en 1714; Federico I de Prusia establece la Academia de Ciencias de Berlín en 1701, a la que siguen las de Upsala (1710), San Petersburgo (1724), Estocolmo (1739), Copenhague (1743) y la sueca (1786). En total, para 1770 el número de academias ascendía a 40. Para esta fecha la extracción social de sus miembros y sus objetivos culturales prioritarios se habían modificado. El predominio de las clases privilegiadas y los trabajos literarios de la primera mitad de siglo había dejado paso al de los burgueses, sobre todo doctores y abogados, y la investigación científica. Tampoco faltó entre sus integrantes una representación del clero. Las logias masónicas fueron, por su talante, lugares excepcionales para acoger la Ilustración y a ellas pertenecieron sus figuras más señaladas. La masonería moderna, o masonería especulativa, nace en 1717 al constituirse la Gran Logia de Londres. Su ideario se recoge en las Constituciones de Anderson, escritas por dos pastores protestantes y publicadas en 1723. Las influencias de los antecedentes medievales y del pensamiento de Locke son evidentes, como también lo son, según el estudio de Álvarez Lázaro, las de Bacon, Comenio y Valentín Andrea. De las cuatro partes en que se dividen las Constituciones, la segunda recoge los principios fundamentales de la nueva masonería. Nace ésta con una vocación universalista y fraternal que le lleva a tener por objetivo la unificación de todos los hombres en su seno. Para conseguirla es preciso superar las dos causas históricas de división: política y religiosa, de ahí que se proclame la neutralidad en ambos terrenos y la tolerancia hacia las creencias individuales. Los lugares que se ofrecen como centro de unión son las logias, que conservan sus símbolos y ritos tradicionales: estrella, compás, escuadra, nivel y secreto absoluto. Ahora bien, según nos dice Lessing, uno de sus miembros más señalados, para ser masón no basta con pertenecer a una logia, es preciso actuar en favor de la obra de arte que es la humanidad. En este sentido, la masonería propone también un nuevo modelo de hombre. Desde el punto de vista político será pacífico súbdito de los poderes civiles; desde el religioso, ni ateo estúpido ni libertino irreligioso, sino creyente en Dios, al que por vez primera se le denomina Gran Arquitecto del Universo, y respetuoso con todas las confesiones. Éticamente, está obligado a obedecer la ley moral y ello se reflejará al exterior en sus buenas maneras, su vida familiar ordenada y su responsabilidad laboral. Junto con el hombre, la masonería quiere transformar la sociedad y uno de los cauces para conseguirlo es la educación, de ahí la atención que se le presta al tema. Ella misma ya se consideraba una escuela de formación de ciudadanos del mundo; pero, además, entre sus miembros la filosofía de la educación recibe grandes atenciones. Lessing, Fitchte, Goethe y Herder logran con sus obras sacar los principios masónicos de las fronteras de las logias y traspasarlos al terreno filosófico. La masonería se extendió con rapidez, pese a ser condenada en 1738 por Clemente XII. A ello contribuyó tanto la labor de los iniciados como la de mercaderes, diplomáticos, soldados, prisioneros de guerra o cómicos, en una palabra, de cuantos de un modo u otro habían tenido conocimiento de ella. Sus miembros procedieron mayoritariamente de la nobleza, que dio muchos grandes maestres, la burguesía acomodada y las profesiones liberales, sin olvidar a algunos monarcas -Federico II- que ingresaron en ella para controlarla y conseguir su apoyo.De igual modo que, decíamos, no conviene exagerar el radicalismo de los contenidos de la Ilustración, tampoco es adecuado hacerlo con su implantación. Desde un punto de vista social, su impacto quedó reducido a determinados grupos, dada la naturaleza de sus postulados, el carácter de las sociedades e instituciones que la transmiten y los altos niveles de analfabetismo existentes. En cuanto a los desarrollos, innovaciones y cambios que tienen lugar en los campos del pensamiento, la literatura y los gustos estéticos durante el siglo XVIII, como afirma Porter, "...sería erróneo etiquetar todos... (como) expresión de una coherente filosofía ilustrada. Pero igualmente sería tonto negar que las nociones de naturaleza humana y los ideales de buena vida desarrollados por los filósofos encontraron amplia expresión en las artes y las letras y en la vida práctica". Así, en algunas descripciones sobre sociedades primitivas sus autores, dejándose llevar por sus sueños del buen salvaje, convierten a aquéllas en modelos vivos de una sociedad igualitaria y libre que sólo existe en sus mentes. La novela acoge el debate ilustrado sobre el hombre y la naturaleza -Robinson Crusoe, de Defoe-, mientras las innovaciones en psicología, moral y filosofía se dejan ver en el tratamiento de los caracteres y motivaciones de los personajes. Incluso las teorías científicas sobre las atracciones de los elementos químicos encuentran en Goethe una pluma dispuesta a aplicarlas al tema amoroso y del matrimonio en Las afinidades electivas. En la ópera, Mozart recoge el contraste entre la civilización europea y la exótica, pero bárbara, de Turquía en El Serrallo, o nos habla del desarrollo del hombre por el autoconocimiento en su última obra: La flauta mágica. Tampoco la medicina escapa a la influencia de los puntos de vista ilustrados. Las plagas y epidemias dejaron de considerarse un castigo divino, buscándose y hallándose medios para combatirlas, como la inoculación. Las enfermedades mentales no fueron más fruto de posesión diabólica, y en los partos, el saber científico de los ginecólogos ganó la partida al más práctico de las comadronas. Pero quizá el campo en el que los reformadores ilustrados actuaron más directamente fue en el de la política, aunque, como dijimos, los filósofos antes que por buscar panaceas políticas concretas estaban preocupados por su criticismo, por su búsqueda de un "nuevo, más humano, más científico entendimiento del hombre como un ser social y natural". Las ideas ilustradas traen consigo una nueva apreciación del Estado y de la vida política a los que se considera susceptibles de organizar conforme a la razón y capaces, si así lo hacen, de alcanzar la felicidad de los súbditos. Para lograr ésta se confía sobre todo en el primero, al que se le deben de encomendar el mayor número de tareas y bajo cuyo control ha de quedar tanto el ámbito público como el privado, excepción hecha de la libertad de conciencia. Un Estado con tales características lo encuentran los reformistas en el absolutismo regio al que se considera un aliado siempre que se adapte a la época. No olvidemos que lo que nuestros hombres de Las Luces persiguen es encontrar soluciones a los problemas dentro de las propias estructuras del Antiguo Régimen, hallar lo que Pierre Vilar denomina un recurso homeopático a un sistema debilitado. En justa correspondencia, los monarcas buscan en aquéllos sugerencias y apoyo a los planes de transformación social que piensan para sus pueblos. Unos y otros van a coincidir plenamente en su deseo por frenar el influjo de la Iglesia y los privilegios de la nobleza, por fortalecer las bases económicas y culturales, por promover la tolerancia religiosa. Había nacido el absolutismo ilustrado, fórmula política que se extiende por Europa desde Rusia a la Península Ibérica por los mismos años en que los propios filósofos atacan duramente a la Monarquía en Francia. El instrumento preferido para llevar a cabo las reformas van a ser las leyes, cuya mejora siguiendo las coordenadas que señala el pensamiento ilustrado será la base que sustente la colaboración entre el Estado absoluto y los portavoces de las nuevas ideas, cuyo empeño en llevarlas a la práctica les hace no reparar en los horrores del poder. Sin embargo tal convivencia tenía sus límites, nacidos de la propia evolución teórica de las ideas políticas, con la exaltación de la soberanía popular, y de los problemas prácticos de relación entre reyes e ilustrados cuando éstos intentan influir directamente en la política. En realidad, el absolutismo sólo deseaba usar a los filósofos para justificar un uso más riguroso del poder. Por ello, a partir de los años setenta la crítica al despotismo se convierte en una moda, lo mismo que la del colonialismo, que se toma como indicativa de radicalismo político, y la de la esclavitud, basada en las ideas filantrópicas del período. Ninguna consiguió grandes resultados prácticos y los logrados hubieron de esperar hasta la época de las revoluciones de final de siglo, cuando el absolutismo sufre un duro golpe y algunos Estados americanos ponen en marcha políticas abolicionistas. Aún entonces, los elementos conservadores de la Ilustración se mantienen vigentes e informarán la reacción posterior a 1815 y el conservadurismo europeo. En suma, la Ilustración representó un momento de ruptura con el sistema espiritual y bíblico de entender al hombre, la sociedad y la Naturaleza. Contribuyó a la secularización del pensamiento europeo y a la aparición de lo que llamaríamos una inteligencia secular capaz, por su amplitud y poder, de sustituir al clero en sus funciones de controlar la enseñanza y la información. Esa inteligencia contaba con nuevos canales para difundir su pensamiento: periódicos y revistas. Ahora bien, "las ideas nunca van mucho más allá de la sociedad. Y una gran parte del pensamiento osado, innovador del siglo XVIII fue rápidamente reciclado hasta convertirse en pilar del orden establecido en el XIX... La Ilustración ayudó a liberar al hombre de su pasado... (pero) falló en prevenir la construcción de nuevas cautividades en el futuro: Aún estamos intentando resolver los problemas de la moderna, urbana sociedad industrial de la, que la Ilustración fue comadrona".